La Antártida, con sus inmensas capas de hielo, funciona como un archivo natural del clima terrestre. Cada año, la nieve que cae atrapa la atmósfera y el entorno de ese momento, comprimiéndose con el tiempo para formar hielo denso. Este registro estratigráfico proporciona información crucial sobre el Calentamiento global, permitiendo a los científicos viajar atrás en el tiempo geológico.
Los testigos de hielo: cápsulas del tiempo del planeta
Para desvelar los secretos de este archivo natural, los científicos utilizan taladros especializados que extraen muestras cilíndricas de hielo, conocidas como “testigos de hielo”. Estos cilindros, de miles de metros de longitud, preservan intacta la secuencia de capas anuales. Son la única fuente directa para estudiar fenómenos climáticos del pasado.
Burbujas de aire: la atmósfera en el tiempo
Una de las características más valiosas de los testigos de hielo es su capacidad para preservar muestras directas de la atmósfera. A medida que la nieve se compacta, las bolsas de aire quedan atrapadas, formando diminutas burbujas. Estas “cápsulas del tiempo” contienen la composición atmosférica original. Mediante la cromatografía de gases, los científicos miden con precisión las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O), convirtiendo el hielo en un archivo atmosférico sin parangón.
- Burbujas de aire: Revelan la composición directa de la atmósfera y el forzamiento de gases de efecto invernadero. Se analizan con cromatografía de gases (GC-IRMS).
Isótopos del agua: el paleotermómetro
Los testigos de hielo también registran la temperatura del pasado con notable precisión. Este “paleotermómetro” se basa en el análisis de las proporciones de isótopos estables del agua, específicamente oxígeno-18/oxígeno-16 (18O/16O) y deuterio/hidrógeno (D/H). Este método, iniciado por el científico danés Willi Dansgaard, se fundamenta en que las moléculas de agua con isótopos más pesados (H218O y HDO) se evaporan con mayor dificultad y se condensan más fácilmente. Así, la nieve que cae en las regiones polares durante épocas más frías está más empobrecida en 18O y D, lo que permite reconstruir un registro continuo de la temperatura local.
- Isótopos del hielo: Indican la temperatura local en el momento de la precipitación, funcionando como un “paleotermómetro”. Se estudian con espectrometría de masas de isótopos estables.
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Impurezas: indicadores de la dinámica planetaria
El hielo no solo contiene agua y aire; las impurezas atrapadas en sus capas ofrecen pistas sobre una amplia gama de procesos del sistema terrestre:
- Polvo continental: La concentración y composición del polvo, a menudo rastreado hasta continentes lejanos como la Patagonia o Australia, indica la aridez continental y la fuerza y trayectorias de los vientos pasados.
- Polvo (aerosoles): Muestran la aridez continental, la fuerza y dirección de los vientos y la circulación atmosférica. Se analizan con contadores de partículas y análisis geoquímicos.
- Sal marina: Su presencia revela información sobre la intensidad de los vientos sobre el océano y la extensión del hielo marino circundante.
- Iones químicos: Indican la extensión del hielo marino, la intensidad del viento, la actividad volcánica y la biomasa. Se analizan con cromatografía iónica y ECM.
- Acidez y vulcanismo: Las variaciones en la acidez, con picos ricos en ácido sulfúrico, son marcadores inequívocos de grandes erupciones volcánicas de alcance global. Estos eventos sirven como puntos de referencia cronológicos cruciales para datar y sincronizar diferentes testigos de hielo.
- Capas de ceniza: Son marcadores de datación precisos de erupciones volcánicas conocidas. Se identifican por microscopía y análisis geoquímico.
La fortaleza de los testigos de hielo reside en que registran todas estas variables juntas en un único archivo coherente. Mientras que otros registros pueden ofrecer información parcial, un testigo de hielo proporciona simultáneamente el forzamiento climático (GEI en las burbujas), la respuesta del sistema (temperatura en los isótopos) y los cambios en la circulación planetaria (polvo y sal). Esta capacidad de vincular directamente causas y efectos los convierte en una herramienta fundamental e insustituible para la ciencia del clima.
El enigma de la transición del Pleistoceno Medio
Antes del reciente avance, el Proyecto Europeo de Núcleos Helados en la Antártida (EPICA) representaba el pináculo de la ciencia de los testigos de hielo. En Domo C, se extrajo un testigo de 3.270 metros que proporcionó un registro climático continuo de los últimos 800.000 años. La revelación central de EPICA fue la confirmación inequívoca de la estrecha correlación entre las concentraciones atmosféricas de GEI y la temperatura global a lo largo de ocho ciclos glaciales e interglaciales. Los datos mostraron que los niveles de CO2 coincidían perfectamente con las curvas de temperatura, consolidando el papel del CO2 como un termostato fundamental.
Sin embargo, el registro de EPICA tenía una limitación: abarcaba un mundo que ya operaba bajo el ritmo climático de los ciclos glaciales de 100.000 años. Terminaba justo antes de un período crítico en la historia de la Tierra, sin revelar cómo era el clima antes de que se estableciera este ritmo, ni por qué cambió. Este “cliffhanger” científico se convirtió en una de las preguntas más importantes de la paleoclimatología.
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De hecho, el éxito de EPICA transformó un enigma climático en una profunda paradoja. Demostró el vínculo entre el CO2 y la temperatura, pero los ciclos glaciales de 100.000 años, marcapasados por la excentricidad orbital de la Tierra (una influencia débil), ignoraban el ciclo de 41.000 años (la oblicuidad, mucho más potente). Esto apuntaba a un proceso interno del sistema terrestre, probablemente relacionado con el ciclo del carbono y la dinámica de las capas de hielo, que tuvo que cambiar para que el planeta se reorganizara con este nuevo ritmo. El registro de EPICA no resolvió este misterio, sino que agudizó la necesidad de viajar más atrás en el tiempo.
La transición del Pleistoceno Medio (MPT): Un cambio fundamental
El “santo grial” más allá del límite de EPICA es la Transición del Pleistoceno Medio (MPT), un cambio fundamental en el “sistema operativo” del clima terrestre que ocurrió hace aproximadamente entre 1.2 y 0.9 millones de años.
Antes de la MPT, el planeta experimentaba edades de hielo con un ritmo de 41.000 años, más cortos y menos severos. Durante la MPT, el ritmo cambió drásticamente a ciclos de 100.000 años, característicamente más largos, fríos e intensos. El enigma reside en que este cambio revolucionario no se corresponde con alteraciones en los forzamientos orbitales externos; los ciclos de Milankovitch continuaron sin alteración. Esto implica que la causa de la MPT debe ser interna al sistema terrestre.
Varias hipótesis compiten para explicar este misterio:
- La hipótesis del umbral de CO2: Sugiere que una disminución lenta y gradual de las concentraciones de CO2 atmosférico cruzó un umbral crítico. Por debajo de este nivel, las capas de hielo del hemisferio norte crecieron tanto que pudieron sobrevivir a los veranos más cálidos y persistir por ciclos mucho más largos, sintonizándose con el ritmo de 100.000 años.
- La hipótesis de la reorganización oceánica: Plantea que cambios fundamentales en la circulación oceánica profunda, particularmente en el Océano Austral, alteraron el intercambio de calor y carbono entre el océano profundo y la atmósfera. Esta reorganización habría afectado la concentración de CO2 atmosférico y la estabilidad de las capas de hielo globales.
- La hipótesis de la erosión glacial: Postula que los repetidos ciclos glaciales de 41.000 años erosionaron gradualmente el regolito sobre el que se deslizaban los glaciares en el hemisferio norte. Una vez que las capas de hielo se asentaron sobre roca dura, se volvieron menos móviles, más estables y crecieron a tamaños mucho mayores, favoreciendo ciclos más largos.
Comprender la MPT no es solo curiosidad histórica. Este evento representa un cambio de régimen fundamental, demostrando que el clima puede reorganizarse en un estado completamente diferente en respuesta a un forzamiento lento y gradual, como la disminución del CO2. Es una analogía directa, aunque en una escala de tiempo mucho mayor, de las preocupaciones actuales sobre los “puntos de inflexión”. La MPT es el mejor análogo natural para estudiar cómo el planeta podría reorganizarse si se cruza un umbral crítico. Resolver este enigma es obtener información vital sobre la física de los puntos de inflexión climáticos, con implicaciones directas para evaluar los riesgos del cambio climático antropogénico.
El proyecto “Beyond EPICA”: la búsqueda del hielo primigenio
Para resolver el enigma de la MPT, la comunidad científica internacional se embarcó en una de las misiones más ambiciosas: el proyecto “Beyond EPICA – Oldest Ice” (BE-OIC). Coordinado por Italia y con la participación de diez naciones europeas, su objetivo explícito era localizar y extraer un testigo de hielo continuo de al menos 1.5 millones de años. De esta forma, se capturaría por primera vez un registro completo de la atmósfera y el clima de antes, durante y después de la Transición del Pleistoceno Medio.
La búsqueda del lugar de perforación ideal fue un desafío científico. Se necesitaba un sitio con hielo muy grueso, flujo glacial mínimo en la base para no distorsionar las capas antiguas, y sin derretimiento en el lecho rocoso. Tras años de estudios geofísicos con radares de penetración de hielo, se identificó un área remota en la Antártida Oriental: “Little Dome C”.
La ejecución del proyecto es una hazaña logística en uno de los entornos más extremos de la Tierra. Los equipos han operado en aislamiento casi total, enfrentando temperaturas promedio de -35 °C en verano, que pueden desplomarse hasta -80 °C en invierno. La logística, apoyada por agencias de Italia y Francia, implicó el transporte de cientos de toneladas de equipos y personal a través de complejos convoyes terrestres y vuelos especializados. El trabajo de perforación se limita a una ventana operativa de apenas uno o dos meses al año, haciendo que cualquier retraso ponga en riesgo una temporada completa.
Este esfuerzo europeo no ha sido el único. La inmensa importancia científica de este hielo ha desatado una “competencia leal” a nivel mundial, con equipos de Estados Unidos, Australia, China y otros países también inmersos en la búsqueda del hielo más antiguo del planeta en diferentes lugares de la Antártida. Esta carrera internacional subraya el valor estratégico atribuido a este conocimiento. Los modelos climáticos que informan las políticas globales, como los utilizados por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), se basan en la comprensión fundamental de la física del clima. El dato del hielo más antiguo es la clave para validar y mejorar drásticamente estos modelos. Por lo tanto, la nación o consorcio que lidera este descubrimiento no solo obtiene un inmenso prestigio científico, sino que se posiciona a la vanguardia de la ciencia que sustentará la próxima generación de políticas climáticas y evaluaciones de riesgo a nivel mundial.
En enero de 2025, se anunció el éxito histórico: tras cuatro intensas campañas de perforación, el equipo de Beyond EPICA alcanzó el lecho rocoso a una profundidad de 2.8 kilómetros, extrayendo un testigo de hielo que, según los análisis preliminares, se remonta a 1.2 millones de años. Han logrado capturar, en un registro continuo y de alta calidad, el período crucial de la Transición del Pleistoceno Medio.
La historia de la ciencia del hielo polar se ha construido sobre proyectos clave:
- Vostok (1970s-1998): Liderado por URSS/Rusia, Francia, EE.UU., en la Estación Vostok, Antártida Oriental. Alcanzó 3.623 m y 420.000 años, siendo el primer registro largo que mostró múltiples ciclos glaciales y la correlación CO2-temperatura.
- EPICA Dome C (1996-2004): Liderado por un consorcio europeo (EPICA) en Domo C, Antártida Oriental. Alcanzó 3.270 m y 800.000 años, extendiendo el registro y confirmando la estrecha relación CO2-temperatura en ocho ciclos glaciales.
- Beyond EPICA (2019-Presente): Liderado por un consorcio europeo (BE-OIC) en Little Dome C, Antártida Oriental. Alcanzó 2.800 m y 1.2 millones de años, siendo el primer testigo que cruza la Transición del Pleistoceno Medio, diseñado para resolver el enigma del cambio de ritmo de las glaciaciones.
Revolucionando el conocimiento: las implicaciones del hielo más antiguo
La obtención de este testigo de hielo no es simplemente un nuevo récord de antigüedad; es la llave para responder a preguntas fundamentales que revolucionarán la ciencia del clima. Sus implicaciones se extienden desde la resolución de un enigma paleoclimático hasta la mejora de las herramientas para proyectar el futuro de nuestro planeta.
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Resolviendo el enigma de la MPT
El testigo de Beyond EPICA proporcionará el primer registro continuo y de alta resolución de CO2, metano y temperatura de antes, durante y después de la MPT. Esto permitirá a los científicos poner a prueba directamente la hipótesis del umbral de CO2, observando si hubo una disminución gradual del CO2 que alcanzó un punto crítico justo cuando los ciclos glaciales cambiaron de 41.000 a 100.000 años. Este sería el “arma humeante” que confirmaría el papel del CO2 como el principal modulador de los grandes ciclos climáticos de la Tierra. Simultáneamente, los datos de polvo, isótopos y otros proxies permitirán evaluar el papel de la circulación oceánica y la dinámica de las capas de hielo, determinando si fueron un desencadenante primario o una respuesta de retroalimentación.
Recalibrando la sensibilidad climática
Una de las métricas más importantes y aún inciertas en la ciencia del clima es la “sensibilidad climática de equilibrio”: cuánto se calentará el planeta a largo plazo si se duplica la concentración de CO2 en la atmósfera. La MPT ofrece un “experimento natural” único para estudiar esta sensibilidad en un estado climático de fondo muy diferente al de los últimos 800.000 años, con niveles de CO2 más bajos y capas de hielo más pequeñas. Al analizar cómo respondió la temperatura a los cambios en los GEI durante este período de transición, los científicos pueden obtener nuevas y cruciales restricciones sobre cómo funciona la sensibilidad climática en diferentes condiciones. Esto es vital para refinar las estimaciones de calentamiento futuro y reducir la incertidumbre en las proyecciones.
La prueba de fuego para los modelos climáticos del IPCC
Quizás la implicación más profunda y revolucionaria de este nuevo testigo de hielo radica en su capacidad para probar los modelos climáticos que sustentan los informes del IPCC y las políticas climáticas globales. Estos complejos Modelos de Circulación General (GCMs) se validan comparando sus simulaciones con datos climáticos del pasado. Hasta ahora, la prueba más rigurosa era que un modelo pudiera simular correctamente los ciclos glaciales de los últimos 800.000 años registrados por EPICA. Sin embargo, esto es como probar un coche de carreras solo en una pista ovalada y plana.
El registro de la MPT es la prueba “todoterreno” definitiva. Los científicos ahora pueden inicializar un modelo con las condiciones orbitales y de GEI de hace 1.2 millones de años y ver si el modelo, por sí solo y basándose únicamente en sus ecuaciones físicas, es capaz de simular espontáneamente el cambio de un mundo de 41.000 años a un mundo de 100.000 años. Este es un desafío de un orden de magnitud superior. Los modelos climáticos actuales a menudo contienen parámetros que pueden ser “sintonizados” para que sus resultados coincidan mejor con las observaciones del clima reciente o del registro de EPICA. Esto ha generado críticas sobre si los modelos realmente simulan la física correctamente o si simplemente han sido ajustados para dar la respuesta correcta. La MPT es un evento tan fundamentalmente diferente que la sintonización no funcionará. O la física del modelo es lo suficientemente robusta para reproducir la transición, o no lo es.
Por lo tanto, este testigo de hielo forzará un escrutinio mucho más profundo de los procesos centrales codificados en los modelos: las retroalimentaciones del ciclo del carbono, la física de las nubes, la dinámica de las capas de hielo y la circulación oceánica. Si un modelo supera esta prueba, nuestra confianza en su física subyacente, y por lo tanto en sus proyecciones futuras, aumentará enormemente. Si falla, los datos del testigo de hielo mostrarán con precisión dónde y por qué está fallando, proporcionando una hoja de ruta invaluable para mejorarlo. Este proceso transformará la validación de modelos, pasando de un ejercicio de “sintonización” a uno de “validación fundamental”, una verdadera revolución en la forma en que evaluamos nuestras herramientas para predecir el futuro.
El testigo de hielo recuperado por el proyecto “Beyond EPICA” es mucho más que un nuevo récord de antigüedad. Es un archivo de datos de un valor incalculable, diseñado y obtenido con el propósito explícito de resolver uno de los mayores enigmas pendientes de la ciencia del clima: la Transición del Pleistoceno Medio. ¿Será esta la pieza final que necesitamos para comprender completamente la física del clima de la Tierra y anticipar mejor nuestro futuro?