La iniciativa de la reducción de la jornada laboral a 40 horas en México se mantiene en el centro del debate político. Pese al amplio respaldo social, la negociación está trabada entre quienes ven un avance laboral y aquellos que advierten un impacto directo en la competitividad y los costos empresariales. Este estancamiento ocurre mientras el país sigue siendo uno de los que más horas trabaja dentro de la OCDE, un patrón que globalmente está ligado a la precariedad y a la salud.
El debate interno en México y la carga de la OCDE
La posible reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales ha vuelto a instalarse con fuerza en la agenda pública mexicana. La falta de acuerdo político mantiene la reforma en pausa, incluso cuando muchos economistas coinciden en que reducir la jornada sería un paso clave para mejorar la calidad del empleo.
Especialistas recuerdan constantemente que México es uno de los países donde más horas se trabajan por año dentro de la OCDE. Este alto nivel de carga horaria se complementa con dos factores críticos:
- Altos niveles de informalidad.
- Salarios rezagados.
La discusión sobre la extensión de las jornadas laborales en México se vuelve más relevante al observar el debate global, donde varios países que adoptaron sistemas de 12 o más horas diarias enfrentan hoy dificultades estructurales graves en empleo, salarios y salud pública.
Países con jornadas extensas: precariedad e incertidumbre global
Los ejemplos internacionales muestran que la extensión de las jornadas laborales puede tener consecuencias nefastas en los indicadores sociales y económicos, desmintiendo el supuesto vínculo entre trabajar más y obtener mayor productividad.
El modelo griego: 13 horas diarias y salarios bajos
Uno de los casos más citados es el de Grecia, cuya normativa permite trabajar hasta 13 horas diarias. El límite máximo se establece en 48 horas semanales, y se otorga un plus del 40% por cada hora adicional trabajada.
Aunque el Gobierno griego presentó la reforma como una “modernización”, la respuesta sindical fue inmediata: consideran que los trabajadores no tienen la verdadera capacidad de negociar en contextos de alta competencia.
Los indicadores actuales acompañan ese diagnóstico de precariedad:
- Desempleo: Registra un 8.1%.
- Salarios promedio: 1,027 euros.
- Afectación juvenil: La población joven es particularmente afectada, con un 12.9% de desempleo y un 22.4% de precariedad, según datos de la OIT.
India: informalidad masiva y consecuencias humanas
India es otro de los países donde se habilitaron jornadas de 12 horas diarias, una medida implementada principalmente durante la pandemia. La situación derivó en un escenario de informalidad masiva con cifras alarmantes:
- El 90% de los jóvenes trabajan en la informalidad.
- El 15.6% de la población está desempleada.
- El 86.3% trabaja más de 48 horas semanales.
- El 88.4% tiene un empleo precario.
La presión laboral también mostró consecuencias humanas directas. Uno de los casos más resonantes fue la trágica muerte de una joven contadora de 26 años que trabajaba en las oficinas indias de la consultora Ernst & Young, tras meses de jornadas extenuantes y una carga emocional insostenible.
El contrapunto: Países Bajos y la fórmula de las 31 horas semanales
A contramano de los modelos de extensión de jornada, Países Bajos aparece como uno de los ejemplos más exitosos de reducción laboral y mejor calidad de vida.
Con un promedio de 31.2 horas semanales trabajadas, el país registra:
- 2.6% de informalidad (y solo 3.2% entre jóvenes).
- Salarios promedio de 2,246 euros.
Este esquema holandés se basa en principios de alta productividad, flexibilidad y un equilibrio sostenido entre la vida personal y profesional. Los resultados laborales y sociales son muy superiores a los obtenidos por países con una mayor carga horaria.
La advertencia de la OMS: el costo mortal de las jornadas largas
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que las largas jornadas laborales representan un riesgo creciente para la vida humana.
Según los datos de la organización, en 2016 las jornadas laborales extendidas provocaron 745,000 muertes por cardiopatías y accidentes cerebrovasculares, lo que representa un aumento del 29% desde el año 2000. Las personas más afectadas por este fenómeno son los trabajadores de entre 45 y 74 años que cumplen 55 horas o más por semana.
Dos caminos opuestos ante el futuro laboral mexicano
Mientras México define si avanza hacia las 40 horas semanales, los ejemplos internacionales muestran dos caminos opuestos y bien definidos para el futuro laboral:
- El camino de la extensión: Países que extienden la jornada y enfrentan mayores niveles de precariedad e informalidad.
- El camino de la reducción: Países que reducen horas y mejoran productividad, salarios e indicadores sociales.
En el contexto global, mientras los trabajadores mexicanos buscan la jornada de 40 horas, otros modelos laborales contrastan fuertemente. En China, algunos ven los descansos como “pérdida de tiempo”, mientras que Rusia ya tiene la semana laboral de 40 horas como ley y ofrece 28 días de descanso anual.
El desafío, tal como coinciden los especialistas, no es menor: construir un modelo laboral que proteja los derechos de los trabajadores sin frenar la actividad económica. La evidencia global es contundente, mostrando que el mundo laboral está cambiando a un ritmo que la legislación mexicana aún no alcanza.




