Un incidente capturado por cámaras de videovigilancia en San Miguel, Perú, ha conmocionado a los medios internacionales. Una banda de cuatro adultos mayores orquestó un asalto a una farmacia con un peculiar y coordinado modus operandi. Este robo, que fue registrado por los equipos de seguridad, no recurrió a la violencia, sino a una sofisticada estrategia de distracción para consumar el hurto.
La estrategia coordinada de los asaltantes
Las cámaras de seguridad del establecimiento ubicado en San Miguel, Perú, lograron captar un hecho insólito que involucró a cuatro adultos mayores. La banda, conformada por tres hombres y una mujer, actuó a plena luz del día y de manera coordinada, según revelaron los videos.
El modus operandi de los conocidos ahora como “los viejitos del robo” ha captado la atención debido a su precisión. La estrategia se basó enteramente en la distracción auditiva y visual de la empleada en la caja registradora, mientras se ejecutaba el hurto de productos de alto valor.
El plan de distracción: cintura, llaves y silencio
Miren bien sus caras. Cuatro ancianos entran a una farmacia. Uno distrae a la trabajadora. El otro comienza a hacer sonar sus llaves, cual campana. En tanto las otras saquean la vitrina. ¡Son una banda de delincuentes ancianos! 😫 pic.twitter.com/PIzp2xzHXc
— Un Chasqui del Bicentenario (@unchasqui) November 7, 2025
El despliegue de la banda fue metódico. De acuerdo con el medio Exitosa, el operativo se ejecutó con roles bien definidos:
- El distractor principal: Se situó en la caja y fingió tener un dolor en su cintura. Su objetivo era preguntar sobre productos de farmacia o algún medicamento. La cajera víctima del robo reveló que este señor le insistió en reiteradas ocasiones que no se alejara de él.
- El distractor auditivo: Un segundo hombre se dedicó a emitir un ruido tintineante con sus llaves, cual campana. Esto tenía la finalidad de desviar la atención de la empleada de la farmacia.
- Los ejecutores del hurto: En tanto, un tercer miembro y la mujer, que eran las otras personas, procedieron a saquear la vitrina o el estante del establecimiento, hurtando varios objetos.
La cajera reveló para medios de comunicación que el ruido de las llaves fue clave, pues le impidió escuchar que sus cómplices habían abierto la puerta de los productos dermatológicos. La trabajadora se percató del asalto minutos después de que los cuatro criminales se hubieran retirado.
El botín y la respuesta oficial
Las primeras versiones aseguran que el objetivo principal de este asalto eran los productos dermatológicos. Se estima que la banda de adultos mayores logró sustraer artículos con un valor que asciende a los 6,000 soles peruanos, lo que equivale a más de 33,000 pesos mexicanos. Los artículos robados consistieron en cremas y bloqueadores de alto valor.
Para ocultar su identidad, los asaltantes utilizaron gorras. Durante el atraco, escondieron los productos dermatológicos en bolsas negras que sacaron de sus mochilas, asegurando así su escape con el botín.
A pesar de la audacia del robo, la víctima confirmó un dato crucial: en ningún momento confesó haber sufrido agresiones por parte de los criminales. El asalto fue sin violencia, tal y como confirmó el material del equipo de videovigilancia.
Luego de percatarse del robo, la trabajadora acudió a la Policía Nacional para interponer su denuncia en San Miguel. En consecuencia, se abrió una carpeta de investigación para dar con el paradero de los cuatro responsables, cuyos rostros fueron captados y aparecieron en el video de las cámaras de seguridad.
Este caso, en el que adultos mayores conocidos como “los viejitos del robo” demuestran una capacidad de coordinación y ejecución inusual para este grupo demográfico, obliga a las autoridades a replantearse los perfiles criminales tradicionales. ¿Qué implicaciones sociales subyacen detrás de un crimen tan meticulosamente planeado por personas que deberían estar al margen de la delincuencia organizada?




