La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) ha desvelado la trágica secuencia que culminó en el brutal asesinato del sacerdote de Tultitlán. Ernesto Baltazar Hernández Vilchis, de 43 años, fue víctima de un modus operandi conocido como “gotera”, un crimen que conmocionó al círculo religioso y social tras su desaparición el 28 de octubre de 2025.
La cronología del crimen: del encuentro a la agresión mortal
Las investigaciones de la Fiscalía del Estado de México (Edoméx) confirmaron que el sacerdote Ernesto Baltazar Hernández Vilchis fue víctima de un plan orquestado para despojarlo de sus bienes. La secuencia de hechos, detallada durante la audiencia de vinculación a proceso, permite entender cómo el párroco, reportado como desaparecido desde el 28 de octubre, fue asesinado.
Según la información presentada por un agente del Ministerio Público, el martes 28 de octubre, el sacerdote Ernesto Baltazar Hernández Vilchis contrató los servicios sexuales de Fátima “N”.
La reunión se desarrolló en dos fases:
- Inicialmente, Fátima “N” y el cura acordaron encontrarse en un hotel.
- Posteriormente, ambos se trasladaron a un domicilio particular en la colonia Unidad Habitacional Morelos 3ª sección, ubicada en Tultitlán.
En este segundo lugar, se unieron a la reunión Brandon “N” y su pareja sentimental, María Fernanda “N”. Durante el encuentro, los presentes estuvieron consumiendo alcohol y estupefacientes.
El modus operandi de la “gotera” y la reacción fatal
El plan criminal se basó en la técnica conocida como “gotera”. Fátima “N” habría sido la responsable de colocar gotas de un medicamento controlado en la bebida del sacerdote con el objetivo de hacerlo dormir y, de esta manera, despojarlo de sus pertenencias.
Sin embargo, los hechos tomaron un giro inesperado. El cura, de 43 años, habría recobrado el conocimiento antes de lo previsto por los agresores. Debido a esta situación, Brandon “N” intervino violentamente, golpeando a Ernesto Baltazar Hernández Vilchis con un bate metálico, lo cual le produjo lesiones mortales en la cabeza.
Vinculación a proceso e intento de ocultamiento de la evidencia
Una vez cometido el crimen, los implicados se dedicaron a desaparecer el cuerpo y la evidencia. Los pasos seguidos por los agresores, según las indagatorias, fueron:
- El cadáver fue introducido en bolsas de plástico.
- Posteriormente, el cuerpo embalado fue metido dentro de un sillón. Se especula que en este lapso contaron con la ayuda de un cuarto cómplice.
- Subieron el mueble, que contenía el cuerpo, a la camioneta propiedad del sacerdote.
- Se trasladaron hasta Nextlalpan para deshacerse de la evidencia en un canal de aguas negras.
El hallazgo del cuerpo del cura no ocurrió de inmediato. Fue hasta el martes 11 de noviembre cuando se localizó el cadáver. Adicionalmente, los sujetos que lo privaron de la vida se encargaron de vender la camioneta del sacerdote en Actopan, Hidalgo, obteniendo un pago de 35 mil pesos.
El estado de la investigación al 19 de noviembre de 2025
La Fiscalía General de Justicia del Estado de México informó, a través de un comunicado oficial emitido el martes 19 de noviembre de 2025, que ese día se obtuvo de una autoridad judicial la vinculación a proceso en contra de María Fernanda “N” y Brandon “N”. Ambos son investigados por su probable participación en el delito de desaparición cometida en agravio del sacerdote.
Las autoridades del Estado de México impusieron a los vinculados la medida cautelar de prisión preventiva justificada. Se otorgó un plazo de tres meses para el cierre de la investigación complementaria.
Respecto a la presunta autora material de la “gotera”, Fátima “N” ya está detenida y se espera que sea procesada en los próximos días. Las investigaciones siguen en curso para poder identificar y aprehender a la cuarta persona presuntamente implicada en el crimen de Ernesto Baltazar Hernández Vilchis.
Este caso no solo exhibe la vulnerabilidad ante métodos criminales sofisticados como la “gotera”, sino que también subraya la necesidad de que la Fiscalía Edoméx mantenga la presión para asegurar que todos los involucrados, incluyendo al cuarto cómplice mencionado en la investigación, enfrenten la justicia por el asesinato del sacerdote, un crimen que va más allá del robo y toca fibras profundas de la seguridad estatal.




