El tenor venezolano que venció el hambre en el exilio para cantar en la Ópera de Zúrich

De comer arepas con mantequilla blanca en Venezuela a cantar en la Opernhaus de Zúrich. Conoce la historia de Luis Magallanes, un símbolo del exilio venezolano ópera.

AL MOMENTO

Zúrich está helada, pero en el interior de la Opernhaus un tenor venezolano, Luis Magallanes, ajusta su bufanda gris, protegiendo la herramienta que le permitió escapar del colapso de su país. Hace solo siete años, este artista contemplaba dejar su sueño lírico por una carnicería en Argentina. Su improbable escape, documentado en un video casero, marcó el inicio de una nueva vida, consolidándose hoy como parte de la Ópera de Zúrich, un símbolo del talento del exilio venezolano ópera.

El camino desde los llanos de Zaraza hasta Suiza

Luis Magallanes, hoy integrante del coro de la Ópera de Zúrich, conoce de primera mano los temas centrales de la ópera que ensaya: La fuerza del destino, de Giuseppe Verdi, que narra la historia de amor y guerra, exilio y hambre. Su propia historia comenzó lejos de los Alpes.

Nació hace 35 años en Zaraza, estado Guárico, en los llanos venezolanos, a unos 330 kilómetros al suroeste de Caracas. En el llano, donde el joropo es omnipresente, Luis comprendió que quería ser profesor de música.

El Sistema, Juan Diego Flórez y el despertar de la vocación

Con esa intención, se inscribió en “El Sistema”, el nombre amigable con el que se conoce al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Este programa, creado en 1975 por el músico José Antonio Abreu, buscaba ofrecer acceso gratuito a la educación musical.

Luis aprendió a tocar varios instrumentos y cultivó su amor por la música clásica allí. Sin embargo, la verdadera revelación de su vocación llegó en febrero de 2009. A sus 19 años, encendió el televisor y vio a la orquesta Simón Bolívar, dirigida por un jovencísimo Gustavo Dudamel, acompañada por la voz prodigiosa del tenor peruano Juan Diego Flórez.

“Quedé tan impresionado por la profundidad, por el color de esa voz, que aunque no lo dije en voz alta, sí lo pensé: quería ser como él”.

A partir de ese momento, además de sus horas como profesor de coro y música en El Sistema, comenzó a participar como tenor en obras que se presentaban en Caracas, especialmente en el teatro Teresa Carreño.

El colapso económico que forzó la huida

El punto de no retorno para Venezuela, según Luis, se produjo el 13 de febrero de 2013, cuando el entonces ministro de Finanzas del gobierno de Hugo Chávez, Jorge Giordani, anunció una devaluación del bolívar de casi el 46%.

Esa tarde, el precio de los productos en el supermercado cambió como “un acto de magia maldita”. Fue la puerta de entrada a una vorágine que devino en la peor crisis económica vista en un país en tiempos de paz desde la II Guerra Mundial:

  •  Hiperinflación que alcanzó el 130.000%.
  •  Desabastecimiento del 80% de los productos básicos.
  •  Economía contraída en cerca del 11%.

La desesperación del hambre y el acto de fe

Luis Magallanes experimentó estos números en carne propia. Su sueldo como profesor de música en El Sistema solo le alcanzaba para comprar 400 gramos de carne. La palabra que elegía para describir su estado era “desesperación”.

El cantante lírico relata que la profundidad de la crisis lo forzó a dejar su natal Zaraza, especialmente en una Navidad en la que, en lugar de las tradicionales hallacas, ensalada de gallina y pan de jamón, lo único que pudo comer fueron arepas con mantequilla blanca.

Entre 2013 y 2017, la profundización de la crisis llevó a que cerca de seis millones de venezolanos tuvieran que salir del país. Luis tenía opciones limitadas, incluyendo la oferta de un amigo para trabajar en una carnicería en Argentina.

“Pero no quería dejar de cantar. Yo no quería que se apagara mi voz”.

Su acto de fe más grande fue enviarle un saludo a través de Facebook Messenger a la pianista venezolana Gabriela Montero. No la conocía, pero sabía que había ayudado a profesionales de la música venezolana en medio de la crisis.

La red de solidaridad: de Facebook a la audición europea

Gabriela Montero, reconocida pianista que tocó en la toma de posesión de Barack Obama en 2009 junto a Itzhak Perlman y Yo Yo Ma, y más recientemente frente al Papa León XIV y en la entrega del Nobel de la Paz a María Corina Machado en Oslo, tardó dos años en responder a los mensajes de Luis.

Ella recordó que la amabilidad de Luis le llamó la atención, ya que no se tornó agresivo. Una vez que le escribió, Montero le pidió un audio para conocer su registro de voz.

“Debido a la situación, yo solo tenía una grabación a la mano: Un’aura amorosa, un aria del primer acto de la ópera Così fan tutte de Mozart”, relata Luis.

Al otro lado del Atlántico, Gabriela y su marido, Sam McElroy, un respetado barítono irlandés, escucharon el mensaje. Sam aseguró que la voz de Luis tenía “una musicalidad sumamente natural, como un instrumento espectacularmente bello y conmovedor”, y que por supuesto, había que ayudarlo.

El rescate de la voz: el papel de Gabriela Montero y Sam McElroy

Montero y McElroy le pidieron un video, que era el paso corriente para este tipo de audiciones. Sin embargo, en Zaraza, la grabación era una tarea monumental.

Luis necesitaba un piano que no estuviera deteriorado y un lugar adecuado para grabar. La respuesta era solo una: Caracas. Luis tardó dos meses en reunir dinero para transporte, alquiler de la sala y lo básico para dos días en la capital. Su familia y amigos contribuyeron con todo lo que tenían: “un cepillo de dientes, un cojín del desodorante, un par de arepas”.

Finalmente, a mediados de 2017, Luis logró grabar de nuevo Un’aura amorosa. Con el video en mano, Gabriela y Sam montaron una página de crowdfunding y en menos de dos meses recolectaron 6.000 euros.

El 4 de mayo de 2018, Luis se montó en un avión en el aeropuerto de Maiquetía, rumbo a España, para participar en las audiciones del Centre de Perfeccionament en Valencia. “Solo cuando el avión despegó caí en la cuenta de que estaba dejando mi país tal vez para siempre. Y lo sentí en las piernas”.

De la audición fallida en Valencia al milagro irlandés

Cuando Luis Magallanes y Gabriela Montero se encontraron en el aeropuerto de Barcelona, la pianista lo recordó “demacrado” y parecido a un “fantasma”. De acuerdo con investigaciones citadas, los venezolanos perdieron en 2017 un promedio de 11 kilos de peso debido al desabastecimiento.

Aunque Luis asistió a una cena de preparación, la abundancia lo apabulló: “Me apabulló todo, la culpa de ver tanta comida junta, mientras mi familia se moría de hambre en Venezuela. Yo no podía disfrutar de eso. Me fui a llorar a un cuarto”.

El 12 de mayo de 2018 se presentó a la audición en Valencia y no quedó. Gabriela resumió que, a pesar del talento, “la principal herramienta de un cantante lírico es su cuerpo. Y él había llegado muy apabullado por la crisis”.

Luis sintió que le había fallado “al mundo entero”. Fue entonces cuando “Papá Sam” (Sam McElroy) intervino. Sam había sido parte de un programa de becas en la escuela de música de Irlanda, similar al de Valencia. Luis ganó la beca, pero en agosto, con el curso a punto de comenzar en septiembre, le negaron la visa.

Sam hizo su propio acto de fe: le escribió una carta con la historia de Luis al ministro de Justicia de Irlanda, Charlie Flanagan, a quien no conocía personalmente. El ministro, que recordaba a Sam cantando en la Ópera, decidió ayudar a Luis con el trámite.

Zúrich: la casa que huele a Venezuela

Tras los dos años de estudio en Dublín, una de las directoras artísticas de la Opernhaus de Zúrich lo escuchó cantar y le ofreció un puesto permanente en el coro de la ópera. En 2020 se mudó a la ciudad suiza de Wetzikon.

Dayana, su esposa, le siguió los pasos. Luis, antes de salir de Venezuela, usó el poco dinero que tenía para comer para comprarle un teléfono, sabiendo que la comunicación era vital. Dayana tuvo que vivir en España durante cuatro años por problemas de visado, pero cuando Luis obtuvo su empleo y residencia legal en Suiza, pudieron reunirse y casarse.

Luis Magallanes asegura que su esposa es fundamental: “Cuando mi voz desaparece, por las razones que sea, ella aparece”.

Hoy, su pequeño apartamento en Zúrich “huele a casa”, a una construcción apacible de Zaraza, con aroma a pollo asado, arepa frita y ensalada de repollo. Aunque ambos celebran su vida en la Opernhaus de Zúrich, Dayana y Luis sienten culpa de vivir en un lugar tan bonito con empleo, mientras sus familiares todavía viven una situación difícil en Venezuela.

Luis, tenor agudo, ha estado de gira con papeles en óperas en Italia y ha tenido presentaciones como solista en Zúrich, atribuyendo su tipo de interpretación a la música de su llano natal.

La voz de Luis Magallanes no solo resuena en la apacible Zúrich; lleva consigo el eco del joropo de Zaraza, la desesperación del hambre y la deuda inmensa hacia la red de solidaridad que evitó que un talento invaluable se apagara. Su trayectoria es un recordatorio contundente de que, incluso en la peor adversidad, el talento forzado al exilio siempre busca una vía para construir de nuevo, casa por casa, con cada nota.

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Iliana Ruiz
Iliana Ruizhttps://noticiasactivas.com/
Directora Editorial, con más de 13 años de experiencia en marketing, comunicación estratégica y creación de contenidos, especializada en los sectores de Turismo y Economía. Ha liderado el desarrollo de estrategias editoriales orientadas al posicionamiento de marca, crecimiento de audiencias y generación de valor comercial, integrando análisis de mercado, storytelling y visión de negocio. Su experiencia abarca la planificación, producción y curaduría de contenidos multiplataforma, así como la coordinación de equipos creativos y la gestión de proyectos editoriales con enfoque en resultados, impacto y relevancia informativa.
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