La aprobación de la reelección presidencial indefinida en El Salvador ha resonado con un eco familiar en América Latina. Esta decisión, que permite a un presidente popular concentrar poder y postularse cuantas veces desee, evoca experiencias pasadas en la región, donde otros países ya han transitado un camino similar con consecuencias significativas para sus democracias.
La reforma constitucional en El Salvador
La Asamblea Legislativa de El Salvador, con amplias mayorías del partido del presidente Nayib Bukele, llevó a cabo una reforma constitucional de forma exprés. Aprobada por 57 de 60 legisladores, esta enmienda no solo habilitó la reelección presidencial indefinida, sino que también extendió el período presidencial de cinco a seis años y eliminó la segunda vuelta en las elecciones.
Bukele, elegido inicialmente en 2019 y reelegido el año pasado con un amplio margen, ha basado su popularidad en una política de seguridad de mano dura. Bajo un estado de excepción, su gobierno ha encarcelado a decenas de miles de personas acusadas de vínculos con pandillas, una estrategia que ha sido criticada por organizaciones de derechos humanos debido a los abusos de poder que implica. El mandatario, de 44 años, puede ahora buscar la continuidad en el cargo sin un plazo de salida obligatoria.
Ante las críticas, Bukele argumentó que el 90% de los países desarrollados permiten la reelección indefinida de su jefe de gobierno, y que nadie se inmuta. Sostuvo que la distinción entre sistemas parlamentarios y presidenciales es un “tecnicismo” y un “pretexto” para oponerse a El Salvador.
El “tecnicismo” crucial: regímenes parlamentarios vs. presidenciales
Expertos consideran que la diferencia entre regímenes parlamentarios y presidenciales es crucial. Agustín Grijalva, exjuez de la Corte Constitucional de Ecuador y docente de la Universidad Andina, explicó a BBC Mundo: “En un régimen parlamentario, la elección del primer ministro o presidente proviene de un acuerdo en el Parlamento de fuerzas políticas diversas”. En contraste, “en un régimen presidencial (hay) dos elecciones separadas e independientes: la del Parlamento por un lado y la del presidente por otro, que no depende de la elección del Parlamento. Y cada uno tiene un período fijo”, agregando que “es otra estructura institucional totalmente distinta, que exige que esos períodos fijos se cumplan”.
Grijalva desafía la postura de Bukele, señalando que los países con regímenes presidenciales y reelección indefinida suelen ser autoritarios, como Venezuela o Nicaragua.
Precedentes en América Latina: la reelección indefinida y sus riesgos
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La reforma salvadoreña está lejos de ser un fenómeno inusitado en América Latina. La evidencia regional, según expertos, demuestra que el permiso de continuidad a voluntad de los mandatarios en un régimen presidencial conlleva serios riesgos para las democracias. Mario Torrico, politólogo que ha investigado el fenómeno, afirmó a BBC Mundo: “La reelección indefinida es sinónimo de autocratización”.
Países como Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia permitieron la reelección ilimitada de sus presidentes en este siglo, años antes que El Salvador. Mientras que Venezuela y Nicaragua mantienen este cambio y son considerados autocráticos por gran parte de la comunidad internacional, Ecuador y Bolivia revirtieron posteriormente la posibilidad de permanencia ilimitada en el poder. Una paradoja es que estas habilitaciones se dieron bajo gobiernos de izquierda, supuestamente en las antípodas ideológicas de Bukele.
El modo en que se aprobaron estas reformas también muestra similitudes llamativas:
- Se aprobaron bajo presidentes que ya llevaban más de un mandato y se acercaban al límite constitucional. Es decir, se hicieron “con nombre y apellido”.
- Estos presidentes contaban con mayorías en el Legislativo, la Justicia o ambos.
- Venezuela: En 2008, el entonces presidente Hugo Chávez pidió a su mayoría legislativa que aprobaran la reforma “rápido”. La votaron en menos de dos meses y la ratificaron en referéndum poco más de un año después de que la ciudadanía la hubiese rechazado por voto popular. Chávez argumentaba que “el pueblo es el dueño de un país” y debía decidir la continuidad de un presidente.
- Nicaragua: Daniel Ortega, al igual que Bukele, gobernó por dos mandatos consecutivos basándose en dictámenes judiciales que desactivaron la prohibición de reelección inmediata. Posteriormente, mayorías legislativas oficialistas cambiaron la Constitución para permitir la reelección indefinida. Ortega lleva más de 18 años en el poder.
- Ecuador: Bajo la presidencia de Rafael Correa, mayorías legislativas oficialistas también cambiaron la Constitución para permitir la reelección indefinida.
- Bolivia: El Tribunal Constitucional autorizó al entonces presidente Evo Morales a buscar la reelección sin límites al terminar su tercer mandato consecutivo, a pesar de que la Constitución solo permitía una reelección y de que un referéndum ciudadano había rechazado el cambio. Las elecciones de ese año terminaron en una crisis y Morales abandonó el país.
El argumento de la “soberanía popular” es similar al manejado por el oficialismo de Bukele. La vicepresidenta del Congreso salvadoreño, Suecy Callejas, afirmó al votar la enmienda: “El poder ha regresado al único lugar al que verdaderamente pertenece… al pueblo salvadoreño”. Sin embargo, Grijalva rechaza esta idea, sosteniendo que “lo que está sucediendo es que se invoca a esa mayoría para tener un régimen autoritario”.
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Las consecuencias y el camino a la autocracia
La directora para América de Human Rights Watch, Juanita Goebertus, advirtió en la red X que El Salvador de Bukele transita “el mismo camino” que la Venezuela de Chávez, que “empieza con un líder que usa su popularidad para concentrar poder, y termina en dictadura”. Chávez presidió Venezuela durante 14 años hasta su muerte en 2013, y su sucesor, Nicolás Maduro, sigue en el poder.
Los expertos sugieren que la aprobación de una reelección indefinida es más probable cuando hay flexibilidad para cambiar las constituciones o cuando los jueces están subordinados al Poder Ejecutivo. El caso de Colombia, donde la Corte Constitucional en 2010 frenó la aspiración del entonces presidente Álvaro Uribe a un tercer mandato, es citado como ejemplo inverso. Torrico, investigador en Flacso México, subraya la importancia de “instituciones que construyan una reputación y sean muy profesionales”.
Aunque los casos de Bolivia y Ecuador sugieren una posible marcha atrás en la reelección ilimitada una vez que Morales y Correa dejaron el poder, los expertos manifiestan preocupación por la salud democrática de El Salvador. Torrico concluye que “la reelección consecutiva ya nos mete en problemas, porque los presidentes para reelegirse tuercen reglas y acumulan poder”, pero “cuando además les metes la reelección indefinida, intentan controlarlo todo, y lo que se vive ya es un régimen autocrático”. La historia, aunque no se repita, sin duda rima.