La reforma que convierte al CURP en identificación oficial con biométricos causa polémica por sus posibles riesgos a la privacidad.
Un lunes cualquiera, Mariana despertó con una notificación: pronto su CURP incluirá huellas y fotos. El gobierno promete seguridad, pero muchos temen vigilancia.
¿Qué propone realmente la reforma del CURP?
El 24 de marzo, Ernestina Godoy, en nombre del Gobierno de México, presentó un paquete de reformas que pretende unificar la identidad ciudadana a través del CURP. Este documento, que hasta ahora funcionaba como un registro poblacional, se convertiría en la identificación oficial con elementos biométricos como fotografía y huellas dactilares.
Objetivos declarados de la reforma:
- Crear una plataforma digital única de identidad.
- Permitir consultas en tiempo real entre autoridades.
- Agilizar la búsqueda de personas desaparecidas.
- Imponer sanciones a funcionarios que no actualicen la información.
La iniciativa será discutida en el Congreso, y de ser aprobada, cambiaría radicalmente la forma en que el Estado mexicano registra y accede a la identidad de sus ciudadanos.
¿Un sistema interconectado o un modelo de vigilancia?
El dilema entre eficiencia y control
El argumento del gobierno es claro: interconectar a México, evitar duplicidades administrativas y mejorar la seguridad. Sin embargo, en redes sociales, ciudadanos y activistas han encendido las alertas. ¿Estamos ante un avance necesario o frente a una herramienta de vigilancia masiva?
Álvaro Porras Vivas, Subdirector de Resoluciones del Instituto Nacional de Transparencia (INAI), advirtió que aunque hay potenciales beneficios, existen “lagunas legales” y confusiones sobre el uso y protección de los datos recolectados.
“La digitalización no puede estar por encima de la privacidad. Necesitamos garantías técnicas y legales claras”, señala Porras en entrevista con Infobae México.
¿Qué pasará con los datos biométricos?
Los datos biométricos como huellas digitales, iris, rostro o voz son considerados por ley como datos personales sensibles. Su uso sin control puede derivar en perfiles de vigilancia, discriminación o incluso accesos indebidos a información privada.
Según la Guía de Datos Biométricos publicada por el INAI en 2018, este tipo de datos son:
- Universales: todos los poseemos.
- Únicos: no se repiten en otras personas.
- Permanentes: se mantienen estables a lo largo del tiempo.
- Medibles: se cuantifican con precisión.
Sin embargo, tras la desaparición del INAI y su sustitución por el nuevo Instituto de Transparencia para el Pueblo, muchos se preguntan: ¿quién vigilará al vigilante?
¿Qué riesgos reales enfrenta la ciudadanía?
Fugas de información y ciberseguridad
México ha enfrentado incidentes graves de fugas masivas de datos. En 2020, un hackeo al padrón electoral puso en duda la capacidad del Estado para custodiar la identidad digital.
El temor hoy es que una base única que centralice datos biométricos, médicos, laborales y educativos aumente el riesgo de ciberataques, con consecuencias devastadoras.
La desaparición del INAI y su impacto
La eliminación del INAI debilitó el aparato de rendición de cuentas y protección de datos personales. Sin un ente autónomo, muchos consideran que la supervisión sobre los datos será endeble y su uso podría politizarse.
“Las instituciones no deben desaparecer, deben fortalecerse”, opinó Catalina Botero, experta internacional en derechos digitales, en una reciente conferencia organizada por la UNAM.
¿Hasta dónde debe llegar el Estado para identificarnos mejor? En un país con más de 110,000 personas desaparecidas y una creciente desconfianza institucional, el equilibrio entre eficiencia administrativa y privacidad ciudadana será clave. El futuro del CURP no solo marcará un cambio burocrático: definirá el nuevo rostro de la identidad en México.