El Centro Histórico de la Ciudad de México se convirtió en el escenario de una inusual demostración de cercanía presidencial. Con una seguridad mínima y sin el despliegue protocolario acostumbrado, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo decidió recorrer a pie el trayecto de Palacio Nacional a la Secretaría de Educación Pública (SEP). Este acto, más allá de la logística, envía un mensaje claro al círculo rojo sobre su estilo de gobernar y la confianza en el contacto directo.
El simbolismo de la sencillez presidencial
La presidenta Claudia Sheinbaum decidió prescindir de las comitivas numerosas para su traslado. El objetivo era llegar a la calle de Donceles para encabezar la Reunión Nacional de Universidades e Instituciones Públicas de Educación Superior en la sede de la SEP.
El recorrido se llevó a cabo con una seguridad que sorprendió a propios y extraños, integrada únicamente por “un par de integrantes de la Ayudantía“. Esta decisión de caminar sin mayor resguardo destaca la voluntad de la mandataria de interactuar espontáneamente con los ciudadanos, un factor clave en la construcción de su imagen pública.
Un trayecto de medio kilómetro en media hora
El recorrido a pie, de apenas medio kilómetro, tomó aproximadamente media hora debido a las constantes interrupciones. La ruta inició por la calle de Moneda, continuó por Licenciado Verdad, cruzó el área del Museo del Templo Mayor, para seguir enseguida por Justo Sierra, República de Argentina y culminar en Luis González Obregón.
Durante el trayecto, la presidenta recibió múltiples muestras de cariño y saludos. El lapso de treinta minutos fue aprovechado para:
- Tomarse numerosas selfies con ciudadanos y visitantes.
- Firmar ejemplares de su libro, “Diario de una Transición Histórica”.
El encuentro inesperado en el Museo del Templo Mayor
Uno de los momentos más destacados del recorrido ocurrió cerca del Museo del Templo Mayor. Allí, la presidenta Sheinbaum se encontró con un grupo de jóvenes de preparatoria provenientes de Durango.
La presencia de la mandataria generó una inmediata conmoción. “¡Es Claudia!”, gritaron varios jóvenes, sorprendidos al darse cuenta de que la Presidenta de México se acercaba a ellos.
La interacción fue espontánea y cargada de entusiasmo:
- “—Buenos días, ¿cómo están?”, preguntó la Presidenta.
- “—¡Bien!, venimos de Durango de visita”, respondieron, expresando su admiración: “¡La admiro mucho!, muchas gracias por el trabajo que hace por los mexicanos”.
Antes de que el grupo se despidiera, los jóvenes lanzaron una porra en honor a la presidenta. Ella se unió a la exclamación con una arenga de origen local, creando un diálogo efusivo:
- “—Cómo la Laguna…”, enfatizó Sheinbaum.
- “—¡Ninguna!”, respondieron los jóvenes de preparatoria.
Este tipo de contacto directo, capturado por la lente de los medios, reafirma la estrategia de proximidad que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo parece implementar, priorizando la conexión con la base sobre los protocolos estrictos de seguridad que dicta la investidura.
La caminata de Palacio Nacional a la calle de Donceles no fue solo un traslado, sino una declaración de principios sobre la forma en que el nuevo gobierno busca relacionarse con la ciudadanía: sin grandes despliegues de seguridad, confiando en la popularidad y el calor de las calles del Centro Histórico. El contraste entre la alta investidura y la reducida Ayudantía obliga a preguntarse si este modelo de accesibilidad será sostenible a lo largo de su sexenio.




