Ejercicio y Alzheimer: el simple hábito que podría salvar tu memoria

Ejercicio y Alzheimer: aumentar la actividad física en la mediana edad reduce el riesgo. Descubre cómo este hábito podría cambiar tu destino.

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El descubrimiento que podría cambiar millones de vidas

Cataluña, 2025. Una mujer de 50 años recibe la noticia de que su madre ha sido diagnosticada con Alzheimer. En medio del miedo y la incertidumbre, se hace una pregunta que millones comparten: ¿puedo evitar ese mismo destino? La ciencia tiene una respuesta cada vez más clara: muévete.

Según un estudio reciente publicado en Alzheimer’s & Dementia, hacer ejercicio entre los 45 y los 65 años puede reducir de forma significativa la acumulación de beta amiloide, la proteína tóxica que marca el inicio del Alzheimer. Más aún, los beneficios no requieren maratones ni gimnasios: basta con moverse más.

¿Qué es el Alzheimer y por qué importa tanto la actividad física?

Una epidemia silenciosa en crecimiento

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a más de 55 millones de personas en el mundo, según la OMS. Es la forma más común de demencia y no tiene cura. Pero el 13% de los casos podrían prevenirse, solo modificando un factor: la inactividad física.

“Cualquier cantidad de ejercicio, por mínima que sea, tiene beneficios para la salud”, afirma Müge Akinci, del Instituto de Salud Global de Barcelona.

Beta amiloide: el enemigo silencioso

El estudio se centró en la beta amiloide, una proteína que se acumula en el cerebro formando placas. Estas placas dañan las neuronas y son un indicador temprano del Alzheimer. Lo novedoso del hallazgo es que el ejercicio físico parece reducir directamente esta acumulación.

¿Cómo se hizo el estudio y qué lo hace confiable?

Metodología rigurosa con base en evidencia

El estudio siguió a 337 personas de entre 45 y 65 años en Cataluña, como parte de una investigación a largo plazo sobre Alzheimer. Se utilizaron:

  • Cuestionarios de actividad física para medir cambios en los hábitos de ejercicio durante 4 años.
  • Pruebas de neuroimagen para observar los efectos del ejercicio en el cerebro.

Resultados que no dejan lugar a dudas

Los participantes que aumentaron su nivel de actividad física durante ese periodo mostraron:

  • Menor acumulación de beta amiloide.
  • Mayor grosor cortical (es decir, menor deterioro cerebral).
  • Mejor salud en las regiones del cerebro asociadas a la memoria.

Y lo más relevante: estos beneficios fueron proporcionales a la cantidad de ejercicio, lo que confirma un “efecto dosis-respuesta”.

¿Cuánto ejercicio es necesario para proteger tu cerebro?

Las recomendaciones clave

Según las pautas internacionales, se sugiere:

  • 150 a 300 minutos de actividad moderada por semana
    (como caminar rápido, bailar o andar en bicicleta)
  • 75 a 150 minutos de actividad vigorosa
    (como correr, nadar o hacer HIIT)

Pero lo más importante es el aumento progresivo de la actividad. No se trata solo de alcanzar una cifra, sino de hacer más que antes.

“Los beneficios están relacionados con el aumento de la actividad en el tiempo”, señala el estudio.

¿Qué tipo de ejercicio es mejor para la salud cerebral?

Moderado o vigoroso: ambos suman

El estudio no privilegia un tipo de actividad sobre otro. Lo que cuenta es el movimiento. Sin embargo, se destacan algunos puntos clave:

Ejercicio moderado

  • Mejora la circulación y oxigenación cerebral
  • Reduce la inflamación crónica, asociada con el deterioro cognitivo
  • Es más sostenible a largo plazo

Ejercicio vigoroso

  • Aumenta los niveles de BDNF (factor neurotrófico), esencial para la plasticidad cerebral
  • Disminuye el estrés oxidativo
  • Mejora la capacidad cardiorrespiratoria, clave para la función cognitiva

¿Y si no puedes hacer tanto?

No todo está perdido. Incluso quienes no alcanzaron las recomendaciones mínimas tuvieron mejores resultados que los completamente sedentarios.

“Cualquier nivel de actividad mejora el grosor cortical frente al sedentarismo”, concluye Akinci.

Implicaciones sociales: ¿puede el ejercicio cambiar el futuro del Alzheimer?

Una estrategia de salud pública urgente

Para Eider Arenaza-Urquijo, también autora del estudio, el mensaje es claro:

“Promover la actividad física en la mediana edad debe ser una estrategia de salud pública.”

Esto no solo es relevante para individuos, sino también para gobiernos, sistemas de salud y educadores. Prevenir el Alzheimer podría ser tan sencillo —y tan poderoso— como mover el cuerpo.

¿Qué podría pasar si ignoramos esta evidencia?

  • Aumentarán los casos de Alzheimer, con alto costo humano y económico.
  • Se saturarán los sistemas de salud con pacientes dependientes.
  • Se reducirá la calidad de vida de millones de familias.

En cambio, si se promueve el ejercicio desde hoy, podríamos evitar millones de casos en las próximas décadas.

Consejos prácticos para comenzar hoy mismo

  • Camina 30 minutos al día: no necesitas equipo ni membresía.
  • Súmate a una clase grupal: motivación y constancia.
  • Haz “microejercicio”: sube escaleras, estira cada hora, camina al teléfono.
  • Registra tu progreso: usa apps o diarios físicos.
  • Hazlo divertido: baila, juega, baila otra vez.

Lo importante es romper con el sedentarismo y mantener el hábito.

Tu cuerpo como medicina del futuro

El Alzheimer no se manifiesta de un día para otro. Se gesta en silencio durante décadas. La buena noticia es que también podemos prevenirlo durante ese mismo tiempo.

Moverte más entre los 45 y los 65 años puede ser el acto más simple con las consecuencias más profundas. No solo proteges tu memoria: inviertes en tu dignidad futura.

¿Y si la próxima revolución médica no está en una pastilla, sino en tus zapatillas?.

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