La nevada mortal que despertó una revolución cultural
Un hombre ordinario, una ciudad bajo la nieve y una invasión implacable. El Eternauta no solo cambió el rumbo del cómic latinoamericano: desató una revolución simbólica que hoy revive en la pantalla de Netflix. Esta adaptación no es solo televisión, es historia viva en movimiento.
El Eternauta: un cómic de resistencia
Héctor Germán Oesterheld, el cronista de la rebelión
Detrás de la mítica figura de Juan Salvo está Oesterheld, guionista y víctima de la dictadura argentina. Su vida y obra están entrelazadas de forma trágica y simbólica. Publicado por primera vez en 1957, El Eternauta emergió en un contexto marcado por la tensión política y social. Desde entonces, se convirtió en una herramienta de denuncia, un espejo de la realidad latinoamericana.
Un ciudadano convertido en símbolo
Juan Salvo es cualquier persona. Y a la vez, es todos. No tiene superpoderes al inicio, pero su fuerza reside en la conciencia colectiva. A través de él, Oesterheld denunció la alienación, el autoritarismo y el individualismo feroz.
“El héroe colectivo era más importante que el individual”, escribiría Oesterheld. Esa premisa definó su estética narrativa y el legado del personaje.
Una historia con secuelas más oscuras
La segunda parte del Eternauta
En 1976, año de su desaparición forzada, Oesterheld publicó la continuación del cómic en la revista Skorpio. Esta segunda parte es mucho más oscura y radical. Juan Salvo ya no es solo un padre y esposo. Es un líder mesiánico dispuesto a todo, incluso al sacrificio de su familia, con tal de vencer al enemigo alienígena.
El cambio de tono revela la desesperación del autor. El contexto político argentino impregnó cada página. La esperanza fue reemplazada por la urgencia de la lucha total.
Poderes sobrenaturales y resignificación del héroe
En esta versión, Salvo adquiere habilidades extraordinarias: fuerza sobrehumana y capacidades mentales que bordean la premonición. Se convierte en una especie de semidios revolucionario. Esta evolución representa el dilema entre humanidad y fanatismo, entre resistencia y destrucción total.
La ciudad como personaje central
Buenos Aires: trinchera y símbolo
La decisión de situar la acción en Buenos Aires fue audaz y pionera. Hasta entonces, la ciencia ficción se desarrollaba en Nueva York, Tokio o Marte. Pero Oesterheld rompió el molde. Mostró una Buenos Aires reconocible, devastada por la nieve letal, pero también resistente.
El escenario urbano actúa como otro personaje. Cada esquina, cada barrio es un bastión en la lucha contra lo desconocido. La ciudad representa la resistencia cultural, el apego al territorio, la lucha de lo local frente a lo global.
Netflix y la autenticidad escénica
La serie de Netflix respeta este legado. Reconstruye con minuciosidad la Buenos Aires de mediados del siglo XX, añadiendo toques contemporáneos. La fidelidad visual es clave para conservar el mensaje original: lo específicamente argentino puede ser universal.
Una invasión con jerarquía de horrores
La nieve mortal: el inicio de todo
El arma inicial de los invasores no son láseres ni naves espaciales, sino nieve. Una sustancia blanca, silenciosa, letal. La nevada mortal mata sin previo aviso. Representa el terror impersonal del autoritarismo y la aniquilación sistemática.
Cascarudos, gurbos y hombres-robot
Tras la nieve, llegan los cascarudos, insectos gigantes con comportamientos caníbales. Luego, los hombres-robot, humanos transformados en máquinas esclavas. Finalmente, los gurbos, bestias de combate usadas como fuerza bruta.
Estos niveles de monstruosidad no son aleatorios. Cada criatura representa una capa del sistema opresor. Desde la fuerza ciega hasta el servilismo total, pasando por el sadismo sin rostro.
Los Manos: estrategia y control
En la cima de esta estructura están Los Manos, alienígenas que planifican la destrucción con frialdad militar. Son los tecnócratas del apocalipsis. Su frialdad contrasta con la pasión de los humanos por sobrevivir.
Ellos: el verdadero enemigo
Un poder invisible y despiadado
Pero ni siquiera Los Manos son los verdaderos villanos. Detrás de todo están Ellos. Un poder invisible, indescriptible, que representa el dominio total. El “odio cósmico” como lo llamó Oesterheld. Una metáfora del capitalismo salvaje, de las dictaduras, del imperialismo sin bandera.
Alegoría de los sistemas de opresión
El Eternauta desnuda el mecanismo del control: títeres, armas, intermediarios… pero nunca el verdadero rostro del poder. Esa es su denuncia más poderosa. Y también la más vigente.
Una revisión política del relato original
La versión de 1969: más explícita, más cruda
A pedido de la revista Gente, Oesterheld reescribió el cómic en 1969. Esta vez, con un enfoque más ideológico. Juan Salvo ya no espera ayuda internacional. Entiende que el mundo mirará hacia otro lado mientras Argentina sufre.
La nevada, entonces, no solo es un desastre, sino una traición. Una crítica directa a la indiferencia global, al egoísmo de las potencias. Y también una reflexión amarga sobre el aislamiento del sur global.
El Eternauta como manifiesto anticapitalista
La obra se carga de simbolismo anticapitalista. Las instituciones fallan, el individualismo mata, solo la acción colectiva salva. Es una declaración política sin eufemismos. Y un llamado a la acción.
El Eternauta hoy: Netflix y el regreso del mito
Del papel a la pantalla
Llevar El Eternauta a la televisión no fue fácil. La obra tiene capas simbólicas que desafían la narrativa lineal. Pero Netflix apostó. Y el resultado es un éxito rotundo.
Una serie que respeta el espíritu original
La adaptación logra el equilibrio entre acción, drama y crítica social. Rescata los mensajes clave: la fuerza de lo colectivo, la lucha contra el poder invisible, la importancia de la memoria histórica.
Un mensaje eterno para un mundo cambiante
El Eternauta no es solo ciencia ficción. Es un grito de alerta. Un cómic convertido en arte político, en denuncia social, en espejo de nuestras peores pesadillas. Y también, en faro de esperanza.
Netflix ha devuelto al mundo esta joya latinoamericana. Pero el verdadero poder sigue estando en las páginas del cómic y en la historia de su creador. La pregunta que nos deja es directa: ¿podemos resistir hoy como lo hizo Juan Salvo?