La decisión que parte a los Guzmán: colaboración o guerra
Cuando Ovidio Guzmán decidió negociar con el gobierno de Estados Unidos, el mapa del crimen organizado en México dio un giro silencioso pero profundo. La palabra clave es “sobrevivencia”, y en este dilema, colaborar con la justicia o continuar en la clandestinidad puede ser la diferencia entre vivir y morir. Pero ¿qué pasa con sus hermanos, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar?
Un escenario improbable: la entrega de “Los Chapitos”
“Su sobrevivencia depende del poder”
Para el analista en seguridad nacional David Saucedo, la posibilidad de que Iván o Jesús Alfredo se entreguen es casi nula. En entrevista con el periodista Luis Chaparro, fue contundente: “Veo muy complicado que la totalidad de los hijos del Chapo se entreguen a la justicia”.
Y es que la lógica del crimen organizado no permite retiros pacíficos. En palabras de Saucedo, retirarse del negocio significaría quedar expuestos a enemigos, traiciones internas y perder todo el andamiaje que garantiza su seguridad.
Una estructura que no perdona la debilidad
Los Chapitos, al frente del Cártel de Sinaloa, no solo controlan hombres y armas, sino una red de ingresos, rutas, protecciones políticas y policíacas que se desmoronaría con una entrega voluntaria.
“Si dejan de tener ingresos, recursos, anillos de protección… los adversarios irían por ellos”, advirtió Saucedo. Es, en palabras crudas, una guerra que no se puede dejar de pelear sin pagar un precio fatal.
Familia dividida, estrategia compartida
Una “decisión corporativa”
Lo que parece una fractura en la familia Guzmán podría ser, según Saucedo, una estrategia coordinada. “La mitad se va al esquema de protección de testigos de la DEA y la otra mitad sigue con el negocio”, explicó.
Este modelo de “división funcional” no es nuevo. La familia Zambada lo ejecutó antes: Vicente Zambada testificó en cortes federales, mientras su padre seguía operando desde México.
El caso Griselda López
Un ejemplo reciente de esta doble vía es Griselda López, madre de Ovidio. Aunque enfrenta cargos federales, ha sido vista cruzando legalmente hacia EE.UU. Saucedo estima que no pisará la cárcel gracias a la colaboración de su hijo.
El modelo de cooperación que conviene a EE.UU., pero no a México
Beneficios a cambio de inteligencia
Para Estados Unidos, el acuerdo con criminales de alto perfil responde a una lógica pragmática: desmantelar redes desde adentro. Los beneficios ofrecidos van desde reducciones de condena, protección familiar, permisos migratorios, hasta conservar parte de sus activos.
“Incluyen reducciones de sentencia, que no se emitan órdenes de captura, visas, residencias, prisiones de baja seguridad…”
Pero mientras Washington limpia sus calles, México sufre las consecuencias inmediatas.
Una guerra que se intensifica
Según Saucedo, estos acuerdos exacerban la violencia en México. La fragmentación del Cártel de Sinaloa genera más secuestros, sobornos, exportación de drogas y compra de armas.
“Quizá tenga muy contento a Donald Trump y al gabinete de seguridad de EE.UU., pero en México nos mete en un sinfín de problemas”.
Un futuro sin salida fácil
La historia de los hijos del Chapo no parece tener un final claro. Ovidio y Joaquín Guzmán apuestan por el camino judicial; Iván y Alfredo, por la guerra. Pero ambos caminos son riesgosos y, en el fondo, parte de una misma estrategia familiar.
Mientras Estados Unidos premia la cooperación, el Cártel de Sinaloa ajusta sus mecanismos de defensa, alimentando una violencia que, lejos de cesar, se transforma.
¿Paz negociada o guerra sin fin?
La entrega de Ovidio marca un antes y después en la dinámica del narcotráfico. Pero ¿puede una familia criminal dividirse sin fracturarse? ¿Puede México sostener el costo de una paz negociada con la DEA?
Las respuestas, como las decisiones de los Chapitos, siguen ocultas tras la cortina de humo de la clandestinidad.
