Mara Lezama denuncia guerra sucia y bots en redes sociales
La gobernadora de Quintana Roo, Mara Lezama, encendió el debate público al denunciar una intensa campaña de difamación en su contra. En su reciente participación en el programa “La Voz del Pueblo”, la mandataria aseguró que detrás de estos ataques hay una fuerte inversión económica y el uso masivo de bots para posicionar tendencias en redes sociales.
Esta situación, según Lezama, forma parte de una estrategia política para desprestigiar a las mujeres gobernantes de la Cuarta Transformación (4T). Pero, ¿quién está detrás de estos ataques y cuál es su verdadero objetivo?
Acusaciones Graves que Vinculan a la Gobernadora de Quintana Roo, con el Narcotráfico y el uso de redes sociales que utilizan como arma política.
Las etiquetas de la controversia
En las últimas semanas, hashtags como #NarcoGobernadores y #NarcoGobernadoras han cobrado fuerza en redes sociales. Estos términos, que asocian a diversos funcionarios estatales con el crimen organizado, han sido utilizados para atacar la reputación de distintos gobiernos afines a la 4T.
Lezama fue enfática al desmentir cualquier vínculo con el narcotráfico: “Quiero dejarlo muy claro: Yo no soy una Narco Gobernadora y no tengo ningún nexo con el narco. Soy una mujer con valores, con unos padres que me abrazaron. Soy una mujer que cree en todos los valores”, declaró de manera contundente.
Difamación:
Uno de los principales rumores que circulan en su contra es una supuesta investigación en su contra por parte de la DEA y el Departamento del Tesoro de EE.UU. Sin embargo, Lezama desmintió categóricamente esta versión: “Es falso, es completamente falso”, afirmó.
Las fake news han cobrado relevancia en los procesos políticos actuales, donde las estrategias digitales se han convertido en armas de doble filo. ¡Pero hay algo más! ¿Quién financia estas campañas?
La inversión millonaria detrás de los ataques
De acuerdo con la gobernadora, estos ataques no son espontáneos, sino que están respaldados por una fuerte inversión económica. La propagación masiva de noticias falsas y hashtags negativos requiere una maquinaria digital costosa, con granjas de bots operadas desde diferentes puntos.
Oposición y guerra sucia
Según Lezama, este tipo de campañas han sido utilizadas históricamente por la oposición para desgastar a los gobiernos de la 4T. “El pueblo no se deja engañar”, aseguró, confiando en que la desinformación no tendrá el impacto esperado.
La guerra sucia en redes sociales no es un fenómeno nuevo en la política mexicana, pero la sofisticación de las estrategias de difamación ha aumentado con el uso de tecnologías avanzadas y estructuras de financiamiento poco claras.
El papel de las mujeres en la Cuarta Transformación
Ataques dirigidos a gobernadoras
Mara Lezama no es la única que ha sido blanco de estas estrategias de desprestigio. Otros estados gobernados por mujeres afines a la 4T también han sido afectados por campañas similares.
El avance de las mujeres en la política mexicana ha sido un tema central en la transformación del país, y el ataque a su imagen puede interpretarse como una respuesta a su creciente protagonismo en el poder.
“Aquí damos la cara al pueblo 24/7”
Lezama concluyó su intervención reafirmando su compromiso con la transparencia y el contacto directo con la ciudadanía. “Ya no son los tiempos de los gobiernos neoliberales. Aquí damos la cara al pueblo 24/7”, sentenció.
Su declaración refleja la postura del movimiento de la 4T, que busca diferenciarse de las prácticas políticas del pasado y fortalecer la relación entre el gobierno y la ciudadanía.
Una batalla por la percepción pública
El caso de Mara Lezama es un ejemplo más de cómo la política digital se ha convertido en un campo de batalla donde la información y la desinformación luchan por moldear la percepción pública.
Mientras las redes sociales sigan siendo un espacio donde la opinión puede ser manipulada con recursos económicos y estrategias de comunicación digital, los líderes políticos deberán enfrentar nuevos desafíos para preservar su imagen y credibilidad.
La pregunta sigue en el aire: ¿hasta dónde puede llegar la guerra sucia en la política mexicana?