Francisco Labastida revela que Colosio sabía que lo podían matar por enfrentar al narco

Francisco Labastida revela que advirtió a Colosio del riesgo mortal por sus planes contra el narco. Una confesión que reaviva la teoría del complot.

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Francisco Labastida rompe el silencio sobre Colosio: “Te estás arriesgando a que te maten”

Un testimonio que revive las heridas del México de 1994

En un país marcado por la violencia política y los pactos oscuros con el crimen organizado, las palabras pueden costar la vida. Así lo recuerda Francisco Labastida Ochoa, exgobernador de Sinaloa y ex candidato presidencial del PRI, al revelar en sus memorias una advertencia brutal que lanzó a su amigo y colega Luis Donaldo Colosio: “No puedes decir eso, te van a matar”.

El testimonio aparece en su reciente autobiografía La Duda Sistemática, una obra que no solo reconstruye su paso por la política mexicana, sino que también lanza una declaración de alto voltaje: Colosio fue asesinado por lo que dijo, no solo por lo que representaba. El atentado en Lomas Taurinas, Tijuana, no fue un hecho aislado ni aleatorio, según Labastida. Fue, en su lectura, el resultado de una osadía verbal que desnudó los vínculos entre el poder y el crimen.

El aviso que nunca fue escuchado

“Te estás arriesgando a que te maten”

En un país donde el narcotráfico ya había infiltrado las estructuras del poder político, hablar de “poner orden” era casi una sentencia de muerte. Labastida recuerda que Colosio le confesó que, de llegar a la presidencia, iría con todo contra los cárteles y también contra los políticos que los protegían. Su respuesta fue directa:

“Le dije: no puedes decir eso cuando sólo eres un candidato. No tienes poder, te estás arriesgando a que te maten”.

Estas palabras, que suenan hoy como una lúgubre premonición, vuelven a poner sobre la mesa el eterno dilema del México contemporáneo: ¿Hasta qué punto puede un político reformista sobrevivir en un sistema que protege sus propios intereses, incluso con sangre?

La estrategia del silencio: “Las acciones se hacen, no se anuncian”

El código no escrito del poder

Francisco Labastida no solo describe el contexto, sino que ofrece una interpretación del poder a la mexicana. Según su visión, en un entorno donde las alianzas con el narco son posibles, anunciar una ofensiva contra ellos no solo es peligroso, sino ingenuo.

“Las acciones duras se hacen, no se hablan. Si hablas, alertas al enemigo”, sostiene.

Este principio, que para muchos suena a complicidad, fue para otros una muestra del realismo político con el que se operaba en las altas esferas. Colosio, con su discurso reformista, había roto ese pacto de silencio. Lo pagó con su vida.

¿Quién mató a Colosio? El regreso de una pregunta sin respuesta

El expediente abierto del México herido

Luis Donaldo Colosio fue asesinado el 23 de marzo de 1994 en Tijuana, Baja California, durante un mitin. Oficialmente, Mario Aburto Martínez fue señalado como el asesino solitario, detenido en el acto y condenado a 45 años de prisión.

Pero las dudas nunca desaparecieron. La teoría del “asesino solitario” ha sido cuestionada por años. Las contradicciones en las pruebas, los cambios en las declaraciones, y ahora, las memorias de Labastida, reavivan la sospecha de un crimen de Estado.

La narrativa oficial ha tenido grietas que no terminan de cerrarse. Y cada nueva revelación, como la del exgobernador sinaloense, añade una capa más a un caso que define la historia reciente de México.

Diana Laura y el exilio silencioso en Portugal ¿Qué sabía la esposa de Colosio?

Otra revelación impactante de La Duda Sistemática es el testimonio sobre Diana Laura Riojas, la esposa de Colosio. Tras el asesinato, buscó refugio en Portugal, donde Labastida fungía como embajador.

“Se fue con nosotros porque se sentía segura”, relata.

La frase, breve pero poderosa, sugiere que el entorno político era tan turbio que la propia viuda del candidato no confiaba en las instituciones mexicanas para garantizar su seguridad. ¿Tenía miedo por lo que sabía? ¿Sabía demasiado?

Diana Laura murió meses después, víctima de cáncer. Pero su silencioso retiro de la escena pública en un país extranjero sigue siendo un elemento inquietante de este rompecabezas.

El PRI, Colosio y la traición interna El ascenso de Zedillo y el derrumbe de un régimen

Tras el asesinato de Colosio, el PRI designó a Ernesto Zedillo como su candidato presidencial. Hasta entonces, era solo el coordinador de campaña y exsecretario de Educación. Zedillo ganó las elecciones, pero su gobierno enfrentó el “Error de Diciembre” y una pérdida de legitimidad que el PRI jamás logró recuperar del todo.

La llegada de Vicente Fox en el año 2000 rompió con más de 70 años de hegemonía priísta. Pero el asesinato de Colosio ya había debilitado internamente al partido. Para muchos, su muerte fue el punto de quiebre, no solo de un proyecto de nación, sino de todo un sistema político.

¿Qué habría pasado si Colosio hubiera llegado a la presidencia?

El presidente que no fue

Labastida asegura que Colosio habría sido un gran presidente. Un reformista auténtico, con visión social, pero también con la capacidad de enfrentar a los poderes fácticos. Su discurso en el Monumento a la Revolución, donde dijo “Veo un México con hambre y con sed de justicia”, sigue siendo un eco de lo que pudo ser.

Pero esa visión chocaba frontalmente con los intereses de una élite que no estaba dispuesta a ceder espacios. Para muchos, su asesinato fue una decisión estratégica, cruel y calculada. En palabras de Labastida, “dijo cosas que no debía decir”.

El México que no cambia: entre el narco y la política

Una advertencia vigente

Treinta años después, la advertencia de Labastida sigue vigente. Hablar de enfrentar al narcotráfico sigue siendo un acto de alto riesgo. Las estructuras del poder no han cambiado tanto como se presume. Las alianzas, los silencios y las omisiones siguen operando.

Y las lecciones de Colosio parecen haberse diluido en la memoria colectiva, reducidas a frases y homenajes simbólicos cada 23 de marzo.

¿Quién puede hablar en México sin temor?

El relato de Francisco Labastida no es solo una confesión personal. Es una fotografía del México que sigue arrastrando traumas no resueltos. Un país donde el precio de la verdad puede ser la vida.

Reabrir el caso Colosio no es solo un ejercicio de memoria histórica. Es una necesidad para entender por qué en México, tres décadas después, sigue siendo más seguro callar que decir la verdad.

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