El asesinato de Gail Castro Cárdenas estremeció no solo a sus seguidores, sino a todo el ecosistema de influencers sinaloenses. Ana Gastélum, figura clave del entorno, reapareció entre lágrimas y acusaciones.
Influencers bajo fuego: del éxito viral a las sombras del crimen organizado
Un crimen que cambió el rumbo de los “Toys”
El 28 de marzo de 2025, Gail Castro, hermano de Markitos Toys y parte del clan conocido como “los Toys”, fue ejecutado con brutalidad en Ensenada, Baja California. El joven influencer recibió 15 impactos de bala frente al restaurante Villa Marina. El suceso marcó el punto más alto de una serie de atentados, acusaciones y rumores que desde enero han puesto a los Castro Cárdenas en el ojo del huracán.
El automóvil de los agresores —un Toyota Corolla color guinda— fue abandonado horas después, sin rastro de los atacantes. Hasta hoy, las autoridades no han reportado avances ni detenciones, lo que ha generado especulaciones y desconfianza entre los seguidores.
El factor detonante: panfletos desde el cielo
Todo comenzó el 9 de enero, cuando una avioneta arrojó panfletos en Culiacán. En ellos, se acusaba a 25 figuras públicas, incluidos influencers y músicos del regional mexicano, de colaborar con Los Chapitos, una violenta facción del Cártel de Sinaloa.
Entre los mencionados estaban:
- Markitos Toys
- Kevin, Mayve y Gail Castro
- Ana Gastélum
- Otros creadores de contenido con millones de seguidores
Los calificativos eran contundentes: “prepotentes, lavadores de dinero, presta nombres y colaboradores cercanos del narco”.
Ana Gastélum, entre el dolor y la cancelación digital
El silencio se rompe… y se borra
En medio del luto, Ana Gastélum reapareció brevemente en redes sociales. Lo hizo con una historia en Instagram en la que respondió a quienes la señalan de tener vínculos con el crimen organizado:
“¡Ya basta! Estoy tan cansada de tantas difamaciones. Sería incapaz de dar un mal paso”.
Minutos después, eliminó la publicación. Sin embargo, el mensaje ya se había viralizado.
El respaldo de su círculo cercano
Posteriormente, Ana compartió una conversación privada con una amiga que la defendía:
“Tú no tienes la culpa de lo que haga otra gente… sabemos el corazón tan bueno que tienes”.
Acompañó el mensaje con otra frase contundente:
“Nunca daría un mal paso. Ojalá pudieran ver a través de mi corazón”.
Estas respuestas fueron vistas por algunos como un intento de limpiar su imagen, mientras que otros las interpretaron como un grito desesperado por justicia.
El entorno de los Toys: fama, negocios y vínculos peligrosos
De YouTube a los negocios millonarios
El fenómeno de los Toys —liderado por Markitos— explotó en YouTube e Instagram con contenido de estilo de vida, autos de lujo y “fiesta”. Esto se tradujo en alianzas comerciales, conciertos y emprendimientos como Ranch Roll, una cadena de comida rápida en Sinaloa.
Pero con el éxito llegaron los señalamientos por presunto lavado de dinero. El restaurante ha sufrido incendios, ataques y amenazas en los últimos meses.
El ataque a la casa familiar
La violencia escaló con el lanzamiento de explosivos contra la vivienda de los padres de los Castro en Culiacán. A pesar del ataque, ninguno de los habitantes resultó herido. Pero el mensaje fue claro: alguien quería intimidar o cobrar una factura pendiente.
Influencers en la mira: ¿nuevo blanco del narco?
No es un caso aislado
Este fenómeno no es exclusivo de los Toys. En los últimos años, figuras públicas de redes sociales han sido utilizadas por grupos criminales para lavar dinero, exhibir poder o captar simpatizantes.
Expertos como el criminólogo Jorge Ulloa afirman:
“El narco busca influencers para limpiar su imagen o para mover recursos de forma disimulada. Las redes sociales son ahora una extensión del poder territorial”.
Las redes: ¿aliadas o riesgosas?
Los influencers que ostentan lujo, armas o amistades con personajes polémicos corren riesgos evidentes. Incluso si no participan activamente en actos criminales, la percepción pública los puede arrastrar.
Crimen, medios y opinión pública: una tormenta perfecta
Entre el juicio social y el algoritmo
La viralización de las historias de Ana Gastélum muestra cómo el juicio público se forma en cuestión de segundos, incluso sin pruebas. Las redes sociales, los algoritmos y la falta de contexto crean una mezcla tóxica:
- Un comentario fuera de lugar puede detonar campañas de odio
- Las acusaciones se amplifican sin verificación
- Las figuras públicas pierden el control de la narrativa
¿Dónde está el límite de la responsabilidad?
¿Hasta dónde es justo culpar a una influencer por los actos de su pareja o su cuñado? El caso de Ana Gastélum abre un debate incómodo:
- ¿Debe rendir cuentas por los vínculos familiares?
- ¿Se le puede exigir una postura política o legal?
- ¿Es víctima del entorno o parte del sistema?
¿Qué sigue para los Castro y para el ecosistema influencer en México?
El efecto dominó
La muerte de Gail Castro marca un antes y un después. Muchos creadores de contenido de Sinaloa han desactivado comentarios, eliminado publicaciones o cerrado perfiles. La era de “subir todo” podría estar llegando a su fin en los entornos de alto riesgo.
Posibles escenarios:
- Auge del contenido más discreto y curado
Los influencers podrían optar por reducir el contenido ostentoso y centrarse en temas más neutros. - Mayor vigilancia y regulación
El gobierno podría implementar medidas para investigar el nexo entre redes sociales y el crimen organizado. - Repliegue de marcas
Las marcas podrían distanciarse de influencers asociados con polémicas, priorizando perfiles “limpios”.
Entre la fama y el miedo
Lo que comenzó como un fenómeno viral de entretenimiento se ha convertido en una tragedia real con implicaciones criminales. El caso Gail Castro y la respuesta de Ana Gastélum nos recuerdan que la fama digital no está exenta de peligros reales.
La pregunta es inquietante pero necesaria:
¿Hasta qué punto los influencers pueden mantenerse al margen de las redes que los rodean, cuando el poder real está en juego?