La noticia sacudió a Vermont: una joven oficial, Jessica Ebighausen, perdía la vida en una persecución. Con solo 19 años y menos de dos meses de servicio, su muerte en el contexto de la negligencia policial Estados Unidos revela fallas institucionales graves que, según las propias autoridades de Rutland, debieron haberse evitado. Su fallecimiento ha generado conmoción y ha puesto en tela de juicio los protocolos de seguridad.
La muerte prevenible de la oficial aprendiz
Jessica Ebighausen era una mujer de 19 años que se encontraba en la fuerza policial como oficial de medio tiempo, con planes inminentes de ascenso. La joven estaba a solo un mes de conseguir su certificación para ser oficialmente una policía de tiempo completo y recibir su placa de oficial de la ciudad de Vermont.
El incidente fatal ocurrió durante una peligrosa persecución. La oficial Ebighausen se vio involucrada en el operativo contra un sujeto identificado como Tate Rheaume. La situación escaló cuando Rheaume se estrelló casi de frente contra la patrulla policial.
El informe policial reveló la causa directa de la tragedia y el factor de negligencia:
- La oficial Jessica Ebighausen no llevaba el cinturón de seguridad puesto.
- Tras el impacto provocado por el choque de Tate, Jessica salió disparada de su asiento.
- Murió de forma instantánea.
Fallas de protocolo y responsabilidad del superior
La investigación subsiguiente fue contundente respecto a las responsabilidades internas. El comandante de la policía de Rutland emitió una declaración que apuntaba directamente a las fallas institucionales.
Según el informe, la oficial Jessica estaba entrenando con su supervisor, Richard Carvaggio, y ninguno de los dos llevaba puesto el cinturón de seguridad.
El comandante de la policía de Rutland declaró:
> “La muerte de la oficial Ebbighausen se pudo haber evitado”.
El comandante fue enfático al señalar que los procedimientos correspondientes no se llevaron a cabo, determinando que la muerte era “muy prevenible y en parte también culpa de su superior”.
La persecución que nunca debió iniciar
El análisis del comandante no solo se centró en el uso del cinturón, sino en la legalidad del propio operativo que condujo al choque:
> “Este incidente y más concretamente la persecución nunca debería haber ocurrido. La persecución nunca debería haber comenzado. Las disposiciones específicas de la política de persecución de voichilos se implementaron precisamente para prevenir este tipo de situaciones.”
Estos señalamientos sugieren un incumplimiento grave y consciente de las normas internas diseñadas para proteger tanto a los oficiales como a la comunidad. La oficial Ebighausen estaba en la fuerza policial menos de dos meses, lo que subraya la responsabilidad de su supervisor, Richard Carvaggio, en el entrenamiento y la aplicación de protocolos de seguridad básicos.
Cargos de asesinato agravado contra Tate Rheaume
Mientras la comunidad de Vermont buscaba justicia, los cargos iniciales contra el agresor fueron modificados. Inicialmente acusado de conducción negligente, los cargos contra Tate Rheaume se cambiaron a asesinato agravado.
Dado que la víctima era una policía, esta modificación de cargos conlleva una pena obligatoria de cadena perpetua sin libertad condicional. Este cambio satisfizo a la comunidad, que exigía una respuesta judicial severa por la pérdida de la joven oficial.
La muerte de Jessica Ebighausen se convierte en un caso emblemático sobre cómo las fallas en la aplicación de normativas básicas, como el uso del cinturón de seguridad y las políticas de persecución, pueden tener consecuencias letales e irreparables, forzando a las autoridades a enfrentar la difícil verdad sobre la negligencia dentro de sus propias filas.




