Cuando las palabras salvan o lastiman
“No sé qué decirle… no quiero hacerle daño”.
Esa frase se repite, baja, temblorosa, entre familiares, amigos, parejas. Porque hablar con alguien que atraviesa una depresión no es fácil, pero quedarse callado puede ser peor.
Hablarle a alguien con depresión exige más que buenas intenciones: exige escucha activa, validación emocional y saber que las palabras tienen peso. Aquí te contamos qué decir y qué no decir, desde una perspectiva humana, práctica y empática.
¿Por qué es tan difícil hablar con alguien que tiene depresión?
La depresión no es tristeza común. Es una enfermedad mental que altera la forma en que una persona siente, piensa y se relaciona con el mundo. Afecta la motivación, el sueño, el apetito y la percepción de sí mismo.
El silencio que duele
Muchas personas cercanas a alguien con depresión optan por el silencio por miedo a decir algo incorrecto. Pero eso puede interpretarse como abandono o indiferencia.
“El silencio también comunica, y en contextos de sufrimiento, puede ser devastador”, señala el psiquiatra argentino Dr. Gustavo Lamas.
El problema del “pensamiento positivo”
Frases como “ponéle onda” o “todo va a estar bien” buscan consolar, pero pueden invalidar el dolor real de quien escucha. Y eso profundiza la sensación de incomprensión.
¿Qué decirle a alguien con depresión?
Hablar desde el corazón, sí. Pero también desde la información y la empatía. Aquí algunas frases y enfoques que sí ayudan.
1. “Estoy acá para vos, no estás solo/a”
Es una afirmación simple, pero poderosísima. Refuerza el acompañamiento sin presionar. Sentirse acompañado es una de las primeras barreras contra el aislamiento.
2. “No tengo todas las respuestas, pero quiero escucharte”
Esta frase demuestra humildad emocional. No busca resolver, sino acompañar sin juicio. Abre la puerta al diálogo sin imponer soluciones.
3. “Lo que estás sintiendo es válido”
Una de las necesidades más urgentes en un estado depresivo es la validación emocional. Esta frase ofrece legitimidad al malestar y reduce la autocrítica.
4. “¿Querés que te acompañe a buscar ayuda?”
Ofrecerse a acompañar el proceso terapéutico (aunque sea en la búsqueda inicial) puede ser determinante. Muchas personas con depresión no dan el primer paso por miedo, culpa o apatía.
Frases que deberías evitar (aunque parezcan bienintencionadas)
Hay frases que, aunque nacen del cariño, pueden resultar dañinas o minimizadoras.
“Hay gente peor que vos”
Comparar el dolor no consuela. Cada persona vive su sufrimiento como único.
“Tenés que salir de esto ya”
La depresión no se supera con voluntad. Requiere tiempo, apoyo y, muchas veces, tratamiento profesional.
“Todo está en tu cabeza”
Esta frase refuerza el estigma y sugiere que la persona podría mejorar si “quisiera”. La depresión es una condición real, compleja y profunda.
Cómo acompañar sin agotar tu energía
Acompañar a alguien con depresión no significa dejarte de lado. También necesitás cuidarte vos mismo/a.
Escuchá, pero no seas terapeuta
No está en tus manos “curar” a la persona. Estar, escuchar y validar es mucho, pero el tratamiento requiere profesionales.
Poné límites saludables
Si sentís que el vínculo te desborda, es válido decirlo con respeto. Podés ofrecer ayuda sin sacrificar tu bienestar emocional.
La importancia de la escucha activa
Saber escuchar sin interrumpir, juzgar o aconsejar automáticamente es clave.
- Mantené el contacto visual (si es presencial)
- Evitá mirar el celular o distraerte
- Usá gestos de afirmación (asentir, tomar la mano, un abrazo si lo permite)
- Repetí en tus palabras lo que te dijo, para que sepa que entendiste
“Escuchar es un acto terapéutico en sí mismo”, sostiene la psicóloga mexicana Cecilia Rojas, especializada en salud mental comunitaria.
¿Y si no quiere hablar?
A veces la persona con depresión rechaza el diálogo o se encierra. Eso también es parte del proceso.
Respetar los tiempos, sin desaparecer
No insistas, pero hacé saber que estás. Un mensaje breve, una nota, un gesto: pueden ser faros en la oscuridad.
Usar otros lenguajes
La música, el arte, una película compartida. A veces el silencio compartido conecta más que mil palabras.
¿Cuándo intervenir con urgencia?
Si percibís señales de riesgo como:
- Comentarios sobre no querer vivir
- Aislamiento extremo
- Cambios bruscos de conducta
- Regalo de pertenencias importantes
Es momento de actuar. En ese caso, no estás solo/a. Podés:
- Contactar a un familiar cercano
- Buscar apoyo profesional urgente
- Llamar a líneas de atención (como SAPTEL en México, Línea 135 en Argentina, 106 en Perú)
Una palabra puede ser el inicio del cambio
La depresión aísla. Pero una voz empática puede abrir una rendija de luz. No es tu tarea “salvar” a alguien, pero sí podés ser parte de su red de contención.
Porque cuando las palabras se eligen con respeto, presencia y amor, pueden ser la diferencia entre hundirse y resistir.
¿Y si lo pensamos al revés?
¿Qué palabras nos gustaría escuchar si estuviéramos al límite?
Esa es la brújula para hablarle a alguien con depresión: decir lo que calma, no lo que incomoda. Lo que abraza, no lo que exige.