La caza del fugitivo más buscado: el caso que sacudió a Tijuana y a dos gobiernos
La noche del 17 de abril no fue una más para los cuerpos de seguridad en Tijuana. Tras nueve días de intensa búsqueda, finalmente fue capturado César Moisés Hernández, el ciudadano estadounidense acusado de asesinar a la comandante Abigail Esparza Reyes, líder del grupo “Cazagringos”. Su aprehensión puso fin a una persecución que desnudó los límites —y también la potencia— de la cooperación binacional contra el crimen transfronterizo.
El asesinato que encendió las alertas
Una muerte en plena operación binacional
El 9 de abril, la comandante Abigail Esparza participaba en un operativo conjunto con el Servicio de Marshals de EE. UU. en el fraccionamiento Barcelona Residencial. La misión: recapturar a Hernández, prófugo desde diciembre de 2024 y considerado altamente peligroso por su historial de violencia.
Desde el segundo piso de la vivienda donde se ocultaba, Hernández abrió fuego con un rifle, hiriendo a Esparza en el cuello. Fue trasladada de emergencia a la Cruz Roja, pero falleció poco después.
La pérdida de Esparza no solo significó la muerte de una oficial. Fue el asesinato de una estratega clave en la coordinación de inteligencia México-Estados Unidos.
¿Quién era Abigail Esparza?
Con apenas 33 años, lideraba desde 2023 el Grupo de Enlace Internacional de la FESC. Bajo su mando, los “Cazagringos” se consolidaron como una de las unidades más efectivas para rastrear fugitivos estadounidenses en México.
Colaboraba activamente con el FBI, DEA y HSI, y era reconocida por su experticia en operaciones de inteligencia transfronteriza. Su asesinato provocó indignación dentro y fuera de la corporación.
Un fugitivo con historial sangriento
Condenado a cadena perpetua
En junio de 2018, César Moisés Hernández asesinó a un hombre en Los Ángeles. En 2019 fue condenado a 25 años a cadena perpetua en la Prisión Estatal de Kern, California. Sin embargo, su historial criminal no se detuvo tras las rejas.
Reportes del CDCR (Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California) detallan sanciones por posesión de drogas, fabricación de armas artesanales y consumo ilegal de alcohol en prisión.
Fuga digna de película
El 2 de diciembre de 2024, durante su traslado a una audiencia judicial en Delano, escapó corriendo del estacionamiento del tribunal. Saltó una reja y desapareció. El gobierno estadounidense emitió una alerta de “fuga de alto riesgo”, lo que encendió las alarmas de la FESC, donde trabajaba Esparza.
¿Lo más grave? Su historial violento ya lo perfilaba como una amenaza real.
La persecución en las calles de Tijuana
De rifle en mano a disfraz de basurero
Tras asesinar a Esparza, Hernández evadió a más de 100 agentes que rodeaban el fraccionamiento. Las cámaras lo captaron escapando en ropa interior. Luego, en otra toma, aparece con un uniforme verde fosforescente, como si fuera un trabajador de recolección.
Ese camuflaje le permitió abordar un transporte público y desaparecer en la zona de “5 y 10”, donde se le perdió el rastro por días.
Tácticas de sigilo y calles sin nombre
Las autoridades creen que utilizó rutas peatonales, lotes baldíos y casas abandonadas para esconderse. Su habilidad para mimetizarse con el entorno urbano fue clave para prolongar su fuga durante más de una semana.
Pero la presión crecía. El gobierno estadounidense ofrecía una recompensa de 35,000 dólares (más de 700,000 pesos) por su captura. La inteligencia binacional se intensificó.
Inteligencia, vigilancia y el cerco final
Cómo lo ubicaron
El 17 de abril, un equipo especial de la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y elementos del Ejército Mexicano desplegaron un cerco en Lomas del Matamoros, al este de Tijuana.
Las claves para atraparlo:
- Análisis de cámaras de videovigilancia
- Monitoreo de telecomunicaciones
- Reportes vecinales de movimientos inusuales
Durante 48 horas, los agentes mantuvieron vigilancia encubierta en la zona.
La captura: solo, desarmado y en ruinas
Hernández fue hallado en una habitación improvisada de madera y lámina, sin acceso vehicular. Estaba acostado en una cama, sin camisa, sin dispositivos electrónicos y no opuso resistencia.
No había nadie más con él, aunque se investiga si recibió ayuda logística para moverse por la ciudad.
¿Justicia en México o deportación a EE. UU.?
Tras su arresto, fue puesto bajo custodia de la Fiscalía General de Baja California. Aunque tiene una sentencia pendiente en California, su extradición no es automática.
Posibles escenarios:
- El INM (Instituto Nacional de Migración) debe coordinar la entrega con EE. UU.
- México podría procesarlo por el homicidio de Esparza, lo que retrasaría su salida del país.
Por ahora, permanece bajo vigilancia especial. La fiscalía no ha descartado más cargos por delitos cometidos durante su huida.
¿Qué deja este caso para México y EE. UU.?
Más allá de la captura, el caso deja lecciones duras:
- La fragilidad del sistema penitenciario estadounidense, incapaz de contener a un reo de alta peligrosidad.
- La necesidad de fortalecer la inteligencia binacional más allá de los protocolos reactivos.
- El sacrificio de Abigail Esparza, que mostró hasta dónde están dispuestos a llegar quienes defienden la ley.
El legado de Abigail y la deuda con su justicia
La comandante Esparza no era una oficial más. Su visión estratégica y su capacidad operativa reforzaron el vínculo de seguridad entre México y EE. UU..
Hoy su nombre se convierte en símbolo de una lucha que trasciende fronteras. La justicia que se busca no solo es la de un arresto, sino la de honrar su legado con reformas reales, justicia efectiva y garantías de no repetición.