Zoe tenía solo cuatro años cuando su vida fue brutalmente arrebatada por quienes debían protegerla. Hoy, la justicia argentina sentenció a sus asesinos: su madre y un falso pastor.
El crimen que estremeció a una nación
El 13 de noviembre de 2021, en una casa del barrio Loteo San Andrés, Argentina, ocurrió un hecho atroz. Zoe, una niña de apenas cuatro años, fue golpeada brutalmente por su madre, Gimena Julieta Córdoba. Con ayuda de su pareja, Andrés Bustamante, intentaron borrar las evidencias del maltrato incinerando el cuerpo de la pequeña.
Pero los peritos demostraron algo aún más espeluznante: Zoe aún estaba con vida cuando le arrojaron gasolina y la prendieron fuego. Su muerte fue causada por asfixia e inhalación de humo.
Una relación marcada por el abuso
La convivencia con el horror
Durante el año previo al asesinato, Zoe fue víctima de un círculo de violencia constante. Su madre y el falso pastor vivían juntos en condiciones precarias. Ella, adicta a las drogas y en situación de prostitución; él, un manipulador de 74 años que se presentaba como pastor evangélico.
Compartían algo más que un techo: una relación basada en el dinero, la sumisión y la violencia. En ese contexto, Zoe se convirtió en víctima invisible de un sistema que no supo protegerla.
Diagnósticos escalofriantes
En el juicio, psicólogos y psiquiatras ofrecieron diagnósticos demoledores. Gimena Julieta fue catalogada como una persona con trastorno psicopático, incapaz de formar lazos afectivos. Bustamante, por su parte, fue identificado como un psicópata manipulador que se valía de la religión para justificar actos atroces.
Siete alertas ignoradas por el Estado
El caso de Zoe no solo conmocionó por la violencia del crimen, sino por el historial de advertencias desoídas. Su familia paterna presentó al menos siete denuncias previas alertando sobre los riesgos que implicaba devolver la custodia a la madre biológica.
Pese a estos antecedentes, las autoridades ignoraron los pedidos y entregaron a la niña a un entorno claramente hostil.
Críticas a la Secretaría de la Mujer
Durante la lectura del fallo, la jueza Karina Cabral criticó el actuar de la Secretaría de la Mujer, Familia y Género de Chilecito. “Hubo una falla estructural en los protocolos de protección infantil”, sentenció.
La condena: cadena perpetua sin lágrimas
Luego de un juicio que duró más de un año, la justicia fue clara. Cadena perpetua para ambos acusados. Además, se ordenó tratamiento psiquiátrico permanente para los condenados, quienes escucharon el veredicto sin mostrar emoción alguna.
“No hubo ni una lágrima, ni un gesto de culpa. Una frialdad total”, declaró Javier Ferreira, abogado de la familia paterna y miembro de la ONG Avivi.
El grito de un padre en redes
Kevin, el padre de Zoe, utilizó las redes sociales para despedirse de su hija: “Se hizo justicia por vos, mi bebé. Te amo y te extraño todos los días. Ahora vas a poder descansar en paz”.
Kevin había iniciado los trámites para reconocer legalmente a Zoe cuando ocurrió el asesinato. Nunca imaginó que su hija moriría sin tener su apellido.
Una deuda pendiente con la infancia
Este caso reabre el debate sobre el rol del Estado en la protección de la niñez. No bastan las leyes si no se aplican los protocolos. La tragedia de Zoe podría haberse evitado. Hoy, queda el compromiso urgente de revisar los sistemas de custodia, escucha activa y seguimiento en situaciones de riesgo.
¿Cuántas Zoes más necesitan morir para que el Estado reaccione?