La agridulce victoria del América ante Pachuca: 2-0 en un estadio mudo

América vence 2-0 a Pachuca con goles de Lichnovsky y Saint-Maximin. Un triunfo en el Apertura que fue silenciado por un estadio a puerta cerrada y sin afición. Descubre los detalles de esta insólita victoria.

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El Club América consiguió una victoria de 2-0 ante Pachuca en el Estadio Ciudad de los Deportes, manteniendo su invicto en el Apertura. Sin embargo, el triunfo se tiñó de una inusual quietud. El equipo azulcrema celebró a puerta cerrada, silenciando una fiesta que prometía ser inolvidable y opacando un gol estelar.

Victoria a puerta cerrada: el América impone su ley en silencio

Un tiro de Igor Lichnovsky en el primer tiempo abrió el camino para las Águilas. En la recta final del encuentro, Allan Saint-Maximin puso el 2-0 definitivo frente a Pachuca. Este fue apenas su segundo partido con la playera águila y ya suma dos goles, un inicio que ilusiona en Coapa.

Con este resultado, el América mantuvo el invicto en el Apertura, sumando siete jornadas sin derrota, tres triunfos consecutivos y una clara mejoría que los posiciona solo un peldaño por debajo de Monterrey en la tabla.

El clamor ausente: ¿por qué un estadio mudo?

A pesar de la contundente victoria, nada de eso se vivió como debía. El regreso al nido azulcrema, que prometía ser una velada de fiesta tras dos semanas de ausencia, terminó envuelto en silencio. La alcaldía Benito Juárez ordenó que el partido se disputara a puerta cerrada.

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Esta medida se tomó luego de los reclamos vecinales por “extralimitaciones” en un duelo de América Femenil, donde la calle de Indiana fue cerrada por el personal de seguridad. La disposición apagó el ambiente y dejó al fútbol sin su alma: la afición.

La postal fue desoladora. Un estadio diseñado para más de 30 mil personas reducido a un simple escenario de entrenamiento: sin cánticos, sin banderas, sin rugido. El gol de Lichnovsky se gritó solo en la cancha, sin el estruendo habitual de la tribuna.

Mientras que el tanto de Saint-Maximin, que debió ser ovacionado como el inicio de una nueva era, se perdió en el eco de las gradas vacías. El francés recorrió la banda izquierda y, como en sus mejores épocas, se quitó al arquero en media cancha para definir de diestra.

Un festejo opacado: el agridulce debut de Saint-Maximin

El contraste resultó inevitable. En la cancha, América dominó y respondió con autoridad; fuera de ella, la ausencia de los aficionados pesó como una derrota. Para los futbolistas, acostumbrados a la presión y el calor de su público, fue un triunfo sin eco. Para los aficionados, representó una herida: el equipo ganó, pero ellos quedaron fuera de la celebración.

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Incluso el debut en casa de Saint-Maximin, la contratación estelar del verano, quedó opacado. El francés empieza a escribir una historia prometedora con la camiseta amarilla, pero su segundo gol no pudo ser recibido con la ovación que merecía. En vez de aplausos, solo el silencio.

Así, las Águilas del América mantienen su firmeza en la liga, pero la noche del triunfo contra Pachuca no será recordada por el marcador. Será grabada en la memoria por lo que faltó: el vibrante apoyo de su afición en las gradas, dejando una reflexión sobre el verdadero costo del fútbol sin su esencia.

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