Madrid.- La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el órgano regulador español de las empresas cotizadas, ha autorizado la Oferta Pública de Adquisición (OPA) de carácter hostil presentada por el Banco Bilbao Vizcaya Argentaría (BBVA) para absorber la entidad financiera catalana Banco Sabadell. Este último se especializa en el crédito a las pequeñas y medianas empresas. La operación culmina así un largo proceso que ha generado tensiones con los gobiernos español y catalán, ambos presididos por los socialistas Pedro Sánchez y Salvador Illa, quienes expresaron sus reticencias a la maniobra.
La luz verde de la CNMV a la opa hostil
Como paso previo a la ejecución de la OPA hostil, era necesario que la CNMV autorizara el folleto presentado por el BBVA, que detalla su plan de compra y de gestión a mediano plazo de las entidades financieras. Finalmente, la CNMV lo aprobó sin que se mejorara la oferta de canje por acción ofrecida por la entidad financiera vasca. Esta propuesta consiste en una acción del BBVA y 70 céntimos en efectivo por cada 5,5483 acciones del Sabadell.
El periodo de aceptación de la compra será de 30 días naturales, el mínimo exigido por la normativa. Iniciará el próximo lunes y terminará el 7 de octubre, por lo que se prevé que el 14 de octubre se publicará el resultado de la oferta, y entre el 17 y 20 se liquidará la operación.
Un proceso largo y lleno de tensiones
El BBVA lanzó la OPA hostil el 8 de mayo de 2024, después de que el Banco Sabadell rechazara el acercamiento del banco vasco. Desde entonces, el proceso se ha dilatado debido al análisis de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC), que impuso siete condiciones tras 11 meses de estudio, y a la postura del Gobierno, que ha vetado la fusión durante tres años, con una posible prórroga de dos años.
A pesar de las condiciones impuestas, el folleto señala que “BBVA considera que la implementación de los compromisos de la CNMC no tendrá un impacto significativo en los planes estratégicos e intenciones sobre las actividades futuras y de localización de los centros de actividad de Banco Sabadell y su grupo”. La OPA se ha aprobado sin una mejora de la oferta, aunque BBVA todavía podría realizarla durante el periodo de aceptación, hasta tres días antes del final.
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Si el BBVA se hace con más del 30 por ciento del Sabadell y menos del 50 por ciento, y habiendo renunciado a esta condición, tendría que lanzar en el plazo de un mes una oferta en efectivo por el resto del capital. Si optara por esta vía, el BBVA cree que la operación “continuaría creando valor para los accionistas”.
Reacciones y perspectivas de los bancos
La postura del BBVA
El BBVA considera que la prohibición del Gobierno español de fusionar los dos bancos durante tres a cinco años retrasará la consecución de las sinergias, pero afirma que la operación seguirá siendo rentable. El banco estima que durante el segundo y tercer año posteriores a la toma de control del Sabadell se lograrían reducir “costos operativos” en España y de manera destacada en México, donde ambos bancos operan.
La CNMV recuerda que la OPA no es de exclusión, pero el BBVA ejercerá el derecho a exigir la venta forzosa de las restantes acciones del Sabadell con la misma contraprestación si la aceptación supera el 90 por ciento. Si todos los accionistas del Sabadell acudieran a la OPA, se harían con el 13,6 por ciento del BBVA.
Carlos Torres, presidente del BBVA, aseguró tajantemente: “la oferta es la que es y no tenemos intención de cambiar nada. Si ambos bancos estamos en nuestro mejor momento, que los accionistas de Sabadell imaginen lo que podríamos ser juntos”.
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La crítica del Banco Sabadell
Por su parte, Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell, aseguró que “esta oferta es incluso peor que la que ya rechazó el Consejo en 2024 porque infravaloraba el proyecto en solitario de Sabadell, así que parece una oferta pobre y cargada de hipótesis poco realistas, pero habrá que analizarlo en detalle antes de dar una valoración completa”.
La autorización de la CNMV abre ahora un período crucial de aceptación para los accionistas del Sabadell, quienes decidirán el futuro de una operación que ha polarizado al sector financiero y político español. Las divergencias en la valoración de la oferta y las restricciones gubernamentales auguran un camino complejo, pero con un objetivo claro para el BBVA: consolidar su posición en el mercado.