La amenaza del presidente Donald Trump de intentar destituir al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha planteado una cuestión urgente: ¿cómo serían la economía global y los mercados financieros sin un banco central independiente en Estados Unidos? Protegida de las injerencias de la Casa Blanca, la Fed ha actuado como un ancla para los mercados.
La amenaza de Trump a la autonomía de la Fed
El martes, el presidente Trump insinuó en una reunión en la Casa Blanca con legisladores republicanos que podría intentar destituir pronto a Powell. Esta acción se enmarca en su campaña de críticas que ya dura meses, acusando al banco central de mantener los tipos de interés demasiado altos durante demasiado tiempo. No obstante, Trump afirmó más tarde que veía “altamente improbable” que llegara a despedir a Powell.
La campaña pública del presidente para forzar recortes de tipos se ha intensificado en los últimos meses. Incluso ha llegado a burlarse de Powell llamándole “el señor que siempre llega tarde”. Tras conocerse el martes datos federales que apuntan a una aceleración moderada de la inflación en junio —en parte debido al impacto de los aranceles—, Trump reclamó que el banco central recorte los tipos desde el nivel actual, en torno al 4,3%, en tres puntos porcentuales.
El papel crucial de la Reserva Federal independiente
La Fed independiente ha intervenido para estabilizar la situación durante la crisis financiera de 2008-2009, la pandemia de la Covid y otros sobresaltos recientes. Los economistas atribuyen esta estabilidad a su poder para actuar con independencia política. Sin embargo, antiguos miembros de la Fed e inversores advierten que un banco central supeditado a la Casa Blanca podría perder su capacidad de reaccionar con rapidez y credibilidad ante amenazas financieras.
Alan Blinder, economista de la Universidad de Princeton y exvicepresidente de la Fed (1994-1996), enfatizó la importancia de la independencia: “Los políticos casi siempre piensan que los tipos de interés deberían ser más bajos de lo que son. Esa es la principal razón por la que necesitamos un banco central independiente”.
La posible caída de esta barrera amenaza con provocar repercusiones en los mercados, en un momento incierto para la economía. Estados Unidos arrastra los efectos de varios años de inflación por encima del objetivo histórico del 2% fijado por la Fed, y los últimos datos muestran un aumento de las presiones inflacionistas derivadas de las guerras arancelarias de Trump.
La Fed como estabilizador global
Bancos centrales e inversores de todo el mundo esperan el próximo movimiento de la Fed. A los economistas les preocupa que una ruptura sin precedentes en el núcleo del sistema agrave la incertidumbre y mine la credibilidad de la Fed cuando estalle la próxima crisis, lo que afectaría no solo a la economía estadounidense, sino también a la del resto del mundo.
En episodios anteriores de caídas bursátiles globales, como durante la crisis de deuda rusa de 1998, la Fed actuó para contener el pánico. Ha participado con frecuencia en rescates financieros internacionales, como los de México en 1982 y en 1995, a menudo para evitar reacciones en cadena que desestabilicen el sistema financiero global. La Fed mantiene líneas de “swap” mediante las cuales presta dólares a bancos centrales extranjeros que, a su vez, los distribuyen entre sus propios bancos cuando estos sufren tensiones. Durante la crisis financiera, la Fed colaboró con bancos centrales y ministros de Finanzas de todo el mundo para evitar la quiebra de grandes entidades.
Jeremy Stein, economista de Harvard y exgobernador del banco central (2012-2014), señaló que la capacidad de la Fed para actuar en estos casos depende, en parte, de su facultad para mantener el crédito circulando cuando los mercados se bloquean. Para ello, miles de empleados del banco central deben estar preparados para intervenir con rapidez. Stein teme que las amenazas a la independencia de la Fed acaben erosionando el talento y la experiencia de su plantilla, lo que “puede marcar una gran diferencia en una crisis”.
Habitualmente, la Fed colaboraba con la Administración de turno en estos rescates. Sin embargo, no está claro si una Fed más controlada directamente por Trump participaría con la misma disposición en estos esfuerzos o si impondría condiciones alineadas con otras prioridades del presidente. Las tensiones que ahora se hacen visibles en un periodo de relativa calma giran en torno a uno de los ejes centrales del programa económico de Trump: los aranceles y su potencial para desencadenar un repunte inflacionista.
Impacto de los tipos de interés en la economía
“Cualquier economista que escuche eso no sabe si reír o llorar”, afirmó Blinder, en referencia a la petición de Trump de un recorte de tres puntos porcentuales. Unos tipos bajos incentivan a empresas y consumidores a endeudarse e invertir más, lo que puede impulsar el crecimiento económico.
No obstante, también conllevan el riesgo de disparar la inflación. “Si no estás dispuesto a subir los tipos para combatir la inflación, la inflación acabará ganando”, advirtió Blinder. Además, los tipos bajos pueden inflar los mercados financieros. Los inversores, al no lograr rentabilidades atractivas en activos seguros como los bonos del Tesoro a corto plazo, se ven empujados hacia activos de más riesgo, que ofrecen mayores beneficios potenciales pero también mayores pérdidas.
Las complejidades de la política monetaria y la crítica a la Fed
Una de las críticas que se lanzaron contra la Fed tras la crisis de 2008-2009 fue que no detectó a tiempo el peligroso crecimiento de la burbuja inmobiliaria y de los activos ligados a las hipotecas. Aunque no todos los expertos comparten esa visión complaciente, una Fed politizada podría ser más propensa a mirar hacia otro lado ante nuevos excesos financieros.
Otra preocupación es que, cuando la Fed interviene para rescatar a los mercados, refuerza la idea entre los inversores de que siempre habrá un salvavidas, lo que los lleva a asumir más riesgos. Si bien los tipos bajos pueden alimentar una burbuja de activos, también limitan la capacidad del banco central para reactivar la economía cuando esa burbuja estalla, según Robert Barbera, director del Centro de Economía Financiera de la Universidad Johns Hopkins. Esto se debe a que, con los tipos ya bajos, el margen para reducirlos aún más es escaso. “La capacidad para repartir generosidad se reduce mucho si te dedicas a repartir generosidad todo el tiempo”, explicó.
La Fed establece un tipo de interés a corto plazo conocido como tipo de los fondos federales. Trump sostiene que bajarlo podría ayudar a reducir los intereses que paga Estados Unidos por su enorme deuda pública. Sin embargo, los costes de endeudamiento a corto plazo que fija la Fed no determinan automáticamente los tipos de préstamos a largo plazo, como las hipotecas, que ofrecen los bancos comerciales. Esos tipos reflejan las expectativas de los inversores sobre el rumbo futuro de los tipos de interés. Si creen que la Fed actual está siendo presionada para provocar un problema inflacionario futuro, los tipos a largo plazo podrían dispararse.
Aunque la Fed ha bajado su tipo de interés en un punto porcentual durante el último año, el tipo medio de las hipotecas en Estados Unidos se ha mantenido prácticamente estable, según datos de Freddie Mac. “Si obligas al banco central a reducir los tipos a corto plazo, y los mercados perciben claramente que eso es lo que está ocurriendo, entonces es muy posible que los tipos a largo plazo suban en la dirección contraria, y con fuerza”, afirmó Raghuram Rajan, economista de la Universidad de Chicago y gobernador del Banco de la Reserva de la India (2013-2016).
Reacción de los mercados y la defensa de la autonomía
Este fenómeno se puso de manifiesto el miércoles justo después de conocerse la amenaza de Trump: los inversores vendieron deuda estadounidense a largo plazo. El dólar y la bolsa se debilitaron, mientras que el precio del oro —refugio clásico en tiempos de tensión financiera— repuntó. Posteriormente, los mercados se estabilizaron tras la negativa de Trump a confirmar sus planes de destituir a Powell. “No descarto nada”, dijo a los periodistas en la Casa Blanca, “pero creo que es altamente improbable”.
Aun así, los inversores temen que esa volatilidad haya sido solo un anticipo de lo que podría ocurrir si Trump cumple finalmente su amenaza. El consejero delegado de Goldman Sachs, David Solomon, aseguró el miércoles que la independencia de la Fed es “algo que debemos defender”. “Creo que la independencia del banco central, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, nos ha servido increíblemente bien”, declaró en la CNBC. Otros directivos bancarios se expresaron en la misma línea.
Debate sobre la independencia real de la Fed
Algunos escépticos de la Fed cuestionan hasta qué punto el banco central es verdaderamente independiente, dado que colabora con la Casa Blanca en tiempos de crisis. Otros critican esa independencia precisamente porque puede frenar la agenda de un presidente que quiera aumentar el gasto, recortar impuestos o imponer aranceles. Oren Cass, fundador del think tank conservador American Compass, argumentó que mantener los tipos altos frustra el intento de Trump de reindustrializar Estados Unidos, incluso si los aranceles hacen subir ciertos precios. En un artículo publicado esta semana en Substack, Cass calificó la estrategia de la Fed como “una decisión descaradamente política orientada a frustrar una política económica legítima”.
La tensión en curso resalta la fragilidad de la independencia institucional frente a la presión política. ¿Logrará la Reserva Federal mantener su autonomía crucial, o la estabilidad financiera global se verá comprometida por un banco central más politizado?