Laura Zapata critica a Angélica Rivera por no apoyar a los actores como Primera Dama. Un análisis sobre poder, fama y decepción.
Cuando una villana alza la voz, es para señalar a otra. Laura Zapata desató la polémica al criticar duramente a Angélica Rivera, su colega en la actuación y ex Primera Dama de México. Lo que parecía un comentario mediático es, en realidad, un reflejo de una decepción colectiva.
El origen de la polémica: Zapata vs Rivera en “Secreto de villanas”
La frase que encendió el fuego
En el reality Secreto de villanas, Laura Zapata no se guardó nada:
“Es una vergüenza para los actores y actrices de México. Qué ilusos fuimos”.
La actriz, famosa por sus papeles antagónicos, denunció que Angélica Rivera desaprovechó su rol como Primera Dama para beneficiar al gremio artístico, al que ella también pertenecía antes de casarse con el expresidente Enrique Peña Nieto.
El contexto del reclamo
Zapata habló por muchos: Al inicio del sexenio 2012-2018, el gremio artístico esperaba representación y respaldo por parte de Rivera. Pero esa expectativa se diluyó con el tiempo, eclipsada por escándalos como el de la “Casa Blanca”, una propiedad valuada en más de 80 millones de pesos, que se convirtió en símbolo del distanciamiento entre el poder político y la ciudadanía.
Rivera en Los Pinos: ¿Ausente o cómplice del sistema?
El rol tradicional de la Primera Dama
Históricamente, la figura de la Primera Dama en México ha sido ambigua: Sin poder formal, pero con gran influencia simbólica. Desde Carmen Romano hasta Margarita Zavala, muchas ocuparon espacios visibles en temas sociales. En ese contexto, Angélica Rivera llegaba con una ventaja inusual: popularidad mediática, carisma y una fuerte conexión con el público gracias a su carrera como actriz.
¿Qué hizo realmente durante su gestión?
Durante su paso por Los Pinos, Rivera fue presidenta del DIF Nacional. Pero sus apariciones públicas fueron escasas y su desempeño fue opacado por:
- El escándalo de la “Casa Blanca” (2014), investigado por la periodista Carmen Aristegui.
- Su papel ausente durante crisis nacionales como Ayotzinapa.
- La percepción de que no representó ni defiendió causas sociales claras.
En contraste con otras Primeras Damas en América Latina como Michelle Bachelet o Juliana Awada, Rivera pareció limitarse a funciones decorativas.
El desencanto del gremio artístico: Promesas rotas y silencio institucional
Expectativas frustradas
Para el gremio de actores, tener a una excompañera en Los Pinos representaba una oportunidad única para avanzar en temas como:
- Derechos laborales para actores y actrices.
- Pensiones y seguridad social.
- Fomento al cine y teatro nacional.
- Espacios de diálogo entre gobierno y cultura.
Pero nunca se abrieron esos canales. Según Zapata, Rivera eligió el silencio y se concentró en su vida personal.
“La Gaviota” en la cima del poder y sola
Angélica Rivera era uno de los rostros más conocidos de la televisión mexicana. Con su papel como “La Gaviota” en Destilando amor, se convirtió en ícono. Al casarse con Peña Nieto, muchos imaginaron que pondría su capital simbólico al servicio de causas sociales.
Pero su silencio fue ensordecedor.
“Para figurar y comprarse la Casa Blanca para eso sí era Primera Dama, para lo demás no”, sentenció Zapata.
La cultura como rehén del poder político en México
¿Dónde están los representantes culturales?
El caso de Rivera pone sobre la mesa un problema estructural: La debilidad del sector cultural ante el poder político. En México, artistas e intelectuales han sido cooptados, silenciados o ignorados.
¿Por qué no hay una política pública sólida en cultura?
Porque, como señala el analista Eduardo Cruz Vázquez:
“En México, la cultura ha sido vista como ornamento, no como prioridad de Estado”.
La cultura no vota, pero sí incomoda
Los gobiernos suelen usar a las celebridades para legitimarse y ganar popularidad, pero raramente responden a sus demandas. Cuando estas figuras piden recursos, espacios o derechos, se enfrentan al muro burocrático.
El regreso de Rivera a la televisión: ¿Lavado de imagen o nostalgia?
“Con esa misma mirada”: Ficción que eclipsa la realidad
La nueva telenovela protagonizada por Angélica Rivera, transmitida por ViX, ha dividido opiniones. Su regreso, tras años de silencio, coincide con una etapa electoral y revive su imagen pública.
Algunos la ven como un acto de redención; otros, como una jugada estratégica para recuperar presencia mediática.
¿Puede el público separar al personaje de la persona?
En redes sociales, la conversación está encendida. Muchos aún recuerdan el video de Rivera intentando justificar la compra de la Casa Blanca. Ese momento selló su credibilidad para una gran parte de la sociedad.
Fama, poder y olvido: El triángulo que define a muchas figuras públicas
El síndrome del “Famoso funcional”
Rivera representa un fenómeno común en América Latina: Celebridades que entran al poder sin agenda social clara. Son funcionales para campañas políticas, pero terminan siendo prescindibles una vez en el cargo.
El silencio como complicidad
La crítica de Laura Zapata cala porque da voz a un sentimiento extendido: El abandono. Rivera no solo no habló por los actores, tampoco lo hizo por los ciudadanos. Y en política, el silencio también comunica.
¿Qué sigue para Rivera y para el gremio?
Un retorno sin discurso
A diferencia de figuras como Kate del Castillo o Gael García Bernal, que asumen posturas políticas claras, Rivera vuelve sin hablar del pasado. No hay disculpas, no hay aclaraciones.
Una oportunidad para abrir el debate
Este episodio puede servir para discutir temas urgentes:
- ¿Deberían las celebridades que asumen roles públicos tener compromisos sociales explícitos?
- ¿Cómo fortalecer el vínculo entre cultura y política en México?
- ¿Es hora de repensar el papel simbólico de la Primera Dama?
La crítica de Laura Zapata no solo apunta a Angélica Rivera. Apunta a un sistema donde el poder absorbe, desactiva y olvida. En un país con tanto talento artístico, ¿cuánto más se necesita para que la cultura sea política de Estado y no un adorno sexenal?