“Yo soy la que sigue”: Lyn May y la fragilidad de las leyendas vivas
Entre aplausos y lágrimas, en un homenaje que reunió a figuras del espectáculo mexicano, Lyn May soltó una frase que congeló el aire: “Yo soy la que sigue”. Lo dijo en voz baja, pero con la lucidez de quien ha sobrevivido a todo menos al paso del tiempo.
La vedette de origen sinaloense hablaba sobre la muerte de su amiga, Dulce, quien falleció el 25 de diciembre de 2024 por un cáncer renal con metástasis.
Pero su declaración iba más allá del duelo inmediato: era una meditación abierta sobre la muerte, el legado y la soledad generacional.
El homenaje a Dulce: una despedida emotiva y colectiva
Una voz que marcó época
Dulce, cantante reconocida por baladas como Déjame volver contigo y Tu muñeca, fue parte esencial del repertorio emocional de millones de mexicanos. Su partida, aunque anticipada por la enfermedad, llegó con la crudeza de lo inevitable.
El homenaje, realizado el 26 y 27 de diciembre en la Ciudad de México, reunió a artistas como María del Sol, Aranza, Sheyla, Alejandra Ávalos, Miriam, Olga Breeskin y Juan Pablo Manzanero. No solo fue un tributo a su voz, sino un canto colectivo de despedida a una generación que marcó la televisión, la música y el teatro de los años 70, 80 y 90.
Lyn May: una presencia que conmovió
En el evento, Lyn May fue una de las invitadas especiales más esperadas. Su llegada, elegante pero sobria, reflejaba el peso de los recuerdos. Al tomar el micrófono, habló de su amistad con Dulce, con quien había conversado apenas dos semanas antes.
“Aún sigo devastada. La veía fuerte, pero no pensé que se fuera tan pronto.”
Y fue entonces que soltó su frase:
“Todas las vedettes ya se fueron, yo soy la última que queda… A lo mejor yo soy la que sigue.”
Una generación que se despide: el adiós de las grandes vedettes
El final de una era
La muerte de Dulce no solo significa la pérdida de una cantante. Simboliza el ocaso de una generación artística que dominó la cultura popular mexicana durante más de tres décadas. Muchas de sus contemporáneas ya no están:
- Sasha Montenegro
- Princesa Yamal
- Wanda Seux
- Rossy Mendoza (actualmente retirada por problemas de salud)
- Olga Breeskin (reside en EE. UU. y se ha retirado parcialmente)
Lyn May es, efectivamente, una de las últimas figuras activas de esa época dorada.
¿Qué representaban las vedettes?
Las vedettes eran más que figuras de entretenimiento: representaban una mezcla de glamour, sexualidad, empoderamiento femenino y transgresión escénica. Eran íconos que se abrían paso en una industria dominada por hombres, y que marcaron una estética y estilo irrepetibles en el teatro de revista y el cine de ficheras.
Lyn May: trayectoria, escándalos y resiliencia
De Acapulco a la fama
Lilia Mendiola de Chi, nacida en Acapulco en 1952, comenzó como bailarina en cabarets. Su presencia escénica, agilidad y carisma la llevaron al cine y la televisión.
Participó en más de 100 películas, muchas junto a actores como Alfonso Zayas, César Bono y “El Caballo” Rojas, consolidándose como uno de los rostros más reconocidos del cine popular.
Una vida marcada por transformaciones
La carrera de Lyn May ha sido un ejemplo extremo de reinvención constante. Desde sus inicios hasta la actualidad, ha enfrentado:
- Rechazo social por su origen humilde y sensualidad abierta
- Cirugías estéticas fallidas, que derivaron en secuelas faciales por inyecciones de aceite
- Bromas mediáticas, por embarazos falsos y declaraciones controvertidas
- Regresos inesperados, como su participación en reality shows o videos musicales contemporáneos
Pero siempre ha vuelto. Siempre ha bailado. Siempre ha desafiado el olvido.
El temor al olvido: cuando la fama no es inmunidad
Las leyendas también sienten miedo
La frase “yo soy la que sigue” no solo revela una conciencia sobre la muerte, sino un miedo latente a desaparecer sin ser recordada. Algo común entre figuras públicas que envejecen en un medio que privilegia lo nuevo, lo joven, lo viral.
“Es más fácil envejecer en la vida que en la televisión”, decía Silvia Pinal, otra leyenda viva.
Para mujeres como Lyn May, cuya imagen fue parte esencial de su carrera, el paso del tiempo no solo erosiona el cuerpo, sino también el lugar en la memoria colectiva.
¿Quién cuida a las pioneras del espectáculo mexicano?
Una deuda cultural
México ha producido una cantidad notable de figuras femeninas en el espectáculo, pero pocas han recibido un reconocimiento institucional a la altura de su impacto. Las vedettes, por ejemplo, fueron parte esencial de la cultura urbana, pero han sido ignoradas por la academia, los museos y el discurso oficial.
“Hicieron historia desde la orilla, pero sin ellas, no hay historia completa del espectáculo en México”, opinó un historiador cultural del INBAL.
El cuerpo como campo de batalla: estética, edad y cirugías
La presión de la juventud eterna
Lyn May es, también, una sobreviviente de los mandatos estéticos más agresivos. En los 90, se sometió a un procedimiento estético que le deformó el rostro. El producto: aceite mineral. Desde entonces, ha vivido múltiples cirugías reconstructivas.
En lugar de ocultarse, convirtió su experiencia en parte de su identidad pública, enfrentando la crítica con humor ácido y resiliencia.
“Yo no me escondo. A mí no me dan miedo ni las cámaras ni los comentarios.”
Su testimonio es una crítica viva al sistema que impone juventudes eternas como requisito de permanencia.
El duelo público: ¿cómo viven las celebridades la muerte de sus iguales?
El espejo de la pérdida
La muerte de Dulce es un recordatorio inevitable de lo efímero del éxito y la fragilidad humana. En el mundo del espectáculo, donde todo está diseñado para parecer eterno, la muerte expone las grietas.
Lyn May, con su frase, rompió el guion. En vez de homenajear desde el protocolo, expresó su miedo sin filtros, verbalizó lo que muchos artistas ocultan: la consciencia de su propia desaparición.
El lugar de Lyn May en la cultura pop actual
De ícono erótico a figura de culto digital
Lejos de retirarse, Lyn May ha encontrado una segunda vida como ícono de la cultura pop alternativa. Ha aparecido en:
- Videos musicales con reguetoneros y artistas indie
- Memes virales en redes sociales
- Entrevistas donde mezcla humor con crítica social
Su figura, antes controversial, hoy es celebrada por jóvenes que la ven como símbolo de irreverencia y resistencia.
¿Qué pasará con su legado?
Urge un rescate patrimonial
Si bien el cariño del público permanece, el legado de Lyn May —y de su generación— necesita preservarse más allá del recuerdo oral o los clips en YouTube. Se requieren:
- Documentales biográficos
- Exposiciones museográficas sobre las vedettes mexicanas
- Archivo visual de teatro de revista y cabaret
- Reconocimientos oficiales en vida
“Yo soy la que sigue” no es solo una frase triste. Es una advertencia, un llamado y una verdad que atraviesa generaciones: todos estamos de paso, incluso las leyendas.
Lyn May ha vivido entre luces, escándalos, cirugías, cámaras y aplausos. Pero también ha vivido soledades, duelos y silencios. Su declaración no pide lástima, sino memoria. No quiere atención, sino reconocimiento.