El momento en que algo deja de sentirse “normal”
Lucía tenía 28 años, un trabajo estable, amigos y una rutina activa. Sin embargo, cada mañana despertaba con una opresión en el pecho y pensamientos que no podía detener. Al principio creyó que era “estrés”, pero pasaron los meses y empezó a evitar salir, a dormir mal y a llorar sin razón. Como muchas personas, no supo que estaba enfrentando ansiedad y depresión al mismo tiempo.
¿Qué es la ansiedad y qué es la depresión?
Aunque suelen confundirse o presentarse juntas, la ansiedad y la depresión son trastornos distintos, con síntomas específicos que pueden manifestarse en lo emocional, mental y físico.
¿Qué caracteriza a la ansiedad?
- Preocupación excesiva, constante y sin causa clara
- Dificultad para concentrarse
- Tensión muscular, insomnio y sensación de peligro
- Taquicardias, sudoración y respiración agitada
Frase clave: “Sentís que algo malo va a pasar, aunque todo esté bien.”
¿Y qué distingue a la depresión?
- Tristeza profunda y prolongada
- Pérdida de interés por actividades cotidianas
- Fatiga constante, incluso después de dormir
- Pensamientos negativos o autodestructivos
Importante: No se trata solo de “estar triste”. La depresión es una condición médica que puede volverse incapacitante si no se trata.
Síntomas que no debes ignorar
Los trastornos de salud mental pueden comenzar con señales sutiles. Detectarlos temprano es clave para un tratamiento efectivo.
Señales tempranas de ansiedad:
- Evitar situaciones sociales por miedo a ser juzgado
- Revisión obsesiva del celular o noticias
- Reacciones físicas al estrés como dolor de estómago o palpitaciones
Señales tempranas de depresión:
- Aislamiento social o falta de energía para interactuar
- Cambios en el apetito (aumento o pérdida drástica de peso)
- Sentimientos de culpa o inutilidad constantes
Si duran más de dos semanas, es momento de consultar con un profesional.
¿Pueden coexistir ansiedad y depresión?
Sí, y es más común de lo que parece. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 50% de los pacientes con depresión también sufren de ansiedad.
Esta combinación puede generar un ciclo difícil:
La ansiedad te agota mentalmente, la depresión te roba la motivación. Juntas, paralizan.
Datos clave:
- En América Latina, los trastornos de ansiedad afectan al 14% de la población.
- La depresión, al 5%, aunque se estima que el subregistro es alto.
Factores de riesgo: ¿quiénes están más expuestos?
Hay perfiles con mayor vulnerabilidad a desarrollar estos trastornos, aunque cualquier persona puede verse afectada.
Factores individuales:
- Antecedentes familiares de enfermedades mentales
- Personalidad perfeccionista o altamente autocrítica
- Historia de trauma o abuso emocional
Factores contextuales:
- Pérdida de empleo o situaciones de crisis económica
- Cambios drásticos (mudanza, separación, duelo)
- Uso excesivo de redes sociales y sobreexposición digital
Atención: La presión por “estar bien todo el tiempo” puede invisibilizar estos procesos.
El rol de la familia y el entorno cercano
Una de las claves para detectar la ansiedad o la depresión a tiempo está en observar los cambios de conducta en quienes nos rodean.
¿Qué pueden hacer los demás?
- Escuchar sin juzgar
- Acompañar a la persona a pedir ayuda
- Evitar frases como “tienes que animarte” o “es solo una etapa”
Detectar no es diagnosticar, pero sí puede salvar vidas.
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Cuanto antes, mejor. No hay que esperar a “tocar fondo” para buscar orientación. Psicólogos y psiquiatras están capacitados para diferenciar y tratar ambos trastornos.
Señales claras de que necesitas ayuda:
- No puedes realizar actividades básicas (trabajo, estudio, higiene)
- Pensamientos intrusivos o ideas suicidas
- Tu entorno empieza a verse afectado por tu comportamiento
Importante: El tratamiento puede incluir terapia cognitivo-conductual, mindfulness, medicación y cambios en el estilo de vida.
Testimonios reales: hablar para sanar
“Me daba vergüenza decir que estaba triste. Cuando lo dije en voz alta, supe que algo estaba cambiando.” — Camila, 34 años
“No sabía que lo que sentía era ansiedad hasta que lo escuché en boca de otra persona. Me sentí identificado.” — Luis, 41 años
Romper el silencio es el primer paso. Hoy existen múltiples recursos públicos y privados para recibir acompañamiento, incluso de forma virtual.
Herramientas y estrategias para afrontar los síntomas
Además del tratamiento profesional, hay prácticas que pueden ayudarte en el día a día:
- 🧘♀️ Respiración consciente y ejercicios de relajación
- 📓 Escribir un diario emocional para reconocer patrones
- 🧑🤝🧑 Buscar apoyo en redes de contención o grupos terapéuticos
- 🚶 Actividad física moderada (30 minutos al día mejora el ánimo)
Pro tip: El autocuidado no es egoísmo, es prevención.
¿Y si el verdadero acto de valentía es pedir ayuda?
Vivimos en una cultura que premia la productividad y castiga la vulnerabilidad. Pero la salud mental no es un lujo, es una necesidad. Detectar la ansiedad y la depresión no debería ser una carga individual, sino un acto de empatía colectiva.
¿Y si el próximo paso es hablar con alguien sobre lo que sentís hoy?