Desmontando el mito: ¿revela tu color favorito tu inteligencia? esto dice la psicología

¿Tu color favorito indica tu CI? Descubre la verdad detrás del mito del "azul grisáceo" y cómo la ciencia realmente vincula el color con tu mente.

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La idea de que una simple preferencia cromática puede desvelar el nivel de inteligencia de una persona ha capturado la imaginación popular, propagándose a través de incontables artículos y publicaciones virales. Sin embargo, esta seductora afirmación, a menudo disfrazada de ciencia, esconde una profunda distorsión de la investigación original. Este análisis desentraña la verdad.

La génesis de un mito moderno: el “estudio surcoreano” y su tergiversación

La creencia de que el color favorito puede indicar el Coeficiente Intelectual (CI) de una persona ha ganado notable tracción en el discurso popular. Estas narrativas mediáticas suelen afirmar que individuos con un alto CI muestran una predilección por un color particular. Aquí deconstruimos esta aseveración, rastreando su origen para demostrar que esta afirmación es el resultado de una tergiversación persistente de la investigación original.

La aserción popular: el “azul grisáceo” como el color del genio

Numerosos medios de comunicación digitales postulan que un estudio científico ha identificado el color favorito de las personas con inteligencia superior a la media. Específicamente, el “azul grisáceo” es señalado como el predilecto de individuos con un Coeficiente Intelectual (CI) superior a 130. Se atribuye a esta preferencia una base psicológica, sugiriendo que este tono se asocia con cualidades como la introspección, la estabilidad emocional y la profundidad de pensamiento, rasgos supuestamente característicos de mentes lógicas y analíticas.

Además, se ha añadido que el azul grisáceo y otros tonos suaves, como el “beige arena” o el “verde ahumado”, favorecen la concentración, creando entornos propicios para el estudio o la meditación. En contraposición, se afirma que las personas extrovertidas prefieren colores saturados y brillantes como el rojo escarlata o el amarillo intenso. Esta dicotomía, aunque atractiva, es fundamentalmente errónea y este análisis procederá a desmontarla.

Desvelando la fuente primaria: el estudio de Jue y Ha (2022)

Una investigación rigurosa de las fuentes citadas en los artículos periodísticos revela que la investigación original aludida es el estudio titulado “Exploring the relationships between personality and color preferences” (Explorando las relaciones entre la personalidad y las preferencias de color). Este fue publicado por las investigadoras Juliet Jue y Jung Hee Ha, de la Universidad de Hanyang, en la revista científica revisada por pares *Frontiers in Psychology* en diciembre de 2022.

El objetivo explícito de este estudio era examinar cuantitativamente la relación entre la personalidad y el color, centrándose en las connotaciones y las preferencias cromáticas. Las investigadoras reclutaron a una muestra de 854 participantes coreanos y utilizaron dos herramientas principales: un cuestionario de preferencias de color y el Ten Item Personality Inventory (TIPI). Este último es un instrumento validado para medir los Cinco Grandes rasgos de la personalidad: extraversión, amabilidad, escrupulosidad, estabilidad emocional (opuesto a neuroticismo) y apertura a la experiencia.

El error crítico: confundir personalidad con inteligencia

El núcleo de la tergiversación mediática reside en un error conceptual fundamental: la confusión entre los constructos psicológicos de personalidad e inteligencia. Un análisis exhaustivo del artículo de Jue y Ha (2022) confirma de manera inequívoca que el estudio no menciona en ningún momento los términos “inteligencia”, “Coeficiente Intelectual” o “CI”. La cifra de “CI mayor de 130”, citada repetidamente en los medios, es una completa invención que no aparece en la publicación original.

El estudio de Jue y Ha se centró exclusivamente en encontrar correlaciones entre las dimensiones de la personalidad y las elecciones de color. Por ejemplo, sus resultados indicaron que los participantes asociaban el color rojo con palabras descriptivas de la extraversión, y el amarillo con palabras de amabilidad. La afirmación mediática de que los extrovertidos prefieren el rojo brillante es una simplificación burda de este hallazgo, pero la adición del CI como variable es una fabricación total.

Este error no es trivial; representa la sustitución de un concepto psicológico complejo (la personalidad) por otro que, en la cultura popular, es visto a menudo como una medida lineal y jerárquica de la valía (la inteligencia). Esta sustitución hace que el supuesto “hallazgo” sea mucho más sensacionalista y atractivo para una audiencia general.

La ruta trazable de la desinformación

El análisis de las fuentes mediáticas revela un patrón claro de propagación de la información errónea. Múltiples artículos en español citan como su fuente al medio de comunicación francés “TF1 Info”. Esto sugiere fuertemente que este medio fue el punto de origen o, al menos, un nodo crucial en la cadena de desinformación donde se produjo la interpretación errónea o la traducción defectuosa del estudio original.

Una vez que esta versión distorsionada fue publicada, se diseminó rápidamente a través de un fenómeno de “copia y pega” periodístico. Diversos portales de noticias y estilo de vida reprodujeron la misma narrativa, a menudo con frases y estructuras idénticas, lo que indica que no se realizó una verificación independiente consultando la fuente primaria. La información, entonces, se degrada con cada paso que se aleja de la fuente original.

Las discrepancias entre los reportes mediáticos y la publicación científica de Jue & Ha (2022) son claras: mientras los medios vinculan la preferencia de color con la inteligencia y el CI, afirmando que personas con un CI superior a 130 prefieren ciertos colores (identificando el “azul grisáceo” como el color clave de la alta inteligencia y describiendo a los individuos en términos de “inteligentes” frente a “extrovertidos”), el estudio original de Jue y Ha no aborda en absoluto estas afirmaciones.

La psicología del color: principios, potencial y pseudociencia

Para comprender por qué un vínculo directo entre la preferencia de color y la inteligencia es científicamente inverosímil, es esencial adentrarse en la Psicología del color. Este campo legítimo explora cómo los colores influyen en el comportamiento y las emociones humanas. Sin embargo, su popularización ha dado lugar a una industria de afirmaciones simplistas y pruebas pseudocientíficas. Esta sección distinguirá entre los principios respaldados por la ciencia y las aplicaciones que carecen de validez empírica.

Fundamentos legítimos de la psicología del color

La percepción del color es un fenómeno complejo que trasciende la mera física de la luz. Es un proceso psicofisiológico influenciado por una interacción de factores innatos, culturales y personales.

  • Asociaciones universales o innatas: Ciertas respuestas a los colores parecen estar profundamente arraigadas en la biología y la experiencia humana compartida. Los colores cálidos como el rojo, el naranja y el amarillo se asocian comúnmente con la energía, siendo estimulantes y pudiendo aumentar los niveles de excitación. El rojo, de alta intensidad emocional, se vincula universalmente tanto a la pasión como al peligro. Por el contrario, los colores fríos como el azul y el verde se asocian con la calma y la relajación.
  • Superposiciones culturales: El significado de un color está fuertemente modulado por el contexto cultural. Por ejemplo, el blanco simboliza la pureza en occidente, pero el luto en varias culturas asiáticas. Estas diferencias demuestran que gran parte del simbolismo del color es aprendido.
  • Asociaciones personales y aprendidas: Más allá de las influencias universales y culturales, nuestras experiencias individuales forjan asociaciones únicas. Una experiencia traumática o positiva ligada a un color puede generar una aversión o una preferencia duradera. La respuesta emocional a un color nunca es puramente objetiva.

El atractivo de la simplicidad: crítica a los tests de personalidad basados en colores

La creencia de que un color puede revelar la inteligencia se enmarca en una categoría más amplia de pruebas de personalidad basadas en colores. Estas pruebas son populares porque ofrecen una gratificación instantánea: una forma aparentemente sencilla de obtener conocimientos profundos con mínimo esfuerzo. Sin embargo, esta simplicidad es su mayor debilidad científica.

La comunidad psicológica mayoritaria considera que la preferencia de color es un indicador poco fiable de los rasgos estables de la personalidad y, menos aún, de la inteligencia. Zena O’Connor, experta en la materia, advierte que muchas de estas afirmaciones carecen de fundamentación empírica y presentan “factoides” como si fueran hechos probados. El simple hecho de que el azul sea el color favorito en una amplia gama de culturas sesga de antemano cualquier prueba que intente derivar perfiles de personalidad únicos.

Estas pruebas a menudo operan sobre un “núcleo de verdad” para ganar credibilidad: la ciencia confirma que los colores pueden evocar emociones y estados de ánimo transitorios. El salto pseudocientífico ocurre al hacer una inferencia inválida: se pasa de afirmar “el azul me hace sentir tranquilo” (un estado temporal) a “como prefiero el azul, soy una persona tranquila” (un rasgo permanente). Esta falacia confunde un efecto ambiental con una característica intrínseca y estable del individuo.

Estudio de caso en pseudociencia: el test de los colores de Lüscher

Para ilustrar concretamente cómo funcionan estas pruebas y por qué son científicamente cuestionables, es útil analizar el Test de los Colores de Lüscher. Este test, desarrollado por Max Lüscher, utiliza un conjunto de ocho tarjetas de colores para que el individuo las ordene por preferencia. La interpretación se basa en el significado asignado a cada color y su posición en la secuencia.

La prueba se fundamenta en dos axiomas principales problemáticos: el axioma estructural, que sostiene que cada color tiene un significado psicológico y fisiológico objetivo y constante para todas las personas, y el axioma funcional, que afirma que la actitud subjetiva de una persona hacia el significado objetivo de un color revela su estado psicosomático. Estas ideas contradicen la evidencia sobre las variaciones culturales y personales.

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A pesar de su uso en algunos contextos, el Test de Lüscher es clasificado como una técnica proyectiva que carece de la fiabilidad y validez exigidas a los instrumentos de evaluación psicológica rigurosos. Es un ejemplo paradigmático de un sistema que adopta la apariencia de la ciencia sin cumplir con sus estándares de evidencia. Curiosamente, el léxico de significados utilizado en este test es similar a los estereotipos sobre el color que son reciclados por artículos de divulgación y modelos de inteligencia artificial.

Inteligencia artificial y la automatización de la desinformación

En la era digital, la propagación de mitos psicológicos ha encontrado un nuevo y poderoso vector: la inteligencia artificial (IA). Los modelos de lenguaje grandes (LLM), como ChatGPT, se presentan a menudo como fuentes de conocimiento autorizadas. Sin embargo, en temas como la relación entre el color y la inteligencia, estos sistemas pueden actuar como potentes aceleradores de la desinformación.

Análisis de los “hallazgos” de la inteligencia artificial

Varios artículos de prensa atribuyen explícitamente sus conclusiones sobre qué colores prefieren las personas “inteligentes” o “menos inteligentes” a análisis realizados por la IA. Un examen detallado de estas afirmaciones revela inmediatamente su falta de fiabilidad.

En primer lugar, las listas de colores proporcionadas son internamente contradictorias. Un artículo afirma que, según la IA, los colores asociados a una menor inteligencia son el marrón, el negro y el gris. Otro, también citando a la IA, menciona el negro, el marrón y el naranja. Más confuso aún, una de estas fuentes lista el naranja como un color preferido por las personas “menos inteligentes”, mientras que otra lo incluye en la lista de colores de las personas “más inteligentes”. Estas contradicciones flagrantes demuestran que no hay un “análisis” coherente.

En segundo lugar, las justificaciones que la IA proporciona para estas asociaciones se basan en los mismos estereotipos genéricos de la psicología popular. Por ejemplo, se dice que el marrón se asocia con personalidades “aburridas”, el azul con la “calma” y el negro con el “pesimismo”. La IA no está generando nuevos conocimientos, sino regurgitando los clichés existentes.

Una herramienta, no un oráculo: cómo los modelos de lenguaje grandes generan estas afirmaciones

Es crucial entender cómo funcionan estos modelos de IA para no caer en la trampa de atribuirles una capacidad de razonamiento o investigación que no poseen. Los LLM no “piensan” ni “analizan” en el sentido humano. Son sistemas de reconocimiento y síntesis de patrones a una escala masiva, entrenados con una inmensa cantidad de texto e imágenes de internet.

Cuando se le pregunta a un LLM sobre la relación entre el color y la inteligencia, el modelo no diseña un experimento ni consulta bases de datos científicas de forma crítica. En su lugar, busca patrones en su vasto conjunto de datos de entrenamiento y sintetiza todos los artículos de revistas, blogs, foros y publicaciones pseudocientíficas que han abordado el tema. El resultado es un reflejo directo de la información disponible en la web, con todos sus sesgos, errores y mitos. La IA, en este contexto, no es una fuente de verdad, sino una cámara de eco que amplifica el discurso existente, tanto el correcto como el incorrecto.

Este proceso da lugar a un peligroso ciclo de retroalimentación: un estudio científico es malinterpretado o sensacionalizado por medios de comunicación humanos; los modelos de IA son entrenados con estos artículos de prensa erróneos; la IA, cuando se le pregunta, genera nuevos textos basados en estos datos defectuosos, presentándolos con aparente autoridad tecnológica. Estos nuevos contenidos generados por IA se publican en línea, contaminando aún más el conjunto de datos para futuras generaciones de modelos. De este modo, la IA se convierte en un motor para la “pseudociencia automatizada”, haciendo cada vez más difícil para el público distinguir entre un análisis legítimo y un sinsentido generado algorítmicamente.

Lo que la ciencia realmente demuestra: el impacto del color en el rendimiento cognitivo

Tras desmontar el mito de que la preferencia de color es un barómetro de la inteligencia, es fundamental pivotar hacia la pregunta científicamente válida: ¿existe alguna relación demostrable entre el color y la cognición de alto nivel? La respuesta es afirmativa, pero la conexión es mucho más matizada. La ciencia no se centra en la preferencia como un rasgo de la personalidad, sino en el efecto del color como un estímulo ambiental que puede influir en el rendimiento cognitivo en tiempo real.

La distinción crítica: preferencia frente a estímulo ambiental

El eje central de la investigación científica rigurosa en este campo es la siguiente distinción: mientras que el color que a una persona le gusta (preferencia) no revela de manera fiable quién es (su personalidad o inteligencia), el color que rodea a una persona en un momento dado (estímulo ambiental) sí puede influir en cómo piensa y se desempeña en tareas específicas. Este cambio de enfoque del rasgo interno a la influencia externa es clave para comprender la verdadera relación entre el color y la mente.

El eje rojo frente a azul: cómo el color influye en el rendimiento específico de la tarea

Una de las líneas de investigación más sólidas se ha centrado en los efectos contrastantes de los colores rojo y azul en el rendimiento cognitivo. Estos efectos no son uniformes; dependen crucialmente del tipo y la dificultad de la tarea en cuestión.

  • El efecto del rojo: A través de asociaciones aprendidas (señales de alto, tinta roja para corregir errores), el color rojo se ha vinculado culturalmente con el peligro y la necesidad de vigilancia. Psicológicamente, la exposición al rojo tiende a inducir una motivación de evitación, un estado mental centrado en evitar errores y prestar atención meticulosa a los detalles. Este estado de mayor alerta puede mejorar el rendimiento en tareas analíticas y orientadas al detalle, como la corrección de textos o la memorización. Sin embargo, este mismo estado puede ser contraproducente y perjudicar el rendimiento en tareas que requieren creatividad o resolución de problemas complejos, ya que inhibe la exploración y la asunción de riesgos cognitivos.
  • El efecto del azul: En contraste, el color azul se asocia comúnmente con el cielo, el océano, la paz y la apertura. Esta asociación induce una motivación de aproximación, un estado mental más relajado, exploratorio y abierto a nuevas ideas. Este estado de menor excitación y mayor tranquilidad ha demostrado mejorar el rendimiento en tareas creativas, como la lluvia de ideas y la resolución de problemas de ingenio.

La investigación ha demostrado que esta dicotomía también interactúa con la dificultad de la tarea. En un estudio clave, se encontró que el rojo mejoraba el rendimiento en una tarea de corrección de textos sencilla, pero el azul era superior en la misma tarea cuando esta era difícil. Para las tareas creativas, el azul demostró ser beneficioso independientemente de su dificultad.

Para las tareas orientadas al detalle (como corrección de textos o memorización), el color rojo puede ser beneficioso en tareas sencillas, mientras que el azul es superior en tareas difíciles. Para las tareas creativas (como la lluvia de ideas o la resolución de problemas de ingenio), el color azul es beneficioso tanto en tareas sencillas como difíciles.

El papel de los tonos apagados y el “núcleo de la verdad”

Con este conocimiento, podemos volver al mito original del “azul grisáceo”. Aunque la explicación del mito es incorrecta, la elección del color no es del todo arbitraria. Contiene un “núcleo de verdad” basado en los principios de la excitación psicológica.

Los colores neutros y desaturados como el gris, el beige y los azules apagados son bajos en intensidad y saturación. Son, por naturaleza, menos distractores visual y psicológicamente. La ley de Yerkes-Dodson, un principio fundamental de la psicología, postula que el rendimiento mejora con la excitación mental o fisiológica solo hasta cierto punto. Para tareas cognitivas muy complejas y difíciles, un nivel de excitación excesivo es perjudicial. El estado óptimo para la concentración profunda y el pensamiento sostenido es uno de calma y baja excitación.

Por lo tanto, un entorno pintado de azul grisáceo, o de cualquier otro tono neutro y apagado, sería científicamente ideal para crear el estado de baja excitación que facilita la concentración intensa requerida para el trabajo intelectual exigente. El mito, por tanto, identificó correctamente un efecto plausible (el color ayuda a la concentración) pero erró en su explicación, atribuyéndolo a una preferencia innata de las personas inteligentes en lugar de a un efecto ambiental universal que beneficia a cualquiera que realice una tarea compleja.

La implicación de este conocimiento es profunda y práctica. Trasciende la pregunta pasiva de “¿qué color me identifica?” y la transforma en una pregunta activa y empoderadora: “¿cómo puedo usar el color para optimizar mi entorno y mejorar mi rendimiento cognitivo?”. La “inteligencia” no reside en la persona que prefiere un color, sino en el diseñador, educador o individuo que utiliza el color de manera estratégica para crear espacios que fomenten el tipo de pensamiento deseado.

Conclusión y recomendaciones para el consumo crítico de información psicológica

Este análisis exhaustivo ha viajado desde la deconstrucción de un mito popular hasta la exploración de la investigación científica rigurosa. El objetivo final es proporcionar una respuesta definitiva a la pregunta inicial y, lo que es más importante, equipar al lector con las herramientas críticas necesarias para navegar por el complejo y a menudo engañoso panorama de la psicología popular.

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Resumen de hallazgos: una respuesta definitiva

El examen de la evidencia disponible permite establecer las siguientes conclusiones con un alto grado de certeza:

  • No existe evidencia científica que respalde la afirmación de que la preferencia por un color específico sea un indicador fiable de la inteligencia o el Coeficiente Intelectual de una persona. La idea de que se puede “saber si una persona es inteligente” por su color favorito pertenece al ámbito de la pseudociencia.
  • La popular afirmación que vincula la preferencia por el “azul grisáceo” con un CI superior a 130 es una tergiversación verificable de un estudio científico de 2022 (Jue & Ha). Dicho estudio investigaba la relación entre la preferencia de color y los rasgos de personalidad del modelo de los Cinco Grandes, y no mencionaba la inteligencia en absoluto.
  • Las pruebas y sistemas que, como el Test de Lüscher, afirman poder diagnosticar la personalidad o el estado psicosomático a través de las preferencias de color, son considerados pseudocientíficos por la corriente principal de la psicología académica debido a su falta de validez y fiabilidad empírica.
  • La inteligencia artificial, en su estado actual, a menudo actúa como una cámara de eco, amplificando y otorgando una falsa autoridad a estos mitos al sintetizar información no verificada de internet, generando respuestas contradictorias y basadas en estereotipos.

El verdadero vínculo color-cognición: una perspectiva matizada

La relación científicamente validada entre el color y la cognición no reside en la preferencia, sino en el rendimiento. El vínculo real y útil es el siguiente:

  • Los colores presentes en nuestro entorno inmediato pueden influir de manera medible en nuestro estado cognitivo y fisiológico, afectando nuestra capacidad para realizar tipos específicos de tareas mentales.
  • Los colores fríos y de baja excitación, como el azul y el gris, pueden crear entornos propicios para la creatividad y la concentración en tareas difíciles, al fomentar un estado mental relajado y exploratorio.
  • Los colores cálidos y de alta excitación, como el rojo, pueden mejorar el rendimiento en tareas sencillas y orientadas al detalle, al inducir un estado de alerta y vigilancia.

Guía para la mente inquisitiva: cómo evaluar afirmaciones psicológicas

En un mundo saturado de información, desarrollar un escepticismo saludable y unas habilidades de pensamiento crítico es esencial. Para evaluar futuras afirmaciones en el campo de la psicología, se recomienda seguir los siguientes pasos:

  • Verificar la fuente primaria: Siempre que sea posible, buscar el artículo de investigación original en una revista científica revisada por pares. Desconfiar de los resúmenes de segunda o tercera mano en medios de comunicación no especializados.
  • Desconfiar del sensacionalismo: Ser escéptico ante cualquier afirmación que ofrezca respuestas simples, deterministas y universales a preguntas complejas sobre el comportamiento humano. La psicología humana es contextual y multifactorial.
  • Comprender los conceptos: Aprender a distinguir entre constructos psicológicos distintos. Personalidad, inteligencia, estado de ánimo y rendimiento cognitivo son conceptos diferentes que no deben usarse indistintamente.
  • Buscar el consenso científico: Un único estudio, por muy interesante que sea, no constituye una prueba definitiva. La ciencia avanza a través de la replicación y la acumulación de evidencia.
  • Cuestionar el medio: Ser especialmente crítico con las afirmaciones que provienen de fuentes diseñadas para la viralidad en lugar de la precisión: revistas de estilo de vida, redes sociales y contenido generado por IA sin supervisión editorial.

En conclusión, la búsqueda de un atajo cromático para medir la inteligencia es un callejón sin salida. La verdadera sabiduría no se encuentra en el color que uno prefiere, sino en la capacidad de aplicar el pensamiento crítico para distinguir la evidencia científica de la ficción atractiva. ¿Estás listo para cuestionar lo que crees saber sobre tu mente?

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