“Tengo la Lipoproteína A alta y me dijeron que no hay nada que hacer…”. Alejandra llegó con angustia y miedo. La palabra “genética” le sonaba a sentencia. Pero, ¿es realmente así? La Lipoproteína A puede ser un riesgo, pero también una oportunidad para actuar.
¿Qué es la Lipoproteína A (LpA)?
Un integrante peculiar de la familia de las grasas
En nuestra sangre circula un ejército de “pick-ups” moleculares: las lipoproteínas, encargadas de transportar colesterol y triglicéridos. Entre ellas, la LpA destaca por su composición única y peligrosa.
- Se forma completamente en el hígado
- Contiene ApoB (como la LDL) y una proteína extra: ApoA
- No cumple una función vital en el cuerpo moderno
La paradoja evolutiva de la LpA
Su existencia podría haber sido útil en tiempos prehistóricos:
- Promovía la coagulación en heridas abiertas
- Activaba la inflamación frente a infecciones
Pero hoy, su acción es contraproducente:
- Procoagulante: ocupa el lugar del plasminógeno impidiendo disolver coágulos
- Proinflamatoria: transporta fosfolípidos oxidados, vinculados al estrés oxidativo
LpA vs. otras lipoproteínas: una comparación vital
LDL: la famosa “mala” que no es tan mala
- Transporta colesterol a los tejidos
- Necesaria para producir hormonas y vitamina D
- Se vuelve peligrosa solo cuando se oxida o queda atrapada en arterias
“La LDL no nace tóxica. Está involucrada en un delito, pero no es la culpable” — Dr. Lombardero
HDL: la “buena” que limpia el sistema
- Recoge el colesterol sobrante y lo lleva al hígado
- No queda atrapada en arterias
- Contiene la proteína ApoA1, benigna
LpA: el verdadero villano de la película
- Tiene ApoB como la LDL, pero también ApoA, mucho más trombogénica
- Induce inflamación arterial
- Fomenta la formación de placas de ateroma y coágulos
La dimensión genética: ¿estamos condenados?
Lo hereditario no es sentencia
Tener la LpA alta está determinado por el gen LPA, pero eso no significa que el destino esté sellado.
- 1 de cada 5 personas tiene LpA elevada
- No baja con dieta ni ejercicio, pero…
- La epigenética demuestra que el estilo de vida puede activar o desactivar genes
Genes vs. estilo de vida: el caso de Juan y Pedro
Juan: LpA alta, pero vida sana
Pedro: LpA normal, pero sedentarismo, tabaquismo, sobrepeso
¿Quién tiene más riesgo de infarto?
“Nuestro destino está más ligado a cómo vivimos que a nuestros genes”
Factores que potencian el daño de la LpA
Cultura y malos hábitos: los peores cómplices
- Dieta ultra procesada
- Estrés crónico
- Falta de ejercicio
- Tabaquismo
Estos factores crean un entorno inflamatorio, que convierte a la LpA en un enemigo activo.
El rol del estrés oxidativo
El metabolismo produce residuos que, si no se eliminan, generan estrés oxidativo:
- Deteriora tejidos
- Oxida las lipoproteínas
- Activa inflamación crónica
La LpA se vuelve más agresiva en este contexto.
¿Y si tengo la LpA alta? 10 pasos clave para actuar
Alejandra preguntaba: “Si no hay remedio, ¿qué hago?”. Estas acciones son clave:
- No fumar
- Hacer ejercicio regular (no es opcional)
- Comer saludable
- Mantener peso adecuado
- Controlar la presión arterial
- Reducir el estrés psíquico (mindfulness, terapia, meditar)
- Buscar armonía interior
- Comprender que los factores de riesgo son modificables
- Motivar hábitos sanos en adolescentes con LpA alta
- Consultar periódicamente al cardólogo
“No se haga mala sangre. Hágala buena.”
Nuevas fronteras: tratamientos que vienen
Fármacos experimentales prometedores
Uno de los más prometedores es el Lepodisiran:
- Reduce significativamente la LpA
- Está en fase experimental
- Aún se desconoce si reduce eventos cardiovasculares
- Se deben evaluar seguridad y costo a largo plazo
Variantes de LpA: no todas son iguales
- Isoformas más pequeñas como Kringle IV tipo 2 son más aterogénicas
- No se miden en laboratorios de rutina
Esto complica la evaluación real del riesgo en cada paciente.
¿La ciencia podrá silenciar a este villano?
La Lipoproteína A puede ser uno de los factores de riesgo cardiovascular más subestimados y peligrosos. Pero no es invencible. Con conciencia, acción y avances científicos, su poder puede ser neutralizado. ¿Estará la medicina del futuro a la altura de esta amenaza silenciosa?.