Aranceles en EE. UU.: El eterno fracaso de una promesa proteccionista

EE. UU. insiste con aranceles para proteger su economía, pero la historia muestra que sus resultados suelen ser contraproducentes.

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EE. UU. insiste con aranceles para proteger su economía, pero la historia muestra que sus resultados suelen ser contraproducentes.

Cada vez que EE. UU. enfrenta una crisis económica o busca votos, resurgen los aranceles como receta salvadora. Pero, ¿Realmente funcionan?

Una herramienta antigua para problemas modernos

El auge arancelario del siglo XIX
Durante la industrialización estadounidense, los aranceles eran una política estándar. Las tasas promediaban el 50%, y muchos políticos los defendían como clave del desarrollo nacional.

“El proteccionismo funcionó hasta cierto punto, pero fue el acceso a capital, recursos naturales y migración laboral lo que realmente impulsó el crecimiento”, explicó Keith Maskus, economista de la Universidad de Colorado.

Christopher Meissner, de la Universidad de California en Davis, añadió: “Incluso con aranceles más bajos, el sector industrial habría sido próspero gracias a nuestros recursos abundantes: carbón, petróleo, hierro y madera”.

Aranceles y crisis: Una relación peligrosa

La lección ignorada de 1930
La Ley Smoot-Hawley de 1930 es un punto clave: implementada en plena recesión, desató represalias internacionales y profundizó la Gran Depresión.

“El aumento arancelario fue uno de los factores que empeoró la crisis”, afirma Maskus. No detuvo las importaciones, pero sí provocó una guerra comercial global.

¿Qué pasó después?
La respuesta fue clara: el mundo giró hacia el libre comercio. El acuerdo GATT de 1947 y luego el TLCAN (1994) marcaron una nueva etapa en la política comercial global, especialmente para EE. UU.

El regreso del proteccionismo: Trump y Biden

Aranceles contra China: ¿un tiro en el pie?
Donald Trump revivió el proteccionismo con fuerza durante su mandato, especialmente con medidas contra China. El objetivo: frenar el crecimiento chino y proteger a la industria nacional.

Sin embargo, los resultados fueron ambiguos:

  • El déficit comercial con China no disminuyó.
  • El consumidor estadounidense pagó precios más altos.
  • Las cadenas de suministro globales se distorsionaron.

Joe Biden, aunque con un tono distinto, mantuvo muchas de las tarifas, lo que demuestra que el proteccionismo ha vuelto como política transversal en EE. UU.

“Trump mira con nostalgia la era de McKinley, pero olvida que el contexto global ha cambiado radicalmente”, advirtió Douglas Irwin, economista de Dartmouth College.

¿Por qué se insiste en una receta que no funciona?

La política electoral detrás de los aranceles
Los aranceles no solo son medidas económicas: son herramientas retóricas poderosas. En un país polarizado, prometer “proteger los empleos” suena más efectivo que hablar de competitividad estructural.

Pero los datos son contundentes:

  • Las industrias protegidas no necesariamente generan más empleo.
  • Las represalias comerciales afectan exportaciones clave.
  • El impacto en la inflación interna puede ser significativo.

Los aranceles tienen un atractivo político innegable, pero sus efectos reales suelen ser pobres o incluso negativos. ¿Hasta cuándo seguirá EE. UU. repitiendo una estrategia del siglo XIX para resolver dilemas del siglo XXI?

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