En la Misa Crismal del Jueves Santo, el Papa Francisco lanzó un llamado urgente: romper con el clericalismo y abrazar una misión de esperanza. El pontífice apuntó a un Año Jubilar transformador, centrado en la conversión.
La Misa Crismal: un acto de renovación espiritual
Cada Jueves Santo, la Iglesia Católica celebra la Misa Crismal, una de las ceremonias más significativas del calendario litúrgico. En esta liturgia, los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales y se consagran los óleos sagrados, entre ellos el santo crisma, símbolo de la unción divina.
Este año, desde la majestuosa Basílica de San Pedro, el mensaje del Papa fue leído por el cardenal Domenico Calcagno. El texto papal no solo tuvo un tono espiritual, sino también profundamente pastoral y profético.
“Nuestro sacerdocio se convierte en un ministerio jubilar, como el suyo, sin sonar el cuerno ni la trompeta; en una entrega silenciosa, pero radical y gratuita.”
Salir del clericalismo: un llamado a la conversión profunda
¿Qué es el clericalismo?
El clericalismo es una actitud dentro de la Iglesia en la que el poder se concentra exclusivamente en el clero, debilitando el rol de los laicos. Es una forma de autorreferencialidad que, según el Papa Francisco, aleja a los fieles y bloquea el dinamismo del Evangelio.
“Peregrinos de esperanza, para salir del clericalismo y convertirnos en anunciadores de esperanza.”
¿Por qué es urgente dejarlo atrás?
Francisco ya ha advertido en múltiples ocasiones sobre los peligros del clericalismo: autoritarismo, aislamiento, falta de testimonio real. Pero en esta ocasión fue más allá: lo vinculó directamente con el espíritu del Año Jubilar, instando a los sacerdotes a “recomenzar bajo el signo de la conversión”.
Este no es un simple cambio de actitud: es una transformación del ministerio sacerdotal hacia un servicio más libre, más evangélico, más humano.
La esperanza como ministerio: ser levadura en el mundo
El sacerdote como portador de alegría
Francisco insiste: no es solo un mensaje de cambio estructural, es una revolución espiritual silenciosa. En sus palabras, el santo crisma es un “misterio transformador” que marca las etapas de la vida cristiana y convierte al sacerdote en un “anunciador de alegría”.
“Es obra de Dios llevar un mensaje de alegría.”
Esa alegría no es superficial, sino fruto de la liberación. Una esperanza que nace del encuentro con Cristo, que rompe cadenas, abre los ojos y aliviana cargas.
El Reino silencioso
En contraste con el ruido mediático y el protagonismo clerical, el Papa propone un modelo radical: un ministerio jubilar, discreto pero eficaz, como la levadura en la masa o la semilla bajo tierra.
“Es el Reino de Dios, eficaz y discreto como la levadura, silencioso como la semilla.”
Con esta imagen, Francisco recuerda que la esperanza cristiana no hace ruido, pero transforma vidas. No se impone, se ofrece. No exige, acompaña.
La conversión como punto de partida
Año Jubilar: tiempo de recomenzar
El Año Jubilar, que la Iglesia celebrará próximamente, es un período de renovación espiritual, perdón y peregrinación. En este contexto, el Papa lo presenta como una oportunidad única para los sacerdotes de repensar su rol.
El mensaje es claro: no basta con conservar estructuras, es hora de recomenzar desde la raíz, desde Jesús, el Alfa y la Omega de la vida cristiana.
“Claro, si el Alfa y la Omega de nuestra vida es Jesús, también nosotros encontraremos el rechazo que él experimentó en Nazaret.”
Francisco no promete facilidades. Al contrario: ser fiel al Evangelio trae consigo rechazo, incomodidad, riesgo. Pero también sentido, plenitud y transformación.
Una Iglesia en salida
El llamado del Papa se alinea con su visión de una Iglesia en salida, más cercana a las personas, menos centrada en sí misma. Una Iglesia que no se encierra en el templo, sino que camina con los excluidos, los pequeños y los rotos de corazón.
“¿Cuántas veces los pequeños lo han reconocido en nosotros? ¿Somos capaces de dar gracias?”
El mensaje del Papa Francisco no es un diagnóstico, es una provocación profética. Nos invita a repensar qué significa hoy ser sacerdote, Iglesia, comunidad. ¿Estamos preparados para un ministerio sin trompetas, sin clericalismos, lleno de esperanza silenciosa? El Jubileo será el termómetro. El mundo espera testigos, no funcionarios. Anunciadores, no burócratas. Semillas, no estructuras.