Cuando el gas apaga la luz
Un martes por la noche, miles de hogares en la Península de Yucatán quedaron en penumbra.
Los ventiladores dejaron de girar, las calles se oscurecieron y en redes sociales estallaron las quejas: otro apagón más, sin aviso, sin explicación inmediata.
Horas después, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) emitió un comunicado: el problema no era técnico, ni siquiera climático. El culpable era el gas natural de mala calidad.
La explicación técnica dejó más dudas que certezas. ¿Cómo es posible que un país con abundancia de recursos enfrente cortes de energía por la calidad del combustible? ¿Qué implica esta situación para la estabilidad energética del sureste mexicano y para la seguridad energética nacional?
Este artículo analiza a fondo lo ocurrido, su contexto energético y político, los impactos sociales y las implicaciones a futuro.
¿Qué pasó exactamente en Yucatán?
La cronología del apagón
La noche del 18 de marzo, usuarios en Mérida, Campeche y Cancún comenzaron a reportar fallas eléctricas. En algunos casos, los cortes duraron más de cinco horas. No fue hasta la madrugada del 19 que la CFE explicó los motivos: el gas natural suministrado por el gasoducto Mayakán tenía un alto índice de humedad, lo que lo hacía inadecuado para la generación eléctrica.
La central afectada fue Nuevo Pemex, una planta de cogeneración clave en el sureste. Como respuesta, varias centrales tuvieron que cambiar a combustibles alternativos, más costosos y contaminantes, y para evitar una sobrecarga del sistema, se decidió aplicar cortes rotativos programados.
CFE sobre #Apagon en Península de Yucatán. A la medianoche menos del 50% tenía electricidad. pic.twitter.com/X7Vt2KCUgO
— Karla Iberia Sánchez (@karlaiberia) March 25, 2025
¿Por qué un gas húmedo puede causar apagones?
El gas natural debe cumplir ciertas especificaciones para ser utilizado de manera eficiente en plantas generadoras. Un alto nivel de humedad puede dañar turbinas y reducir la eficiencia de la combustión. En este caso, la falta de procesamiento adecuado del gas en el ducto Mayakán provocó una disrupción en la cadena de generación.
Este incidente expone una fragilidad estructural en la infraestructura energética de la región.
Una región con demanda creciente y suministro frágil
El sureste bajo presión
La Península de Yucatán ha experimentado un boom demográfico y turístico, especialmente en ciudades como Cancún, Playa del Carmen y Mérida. Esta expansión ha elevado la demanda eléctrica de manera constante en los últimos años.
Sin embargo, la región ha estado históricamente desconectada de los principales centros de generación del país, y depende de un puñado de plantas y gasoductos para cubrir su consumo.
El papel del gasoducto Mayakán
El gasoducto Mayakán, operado por una filial de Engie, fue construido en los años 90 con el objetivo de abastecer de gas natural a la península desde Tabasco. Hoy, su capacidad y mantenimiento están siendo cuestionados.
Expertos han advertido durante años sobre la necesidad de ampliar la infraestructura o diversificar las fuentes de generación en la zona.
¿Por qué la CFE decidió cortes programados?
Cortes rotativos como último recurso
El sistema eléctrico nacional está diseñado para evitar apagones masivos. Ante una reducción en la capacidad de generación, el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) puede autorizar cortes programados rotativos, como se hizo en este caso.
Estos “blackouts controlados” permiten reducir la carga sobre el sistema sin provocar colapsos. Sin embargo, el hecho de que se llegara a esta medida revela una vulnerabilidad estructural preocupante.
Implicaciones económicas y sociales
Golpe al turismo y a la industria
Los apagones tienen un impacto directo en la economía local. Hoteles, restaurantes, hospitales, centros comerciales y pequeñas empresas dependen del suministro constante de energía.
En plena temporada alta, un apagón de varias horas implica pérdidas económicas significativas, cancelaciones y mala experiencia para los visitantes.
Además, sectores industriales que dependen de procesos continuos —como la agroindustria o el procesamiento de alimentos— reportaron daños en maquinaria y pérdida de productos perecederos.
El ciudadano, el más afectado
Más allá del impacto económico, está el malestar social. En una región con temperaturas altas todo el año, la electricidad no es un lujo: es una necesidad. No tener luz significa no tener ventilación, refrigeración o comunicación.
Los apagones recurrentes, además, erosionan la confianza en las instituciones y exacerban el sentimiento de abandono de regiones periféricas.
El contexto nacional: ¿es un caso aislado o una señal de alerta?
La dependencia del gas natural
Desde hace más de una década, México ha apostado por el gas natural como fuente principal para generación eléctrica. Es más limpio que el combustóleo o el carbón, y más barato —cuando se importa de forma eficiente desde Estados Unidos.
Sin embargo, esta dependencia también ha creado nuevos riesgos. Fallas en ductos, problemas logísticos o mala calidad del gas pueden tener consecuencias serias, como se vio en este caso.
Las limitaciones del modelo actual
El modelo energético mexicano ha sido objeto de debate político en los últimos años. La Reforma Energética de 2013 abrió el mercado, pero también introdujo complejidades en la cadena de suministro.
Hoy, la CFE enfrenta presiones contradictorias: debe mantener precios bajos, asegurar el suministro, competir con privados y responder a emergencias… todo sin tener control total de los insumos, como es el caso del gas.
Soluciones y alternativas para evitar nuevas crisis
Diversificación energética
Una lección clave de este episodio es la necesidad de diversificar las fuentes de generación. El sureste mexicano tiene potencial solar, eólico y de biomasa que sigue subutilizado.
Proyectos como las plantas solares en Campeche o los parques eólicos en Yucatán podrían aportar estabilidad si se integran adecuadamente al sistema eléctrico.
Modernización de infraestructura
El gasoducto Mayakán requiere una rehabilitación profunda o incluso su reemplazo parcial. Además, es urgente invertir en sistemas de almacenamiento de energía, líneas de transmisión más robustas y plantas de respaldo más eficientes.
Planeación con visión a largo plazo
El crecimiento poblacional y turístico del sureste no se detendrá. La planeación energética debe anticiparse a esa realidad. No se trata solo de evitar apagones, sino de garantizar una transición energética justa, estable y sostenible.
Apagones que encienden alarmas
Los cortes de luz en Yucatán no son un hecho aislado, sino una señal clara de que el modelo energético mexicano necesita ajustes profundos. La combinación de infraestructura envejecida, dependencia del gas natural y crecimiento acelerado en ciertas regiones ha creado una tormenta perfecta.
Mientras tanto, miles de ciudadanos siguen esperando respuestas más claras y soluciones más duraderas. La energía no solo mueve industrias; también enciende vidas.