Carlos Alazraki solicitó un amparo pese a no tener orden de aprehensión. ¿Fue una jugada preventiva o un movimiento político calculado?
Un rumor, dos hombres misteriosos y un publicista polémico. Carlos Alazraki se amparó en Ciudad de México tras enterarse de una supuesta orden en su contra. El escándalo no tardó en explotar.
¿Por qué Carlos Alazraki se amparó si no hay orden judicial?
La decisión de tramitar un amparo sin enfrentar una orden formal de aprehensión abrió un debate público. Según el propio Alazraki, la alerta surgió cuando un amigo le notificó que dos individuos preguntaban por él, supuestamente portando un documento de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX).
“Parece ser que no hay nada. Ya tengo el amparo, entonces todo el mundo se ha preocupado. No tengo orden de aprehensión, no tengo nada”, dijo en entrevista con El Universal.
Medidas preventivas o miedo escénico
El publicista, famoso por su postura crítica contra el actual gobierno, explicó que su abogado, el penalista Javier Coello Trejo, le sugirió solicitar el amparo “Por si las moscas”. Así lo hizo el lunes 24 de marzo, y el juez José Elías Pacheco Martínez le concedió la suspensión provisional a cambio de una garantía de 10 mil pesos.
Este tipo de recursos legales no son inusuales entre personajes públicos, sobre todo cuando su imagen pública puede ponerlos en la mira, tanto de opositores como de autoridades.
¿Quiénes eran los sujetos?
Alazraki insiste en que los supuestos emisarios eran novatos o incluso farsantes. “Yo creo que eran medio novatos alguien que me quería espantar o extorsionar”, expresó. Hasta ahora, no hay una denuncia formal ni seguimiento sobre la identidad o el objetivo de esos individuos.
La figura de Carlos Alazraki: Entre la publicidad y la política
Un perfil provocador
Carlos Alazraki es mucho más que un publicista. Es un personaje mediático con fuerte presencia en redes sociales, especialmente desde su canal de YouTube Atypical Te Ve, en el que sostiene un discurso frontal contra el oficialismo.
También fue asesor de campaña de José Antonio Meade, candidato presidencial por el PRI en 2018, lo cual lo vincula directamente con las estructuras tradicionales del poder político en México.
De publicista a actor político
Desde hace años, Alazraki ha cruzado la línea entre la opinión pública y el activismo político. Sus programas suelen ser escenarios para entrevistas y monólogos críticos, especialmente hacia figuras como Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, a quienes acusa de encaminar a México hacia un modelo autoritario.
El estallido del 2 de junio: ¿Una reacción visceral o un mensaje en clave?
El “Berrinche de la derecha” en vivo
Durante la cobertura electoral del 2 de junio de 2024, transmitida en su canal, Alazraki protagonizó uno de los momentos más virales de la jornada. Al enterarse del triunfo de Claudia Sheinbaum, no pudo ocultar su molestia:
“No pongas ninguna de esas mamad…”, dijo al ver la proyección de Televisa.
“Que se vaya a la ching…, la odio. Va a ser la peor presidenta de la historia”, agregó.
Estas palabras desataron una ola de críticas, tanto de simpatizantes del gobierno como de sectores independientes que consideraron sus declaraciones misóginas, autoritarias y desproporcionadas.
Un mensaje que sí caló
El discurso de Alazraki se ha convertido en símbolo de un sector conservador herido por los cambios políticos recientes. Más que una rabieta personal, su reacción fue leída por algunos analistas como la manifestación emocional de una élite desplazada.
Su canal, sus invitados entre ellos Pedro Ferriz de Con, Guadalupe Loaeza y Ricardo Alemán y su narrativa constante consolidan su posición como voz opositora acérrima, aunque también lo exponen a riesgos legales o reputacionales.
La judicialización del discurso político en México
El uso del amparo como escudo mediático
En México, el amparo es una figura constitucional que protege a los ciudadanos ante actos arbitrarios de la autoridad. Sin embargo, cuando se utiliza en ausencia de una acusación formal, su valor adquiere otro matiz: el del mensaje político preventivo.
En casos como el de Alazraki, la solicitud de un amparo sin orden judicial puede tener efectos simbólicos más que jurídicos. Protege, sí, pero también victimiza al solicitante ante su audiencia, dándole herramientas discursivas para sostener su narrativa de persecución.
Precedentes similares
Otros personajes como Lilly Téllez, Ricardo Anaya o incluso periodistas como Carlos Loret de Mola han utilizado recursos similares en momentos de alta tensión política. El patrón parece repetirse: figuras públicas opositoras que se amparan preventivamente ante un posible “Uso faccioso de la justicia”.
Extorsión, miedo y polarización: Síntomas de una democracia tensa
El rostro de la desconfianza
Más allá de si existía o no una orden real contra Alazraki, el solo hecho de actuar ante el rumor demuestra el nivel de desconfianza que permea en ciertas capas sociales. El miedo no solo proviene del Estado, sino de agentes desconocidos que pueden hacerse pasar por autoridades.
Esta situación refleja un clima de fragilidad institucional y percepción de riesgo que se intensifica durante las transiciones de poder o periodos electorales.
Las redes como tribunal público
El caso tuvo amplia repercusión en redes sociales, donde los juicios son inmediatos y polarizados. Para unos, Alazraki fue víctima de un intento de intimidación. Para otros, fue parte de una puesta en escena para continuar su narrativa de víctima del régimen.
¿Se puede despolitizar la justicia en México?
El reto de la imparcialidad
La justicia mexicana arrastra una historia de instrumentalización política. Desde el siglo XX, presidentes y gobernadores han usado al Ministerio Público como arma contra opositores incómodos.
Hoy, en tiempos de supuesta transformación, los casos como el de Alazraki obligan a preguntarse si realmente se ha erradicado esa práctica.
¿Hay persecución política en México?
El gobierno federal ha negado reiteradamente que exista persecución a la oposición. Sin embargo, los casos de amparos preventivos y denuncias de acoso judicial se acumulan. La percepción es tan poderosa como la realidad, y en la política mexicana, la narrativa muchas veces pesa más que la ley. Carlos Alazraki no enfrenta una orden judicial, pero su amparo ha levantado un debate mucho más profundo:
¿Es víctima de un sistema que persigue voces críticas o es un hábil comunicador que dramatiza para ganar atención? Lo cierto es que su caso expone las fracturas de un país donde la justicia, la política y los medios conviven en un triángulo frágil. ¿Cuántos más se ampararán “Por si las moscas” antes de que volvamos a confiar plenamente en las instituciones?