¿Cuándo será el próximo mega apagón en el sureste de México? Descúbrelo aquí

La Península de Yucatán vive bajo amenaza energética. ¿Qué tan cerca está el próximo apagón masivo? Análisis a fondo del riesgo real en el sureste.

AL MOMENTO

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Una península a oscuras, otra vez

La Península de Yucatán se ha vuelto protagonista de un fenómeno que ya no sorprende, pero sí preocupa: apagones masivos sin previo aviso, prolongados, con impactos en hogares, negocios, hospitales y hoteles. Lo que antes parecía una excepción, se está volviendo la norma. Y la gran pregunta ahora es directa y urgente:
¿Cuándo ocurrirá el próximo mega apagón en el sureste de México?

En este análisis exploramos el riesgo estructural que enfrenta la región, sus causas energéticas, los factores que agravan la vulnerabilidad, y los escenarios futuros si no se toman acciones inmediatas.

Una región con sed de electricidad y una red al límite

El crecimiento acelerado del sureste mexicano

El sureste mexicano, en especial los estados de Yucatán, Quintana Roo y Campeche, ha experimentado un auge demográfico, inmobiliario y turístico. Mérida se perfila como una de las ciudades con mejor calidad de vida del país, mientras que Cancún y Playa del Carmen concentran la mayor parte del turismo internacional.

Pero este crecimiento conlleva una presión cada vez mayor sobre el sistema eléctrico. La demanda de energía crece más rápido que la capacidad de suministro, lo que ha creado un desbalance estructural que aumenta el riesgo de apagones.

Una red eléctrica aislada y frágil

A diferencia de otras regiones de México, el sureste está parcialmente desconectado del Sistema Interconectado Nacional. Esto significa que no puede recibir energía de otras zonas cuando hay déficit, y depende de una infraestructura propia que es limitada, antigua y vulnerable.

Las plantas generadoras en la región funcionan en su mayoría con gas natural, y están concentradas en pocos puntos, lo que aumenta el impacto cuando una falla ocurre en un ducto o central específica.

¿Qué provoca los apagones en el sureste de México?

El talón de Aquiles: el gas natural

Aunque el gas natural es una fuente limpia y eficiente, su cadena logística es compleja y sensible. En el caso de Yucatán y alrededores, el gas llega a través del gasoducto Mayakán, que transporta el insumo desde Tabasco.

El problema es que este ducto ha registrado saturación, baja presión y, recientemente, mala calidad del gas debido a altos niveles de humedad, lo que obliga a las plantas a cambiar a combustibles alternativos, más caros y menos eficientes. Cuando eso no es viable, se reduce la capacidad de generación y se ordenan cortes rotativos programados.

Falta de mantenimiento y modernización

Expertos en energía han advertido que la infraestructura eléctrica en el sureste no ha sido actualizada al ritmo que demanda su crecimiento. Las líneas de transmisión son limitadas, no hay almacenamiento de respaldo y no existen mecanismos rápidos de respuesta ante emergencias energéticas.

Esto significa que incluso fallas menores pueden derivar en grandes apagones, como los registrados en marzo de 2024 y en varias ocasiones durante 2023.

¿Qué tan inminente es el próximo mega apagón?

Factores de riesgo actuales

A partir del análisis de expertos, organismos reguladores y reportes técnicos de la CFE y el CENACE, podemos identificar cinco factores clave que podrían provocar un nuevo apagón en el sureste:

  1. Aumento sostenido de la demanda en temporada alta.
  2. Fallas en el gasoducto Mayakán o sus plantas vinculadas.
  3. Eventos climáticos extremos (huracanes, tormentas) que dañen la infraestructura.
  4. Descoordinación entre CFE y CENACE en situaciones críticas.
  5. Retrasos en proyectos energéticos estratégicos en la región.

En conjunto, estos factores crean una alta probabilidad de apagones intermitentes o masivos durante los próximos meses, especialmente entre mayo y agosto, cuando las temperaturas y la demanda de aire acondicionado se disparan.

El precedente de marzo de 2024

El más reciente apagón, que dejó sin luz a buena parte de Mérida, Campeche y la Riviera Maya, duró más de cinco horas y fue atribuido a un problema de calidad del gas. Pero lo más preocupante no fue la falla técnica en sí, sino que la respuesta institucional fue tardía, poco transparente y sin mecanismos de alerta preventiva para los ciudadanos.

Este precedente demuestra la falta de protocolos públicos y la fragilidad del sistema energético regional, lo que amplifica la percepción de que un nuevo evento de gran escala no es cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo.

Impacto económico y social de un nuevo apagón

Turismo y comercio, los más vulnerables

El turismo representa más del 40% del PIB en Quintana Roo, y también es clave en Yucatán. Un apagón prolongado en temporada alta puede significar cancelaciones masivas, pérdidas millonarias, afectación a la reputación internacional y riesgos para la seguridad de los visitantes.

Además, sectores como el comercio, la industria alimentaria y el transporte también sufren con cada corte de energía: desde mercancías echadas a perder hasta sistemas logísticos paralizados.

La ciudadanía, atrapada en la incertidumbre

Para los habitantes del sureste, vivir con la posibilidad de apagones se ha convertido en una forma de estrés cotidiano. No poder refrigerar alimentos, quedarse sin conexión a internet, o perder acceso a ventilación en climas de 35 grados no son incomodidades menores: son violaciones al derecho básico a una vida digna y funcional.

¿Qué está haciendo el gobierno para evitar más apagones?

Los proyectos prometidos

Desde el gobierno federal se han anunciado varios proyectos para mejorar la capacidad eléctrica del sureste:

  • La ampliación del gasoducto Cuxtal-Mayakán.
  • Nuevas plantas de ciclo combinado.
  • Proyectos solares en Campeche y parques eólicos en Yucatán.
  • Mejoras en líneas de transmisión y subestaciones.

Sin embargo, muchos de estos proyectos están en etapas tempranas o han enfrentado retrasos por temas ambientales, administrativos o presupuestarios.

¿Suficiente y a tiempo?

Los expertos coinciden en que, aunque hay una visión de largo plazo, la velocidad de implementación es insuficiente para cubrir la demanda actual y prevenir riesgos inmediatos.

El riesgo de nuevos apagones se mantiene latente para el corto y mediano plazo, y se agrava por la falta de un sistema de comunicación efectiva con la ciudadanía.

¿Qué se puede hacer hoy para reducir el riesgo?

Medidas institucionales urgentes

  1. Implementar alertas ciudadanas de riesgo energético, vía SMS, apps o plataformas digitales.
  2. Establecer protocolos de respuesta coordinados entre CFE, CENACE, gobiernos estatales y municipales.
  3. Invertir en sistemas de respaldo descentralizados como micro redes o generadores en hospitales y zonas clave.
  4. Acelerar proyectos renovables de forma prioritaria en zonas de alta demanda.

Participación ciudadana e inteligencia energética

La ciudadanía también puede tomar medidas:

  • Instalar sistemas fotovoltaicos domiciliarios donde sea viable.
  • Usar equipos eficientes en consumo de energía.
  • Participar en programas comunitarios de ahorro de energía.
  • Exigir transparencia y rendición de cuentas a las autoridades.

No es una profecía, es una advertencia técnica

El próximo mega apagón en el sureste de México no es una posibilidad lejana ni una teoría apocalíptica, es un escenario altamente probable si no se corrigen las fallas estructurales del sistema eléctrico en la región.

Mientras la demanda crece, la oferta se estanca y la infraestructura envejece, la pregunta no es si habrá otro apagón, sino cuán grave será y cómo nos encontrará: ¿preparados o nuevamente a oscuras, sin aviso, sin respuestas?

La electricidad es un derecho, no un lujo. Y asegurarla debe ser una prioridad nacional, no un tema relegado a comunicados de emergencia.

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