Feminicida de Iztacalco muere en prisión tras burlarse de las víctimas. Investigan si planeó su muerte. ¿Fue un suicidio o su último acto cruel?
Un final oscuro: ¿castigo o provocación?
Miguel N., el feminicida de Iztacalco, murió en prisión tras una llamada que dejó helados a los familiares de sus víctimas. Su muerte, más que cerrar un ciclo, abre una nueva herida: ¿fue un accidente o un suicidio calculado como burla final?
¿Quién era Miguel N.? El químico convertido en feminicida serial
Un perfil inesperado
Miguel N. no era un criminal común. Era químico de profesión, un hombre con formación científica. Pero detrás de esa fachada se escondía un agresor calculador y frío. Su historial lo vinculó con varios feminicidios, el último de ellos el de María José, ocurrido el 16 de abril de 2024.
La justicia lo tenía en la mira
Fue vinculado a proceso y recluido en el Reclusorio Oriente. Desde ahí, se convirtió en un foco de atención para las autoridades penitenciarias. No sólo por la gravedad de sus delitos, sino por su comportamiento dentro del penal.
La llamada que lo cambia todo: “No me arrepiento de nada”
Contacto con la hermana de la víctima
Días antes de su muerte, Miguel hizo lo impensable: llamó a Fernanda, hermana de María José, desde el penal. Esa llamada es hoy pieza clave en la investigación. Según la abogada Erandali Trujillo, Miguel no mostró arrepentimiento, sino todo lo contrario.
“Él le comenta de manera burlona que no se había arrepentido de nada”, declaró Trujillo.
¿Cómo logró hacer esa llamada?
La llamada ocurrió a pesar de las restricciones del sistema penitenciario. Esto abre una línea de investigación adicional: ¿falló la seguridad o alguien facilitó el acceso? El hecho de que Miguel pudiera comunicarse desde su celda pone en duda los protocolos de protección a víctimas.
La muerte en prisión: ¿accidente, negligencia o suicidio premeditado?
Versión oficial: paro cardiorrespiratorio
El domingo 13 de abril, las autoridades informaron que Miguel murió en su celda por un posible paro cardiorrespiratorio. Según la Secretaría de Seguridad Pública, el deceso ocurrió tras una caída que provocó una severa lesión.
Una muerte demasiado conveniente
Sin embargo, hay elementos que apuntan a un suicidio. La abogada de María José declaró que Miguel pudo haber ingerido pastillas, una posibilidad coherente considerando su formación como químico. ¿Usó sus conocimientos para quitarse la vida y dejar un mensaje final?
El impacto en las víctimas indirectas: “Tienen miedo, otra vez”
Revictimización por una llamada
La llamada de Miguel no sólo fue una burla; fue una forma de revictimizar. Fernanda, hermana de María José, solicitó medidas de protección, un hecho que refleja el daño psicológico que persiste incluso tras la detención del agresor.
“Lo hizo para lastimarlas de nuevo”
La abogada Trujillo fue clara: “Lo hizo para burlarse de las víctimas”. Esta interpretación refuerza la idea de que su muerte pudo haber sido su último acto de violencia simbólica.
Fallas del sistema penitenciario: ¿cómo pudo pasar?
Vulnerabilidad de las víctimas
El hecho de que un feminicida haya podido comunicarse desde prisión, sin controles, revela una grave omisión del sistema penitenciario. En teoría, los datos de las víctimas están protegidos. En la práctica, Miguel accedió a ellos y los usó para manipularlos.
¿Quién facilitó esa comunicación?
Las autoridades deben esclarecer si fue un error administrativo, una falla tecnológica o un acto de complicidad interna. La llamada no fue un accidente: fue una decisión. Y cada decisión tiene consecuencias.
Feminicidio y justicia en México: una deuda pendiente
¿Hasta cuándo la impunidad?
Casos como el de Miguel N. reflejan lo lejos que estamos de garantizar justicia plena a las víctimas de feminicidio. Aunque fue procesado, su muerte dejó muchas preguntas sin responder y a las víctimas indirectas aún expuestas.
Más que un caso individual
Este no es un hecho aislado. Es parte de una epidemia de feminicidios en México, donde según cifras del INEGI y el Observatorio Nacional del Feminicidio, se cometen más de 10 feminicidios diarios. Muchos casos quedan impunes o mal investigados.
¿Qué viene ahora? Escenarios abiertos
Investigación interna en el Reclusorio Oriente
Las autoridades abrieron una carpeta de investigación para determinar las causas exactas de la muerte de Miguel. La posibilidad de un suicidio asistido o una negligencia no está descartada. Tampoco se descarta la complicidad interna.
Protección urgente a víctimas
Fernanda y otras posibles víctimas indirectas requieren protección inmediata. El Estado debe garantizar que nunca más se repitan hechos como este, donde el agresor sigue generando daño desde la prisión o incluso después de morir.
La última violencia de un feminicida
Miguel N. murió, pero no se llevó consigo el dolor que sembró. Su última acción no fue una redención ni un castigo, sino un acto más de agresión. Su historia deja una pregunta crucial: ¿puede haber justicia si el sistema permite que incluso en la cárcel los feminicidas sigan lastimando?