José y Judith, de cinco años, jamás habían visto el mar. Este día, con otros 48 niños indígenas de Guerrero, tocaron por primera vez la arena de Acapulco.
Un viaje que transforma vidas
Lo que para muchos es un paseo común, para José Herminio y Judith fue una experiencia inolvidable.
Ambos niños, originarios de Xochistlahuaca, Guerrero, junto a otros menores de Xochihuehuetlán, vivieron un sueño hecho realidad: ver el mar por primera vez.
“Ellos estaban muy emocionados de venir a la playa… cuando supieron que íbamos a viajar, se pusieron muy contentos”, relató su madre, Judith Viridiana Vázquez Ramírez.
A pesar de estar ubicados en regiones cercanas a la costa, la pobreza estructural impide a muchas familias acceder siquiera a espacios recreativos en su propio estado.
El mar como derecho, no como privilegio
¿Qué es el turismo social?
Este viaje fue parte del programa de turismo social del DIF Estatal de Guerrero y la Secretaría de Turismo del estado. Su objetivo: que personas en situación de vulnerabilidad conozcan las bellezas naturales de su tierra.
“Queremos que el turismo sea más un derecho que un privilegio”, explicó Simón Quiñónez Orozco, titular de la Sectur estatal.
Este enfoque reconoce que el acceso al ocio, la recreación y la cultura también son derechos humanos.
Zonas marginadas sin acceso a lo propio
Los niños provenían de dos regiones con características contrastantes, pero unidas por la misma realidad:
- Xochistlahuaca (Costa Chica): A pesar de estar cerca del mar, el acceso económico es la principal barrera.
- Xochihuehuetlán (Región Montaña): Una zona remota, a siete horas del puerto, donde la pobreza limita toda posibilidad de turismo.
Festival Arenando: arte, arena y emociones
En la playa Papagayo, ubicada en la Zona Dorada de Acapulco, los niños participaron en actividades creativas como escultura en arena junto a artistas de 13 países.
Aprender jugando y creando
Barcos, submarinos, iguanas… Las figuras de arena que moldearon reflejaron su imaginación y la guía de maestros escultores mexicanos e internacionales.
Este tipo de actividades no solo promueve el turismo, sino que también tiene un valor pedagógico, cultural y emocional para los menores.
Impacto emocional: el mar como metáfora de esperanza
Para estos niños, el mar no fue solo una experiencia lúdica. Fue una puerta simbólica a un mundo más amplio, una ventana a nuevas posibilidades.
La emoción de tocar la arena, el asombro de ver el horizonte infinito, y la risa compartida con otros niños, crean memorias que pueden marcar un antes y un después.
Proyección futura: turismo para todos en Guerrero
Lugares incluidos en el programa
El secretario de Turismo informó que este programa de inclusión turística se replicará en otras regiones, como:
- Taxco
- Zihuatanejo
- San Marcos
- Marquelia
Grupos beneficiarios
No solo niños serán beneficiados. El proyecto contempla incluir a:
- Adultos mayores
- Personas con discapacidad
- Familias en pobreza extrema
- Comunidades indígenas
El objetivo es claro: que el turismo sea inclusivo, accesible y justo.
Un modelo exportable: turismo con enfoque social
Este modelo de Guerrero puede inspirar a otros estados del país. México cuenta con una riqueza turística que, en muchos casos, permanece inaccesible para sus propios habitantes.
La fórmula:
- Identificación de grupos vulnerables
- Coordinación entre DIF y Sectur
- Actividades lúdicas y culturales
- Cobertura mediática para visibilizar el impacto
Este tipo de experiencias fortalecen la identidad regional, promueven la inclusión y generan esperanza.
Si un niño puede conocer el mar por primera vez y sonreír con los pies en la arena, ¿qué no podríamos lograr con voluntad política y enfoque humano?
El turismo social no es solo una política pública. Es una inversión emocional en las generaciones que más lo necesitan.
Y cada grano de arena cuenta.