Terremoto inminente: El “big one” de la falla de San Andrés y México

Descubre el riesgo sísmico de la falla de San Andrés y su potencial "big one". Expertos explican cómo podría afectar a México, detallando zonas vulnerables y la importancia de la preparación.

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La falla de San Andrés, una de las zonas sísmicas más vigiladas del mundo, representa un riesgo constante. Su última gran apertura en 1906 dejó miles de víctimas, marcando un antes y un después. Aunque no cruza directamente nuestro país, su actividad impacta a México a través de fallas adyacentes, generando preocupación sobre un futuro “big one” de magnitud devastadora.

¿Qué es la falla de San Andrés?

La falla de San Andrés es una extensa grieta tectónica que separa las placas de América del Norte y del Pacífico. Geográficamente, se encuentra casi en su totalidad dentro del estado de California, en Estados Unidos. Raúl Valenzuela Wong, investigador del Departamento de Sismología del IGEF-UNAM, en entrevista con *El Heraldo de México*, precisa su ubicación.

Una “falla madura” bajo constante vigilancia

Esta falla es una de las áreas de especial atención para los sismólogos debido a la constante actividad sísmica generada por los movimientos de las placas tectónicas y la presencia de otras fallas cercanas. Según Allen Husker, doctor en Geofísica del Instituto Tecnológico de California (CalTech), su riesgo radica en ser una “falla madura”, es decir, ha existido por miles de años. Husker aclara que es “un camino para que los sismos puedan crecer y ser más fuertes (…) los sismos más grandes que han ocurrido en California han sido sobre la falla de San Andrés”. Los registros geológicos y sísmicos establecen que, aunque la fecha es incierta, un terremoto de gran magnitud es inevitable en la región.

El “big one”: ¿Qué significa este fenómeno?

El “big one” es el término utilizado por científicos y la población para describir un futuro terremoto de gran magnitud que devastaría extensas áreas debido a la presencia de la falla de San Andrés en California, Estados Unidos.

Ubicación geográfica y extensiones hacia México

Valenzuela Wong explica que la falla de San Andrés comienza en el sur de California, en el Lago de Salton, y se extiende hacia el norte, pasando por San Francisco, hasta una zona donde sus características cambian, convirtiéndose en una zona de subducción. Las zonas de subducción son puntos donde dos placas tectónicas chocan y una se desliza bajo la otra, hundiéndose en el manto terrestre, un proceso que genera terremotos de gran intensidad. El experto de la UNAM asegura que la falla tiene una longitud aproximada de 1,200 kilómetros.

La falla imperial y cerro prieto

Valenzuela Wong precisa que la falla que se extiende hacia México es la falla Imperial. Detalló: “En la parte en el extremo más al sur o al sureste del estado de California es la Falla Imperial. Llega a México con el nombre de falla Imperial y más al sur recibe el nombre de falla de Cerro Prieto y posteriormente se continúa por el Golfo de California”.

El riesgo sísmico para México: ¿Cuál es el impacto potencial?

Para que un sismo generado en la falla de San Andrés pueda provocar daños en México, el investigador Raúl Valenzuela Wong señala que “México está afectado esencialmente; está repartido en cinco placas tectónicas diferentes. Estas placas tectónicas están en un movimiento constante, es un movimiento muy lento”. Sin embargo, donde se juntan las placas, la mayor parte del tiempo no hay desplazamiento. “Esto quiere decir que donde se junta una placa con la otra se va produciendo una deformación o se va acumulando una energía”, la cual al liberarse, produce los sismos.

Asimismo, detalló que llegará un momento en el cual esa deformación será tan grande que se producirá una ruptura. “Es como, por ejemplo, cuando tomamos una liga entre nuestras manos y la empezamos a estirar. Nosotros sabemos que si la si jalamos muy fuerte esa liga, en algún momento se va a reventar. Entonces, de manera repentina se va a liberar esta energía que estaba guardada o almacenada. Esa liberación de la energía es en forma de lo que llamamos nosotros ondas sísmicas que normalmente conocemos como un terremoto y que pueden viajar grandes distancias”.

La importancia de las fallas de San Jacinto e imperial

Además de la falla Imperial, Allen Husker identifica la falla de San Jacinto como uno de los riesgos más significativos para México, especialmente para Mexicali y Tijuana. Esta falla también representa una amenaza para San Diego, que se encuentra en la frontera entre ambos países. Husker indica que San Jacinto “es una de esas fallas que puede tener un ‘big one’, tal vez no tan grande como sería en San Andrés (…) los sismólogos están esperando un sismo ahí”. La falla de San Jacinto es más grande que la Imperial, con una longitud de 209 kilómetros.

Zonas mexicanas vulnerables ante un sismo de la falla de San Andrés

En caso de un sismo de gran magnitud en la falla de San Andrés, Raúl Valenzuela explicó que “muy posiblemente donde nosotros pudiéramos esperar las afectaciones más fuertes sería posiblemente en la zona alrededor de Mexicali en Baja California”. Un ejemplo de esta interacción ocurrió en 2010 en Mexicali, Baja California, cuando el Servicio Sismológico Nacional (SSN) registró un temblor de magnitud no especificada a las 17:40 horas del domingo 4 de abril, con epicentro sobre el sistema de fallas Cerro Prieto, una prolongación de la falla de San Andrés. El movimiento se percibió en el valle de Mexicali, Ensenada, Tecate y Tijuana, Baja California, así como en Puerto Peñasco, San Luis Río Colorado, Plutarco Elías Calles y Sonoita, Sonora, e incluso en el sur de California.

El investigador señaló: “En ese sentido es importante mencionar que hemos tenido una serie de sismos que han ocurrido no en la falla de San Andrés, sino más bien en su extensión o su continuación hacia el sureste. Uno de ellos ocurrió en 1940, otro ocurrió en 1979 y los dos ocurrieron en la falla de Imperial”.

Sismicidad en la costa pacífica de México

Sobre la existencia de una zona sísmica en México comparable a la falla de San Andrés, el investigador del Departamento de Sismología de la UNAM, señaló: “Son fallas un poco diferentes de las que normalmente o más frecuentemente pensamos nosotros en México, la llamamos zona de subducción donde tenemos sismicidad importante frente a la costa empezando desde Jalisco, pasando por Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas”.

Devastación histórica y proyecciones futuras

La última vez que la falla de San Andrés se activó de manera catastrófica fue en 1906, cuando un sismo de magnitud 7.8 destruyó varias zonas de San Francisco, provocando la muerte de más de 3,000 personas. Tras este evento, H. F. Reid, de la Universidad Johns Hopkins, determinó que estuvo acompañado por desplazamientos horizontales superficiales de varios metros a lo largo de la parte norte de la falla. Investigaciones de campo revelaron que la placa del Pacífico se desplazó hasta 4.7 metros hacia el norte con respecto a la placa Norteamericana adyacente. En 2019, sismos fuertes se sintieron cerca de la falla en Ridgecrest, a 250 kilómetros al norte de Los Ángeles, causando incendios y daños a la infraestructura, aunque sin muertes. Recientemente, el 14 de abril de 2025, un sismo de 5.2 sacudió San Diego, California, y Tijuana, Baja California, provocando pánico y evacuaciones, sin reportes de daños graves.

De acuerdo con estudios geológicos consultados por la BBC, en los últimos 1,400 a 1,500 años se han registrado terremotos de gran intensidad con una periodicidad aproximada de 150 años, un lapso que ya ha sido rebasado. Se estima que la sección sur de la falla de San Andrés lleva demasiado tiempo sin liberar grandes cantidades de energía, lo que sugiere la proximidad de un evento significativo, ya que el sismo más grande en esa región fue en 1857; sin embargo, no es posible anticipar la fecha exacta. En caso de un sismo de magnitud 7.8, las estimaciones publicadas por el medio citado sugieren un impacto directo en Los Ángeles que podría causar la muerte de unas 2,000 personas y alrededor de 50,000 heridos.

La actividad sísmica constante en la falla de San Andrés y sus extensiones hacia México exige una vigilancia ininterrumpida. La posibilidad del “big one” y su impacto devastador, aunque impredecible en fecha, es una realidad latente que resalta la urgencia de la preparación y la atención a las recomendaciones de los expertos.

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