Ex policías de Jalisco convertidos en informantes de la agencia antidrogas estadunidense, la DEA, narran en la serie The Last Narc su participación en eventos del caso Kiki Camarena. Sus testimonios señalan a agentes de Estados Unidos y a altos funcionarios mexicanos involucrados en el secuestro y tortura del agente.
Los informantes y el secuestro
René López Romero, uno de los expolicías, recuerda haber volado en un jet con Ernesto Fonseca, Don Neto. Aterrizaron en una pista en el rancho de Rafael Caro Quintero en Veracruz, donde entrenaban a los contras antisandinistas. Ahí, dijo, se recibían y enviaban narcóticos y armamento. Vio “muchísima gente”, y se impresionó por la cantidad de armas, dinero y droga, especialmente cocaína.
Hubo distintas reuniones en noviembre y diciembre de 1984. Pero en una, la noche del 6 de febrero, horas antes de la operación, se discutió y decidió el secuestro del agente Enrique Camarena. Entre los participantes, según señalan los informantes, estaban:
- el gobernador de Jalisco, Enrique Álvarez del Castillo
- los secretarios de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, y de la Defensa Nacional, Juan Arévalo Gardoqui
- el director de Interpol México, Miguel Aldana Ibarra
- el jefe de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) en Guadalajara, Sergio Espino Verdín
- el ex jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional y nuevo comandante de la 15ª Zona Militar, general Vinicio Santoyo Feria
- y a este hombre al que llamaban El Cubano de la CIA, Ismael Félix Rodríguez, que se presentaba como Max Gómez.
La tortura y la transcripción
En febrero, en un cuarto de la casa de Lope de Vega 881, en tierras tapatías, los informantes vieron que el cubano Max Gómez condujo el interrogatorio y la tortura de Kiki Camarena. El ex policía López Romero le pasaba toallas para que se limpiara las manos de sangre.
En The Last Narc, muestran la “transcripción de la cinta de cassette marcada copia 2”, de un documento con el título “Clasificado sensible por la DEA #1690”. Esta corresponde al audio de aquel interrogatorio. Camarena no sabía todo, pero lo torturaron demasiado.
El interrogador [presuntamente Ismael Félix Rodríguez] le preguntó qué sabía la DEA sobre el rancho en Veracruz. Camarena contestó que habían “cableado el teléfono del dueño del rancho en Veracruz”. Tras gritos, dijo que el hombre que tenía el rancho con la pista aérea tenía información de que había algunos guardias ahí. Estos guardias eran del gobierno de México, de la Dirección Federal de Seguridad, y siempre estaban armados. Al ser cuestionado por los nombres de los guardias, Kiki Camarena respondió que no lo sabía, solo que eran guardias de la DFS en la pista aérea en Veracruz.
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Más adelante, relata Héctor Berrellez, ex agente de la DEA durante 30 años, Camarena contestó que lo único que sabía era que estaban bajando muchas toneladas de cocaína. Sabía esto por un comandante de la Policía Judicial Federal. Sobre los contras, dijo que no sabía nada. También le preguntaron por políticos y gobernantes involucrados con el Cártel de Guadalajara, y contestó que no sabía nada de eso.
‘Operation Leyenda’ y sus hallazgos
Cuatro transcripciones de dos audios fueron obtenidas de manos de un informante de las autoridades mexicanas por los investigadores de la DEA. Fueron autenticadas por peritos y consideradas pruebas válidas por el juez en los juicios del médico Humberto Álvarez Machaín y Rubén Zuno Arce. Sin embargo, pasaron casi cuatro años sin que se descubrieran los detalles de lo ocurrido ni quiénes estuvieron presentes.
La DEA designó a Berrellez en enero de 1989 para encabezar ‘Operation Leyenda’. Con un presupuesto de 3 millones de dólares anuales, Berrellez pudo comprar contactos en Los Pinos y la Procuraduría General de la República, así como oficiales del ejército y de inteligencia.
Aunque 23 informantes fueron asesinados, logró llevar a 200 a Estados Unidos y colocarlos bajo protección de testigos. De ellos, 10 eran testigos oculares del secuestro y asesinato de Kiki Camarena, incluidos los tres ex policías de Jalisco.
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La conexión CIA y funcionarios mexicanos
El equipo de ‘Operation Leyenda’ logró ubicar la presencia en la casa de Zuno Arce, mientras torturaban a Camarena, de los capos Caro Quintero, Fonseca (quien habría desaprobado lo que hacía su cómplice) y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul. También identificó a un alto funcionario mexicano: el secretario Manuel Bartlett Díaz, con Espino Verdín y otros policías, como Jorge Godoy, Ramón Lira y René López Romero (mencionados en la segunda parte).
Identificó, como parte de la operación clandestina del gobierno estadunidense, al narcotraficante hondureño Juan Matta Ballesteros, a otros agentes de la CIA no identificados por su nombre y también, aparte, a Ismael Félix Rodríguez. Este mismo, según el piloto de la CIA, Tosh Plumlee, ayudó a Caro Quintero a escapar a Costa Rica.
Berrellez dijo en entrevista con Carmen Aristegui en 2022 que el plan no era asesinar a Camarena, sino interrogarlo. Las órdenes eran dejarlo con vida para obtener información, especialmente sobre el rancho de Veracruz y si sabía algo de la relación entre la CIA, Bartlett, Ernesto Fonseca, Félix Gallardo y Juan Manuel Salcido Azueta, El Cochiloco.
Phil Jordan le dijo al periodista de Proceso que la CIA mandó levantar y torturar a Kiki Camarena. Y “cuando lo mataron nos hicieron creer que fue Caro Quintero para así tapar las cosas ilegales que estaban haciendo en México”.
Para Berrellez, la existencia de dos grabaciones del interrogatorio de Camarena evidencia el carácter del secuestro. Una la tenía la CIA, que se negó a entregar. Considera que ese operativo no fue de narcos, sino de políticos, gobernantes y policías.
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La alianza CIA-Cártel de Guadalajara
A principios de los ochenta, México apoyaba al gobierno sandinista de Nicaragua. Aunque Bartlett Díaz, en 2021, describió la acusación como “una mentira”, Berrellez afirma que, cuando funcionarios estadunidenses solicitaron ayuda para financiar a los contras, Bartlett les advirtió que México no podía hacerlo directo, pero sugirió usar las rutas del narcotráfico, con complicidad oficial.
Así se selló la alianza entre la CIA, el Cártel de Guadalajara, la Dirección Federal de Seguridad, el gobierno de Miguel de la Madrid y la contrarrevolución. El objetivo: contrabandear droga al norte y armas al sur.
Según el documental Red Privada, Berrellez encontró que Kiki Camarena tenía en su agenda el teléfono de Manuel Buendía. Berrellez menciona que él, Buendía, Javier Juárez Vázquez, Gary Webb, Robert Parry y Brian Barger pagaron, los primeros cuatro con sus vidas, por investigar esta “coalición multinacional del crimen”.
No permitieron que Berrellez siguiera avanzando. Cuando le explicaron que la DEA no tenía jurisdicción para investigar a la CIA y que lo haría la Oficina del Inspector General si enviaba las evidencias, él obedeció. No hicieron nada y volvió a insistir.
Las consecuencias para Berrellez
El administrador de la DEA, Jack Lawn, le había ordenado en 1990, con un presupuesto de 250 mil dólares, secuestrar al médico Álvarez Machaín. Berrellez no lo hizo personalmente, sino un comandante de la policía al que le pagó. Su participación se filtró, causando una protesta diplomática de México. El vicepresidente Danny Quayle tuvo que decir que no había agentes de la DEA en México, y la Agencia dijo que Berrellez actuó solo.
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Manny Medrano, fiscal jefe del caso Camarena, declara en The Last Narc que “todo lo que pasó en este asunto, incluso secuestros en jurisdicciones extranjeras, estuvo completamente autorizado por el gobierno estadunidense”. A pesar de esto, en México solo se presentaron cargos penales contra Berrellez.
Cuatro años después, un alto funcionario de la CIA le exigió que dejara de investigar la conexión de la agencia con el caso Kiki Camarena. Le recordó que la CIA no estaba sujeta a la Constitución como la DEA, y que debía “ser un buen soldado” y callarse. Le advirtió que en México tenía una orden de arresto por raptar a Álvarez Machaín.
La DEA tenía la promesa pendiente con México de investigar al agente desobediente que hizo un secuestro internacional de un cuarto de millón de dólares. La cumplió en 1994. David Burke, director de Asuntos Internos, inició una pesquisa y preguntó a los informantes Godoy, Sánchez y López si Berrellez los indujo a mentir. Ellos negaron irregularidades.
Después, Mike Holm, supervisor en Los Ángeles, apartó a Berrellez de la investigación por el secuestro y cerró ‘Operation Leyenda’. Dijo que la nueva administración de la DEA creía que había cumplido su curso.
Sin embargo, Jack Lawn, quien pidió el secuestro, dijo a periodistas que no tuvo contacto con Berrellez y que este no fue jefe de ‘Operation Leyenda’. Esto a pesar del testimonio de Berrellez como tal en cuatro juicios. Lawn incluso le dio a Berrellez una carta de reconocimiento como “supervisor de ‘Leyenda'”.
Dos años después, el agente optó por la jubilación temprana. Dijo que su carrera estaba “en ruinas” por la falta de apoyo. Se sentía deprimido y frustrado porque el caso Camarena fue descarrilado. No fue considerado un “héroe”, sino alguien que no era un “jugador del equipo”.
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¿Justicia o ritual?
Aunque cerró la investigación y aseguró su impunidad, la DEA ritualizó la entrega de Caro Quintero para simbolizar la persecución de la justicia y proclamar que no olvida a los suyos. A pesar de esto, su esposa, Geneva, dice en The Last Narc: “Quiero saber por qué abandonaron a Kiki. Era uno de sus mejores agentes y lo abandonaron”.
Casi al final de la serie, se incluye un audio inesperado de un personaje con acento norteño, cuyo nombre se oculta. Esta persona asegura que agentes de la DEA en Guadalajara recibían millones en sobornos del narcotráfico. Añadió que uno ayudó a los secuestradores a identificar a Camarena. Cree que Kiki no quiso agarrar dinero, y por eso, además de miedo a que los delatara por los sobornos, le temían porque hablara del rancho de Veracruz.
En abril de 2025, tras la entrega de Caro Quintero a la Fiscalía de Nueva York, Berrellez dijo que ni las agencias ni Washington están complacidos. Esto porque Caro Quintero es “una bomba nuclear”. Si en su juicio habla para evitar la pena de muerte, “se va a revivir el tema de la CIA, del financiamiento a los contras, de George Bush, de Félix Rodríguez y de la relación de la CIA con los narcos mexicanos”.
¿Realmente se buscaba la verdad en el caso Kiki Camarena o se trataba de proteger intereses y silenciar la conexión entre agencias gubernamentales y el narcotráfico?