Guerrero: Pobreza extrema y narcoescuelas que forman sicarios desde niños

Guerrero vive una crisis: pobreza, violencia y narcoescuelas que reclutan niños como sicarios. La historia de Pedro revela el rostro oculto del horror.

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Guerrero vive una crisis: pobreza, violencia y narcoescuelas que reclutan niños como sicarios. La historia de Pedro revela el rostro oculto del horror.

Pedro tenía 13 años cuando pidió un rifle. No buscaba jugar, sino sobrevivir. En Guerrero, donde reina la pobreza y el narco entrena menores, fue su única opción.

La sierra de Guerrero: donde la pobreza se transforma en violencia

Guerrero es uno de los estados más pobres de México. Según el Informe Anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social 2025, más del 60% de su población vive en condiciones de pobreza, y un preocupante 22.2% se encuentra en pobreza extrema.

Este abandono estructural ha sido aprovechado por el crimen organizado. Al menos 20 grupos criminales operan en los 81 municipios de la entidad, según documentó El Financiero.

“Esos grupos luchan por el cultivo, acopio y trasiego de enervantes, y el control de delitos como el secuestro, extorsión, cobro de piso y huachicol”, explica el reportero David Saúl Vela.

En este contexto, la falta de oportunidades y la marginación empujan a cientos de jóvenes hacia el crimen. Guerrero no sólo es ruta, sino campo de entrenamiento para sicarios.

Narcoescuelas: el nuevo rostro del crimen organizado

Campamentos en la sierra: el inicio del infierno

Ocultos entre la maleza, los cárteles instalan “escuelas” de formación paramilitar, donde los reclutas muchos de ellos adolescentes reciben entrenamiento letal. El objetivo: convertirlos en máquinas de matar.

En estos lugares, los métodos van más allá de las armas:

  • Enseñanza de tácticas de combate
  • Pruebas de lealtad con ejecuciones reales
  • Golpizas y tortura como castigo por errores
  • Uso sistemático de drogas para insensibilizar

El caso de Pedro: infancia rota por el narco

Pedro nació en 1996 en un pueblo remoto de Guerrero. Su vida fue una cadena de pérdidas: padre desaparecido, madre ausente, abuelos cultivadores de marihuana fallecidos.

“Me acerqué al grupo y les pregunté cuánto pagaban me dijeron que lo que quisiera ganar; hay buena oferta en el gremio.”

Con 13 años, ya estaba entrenando con un exmilitar. A los 14, su primera prueba fue ejecutar a su medio hermano. A los 18, era jefe de plaza. Cobraba 25 mil pesos al mes y 12 mil por cada persona asesinada.

Canibalismo, tortura y rituales: la deshumanización total

El canibalismo como método de poder y miedo

Pedro no dudó al relatar el canibalismo forzado en su “formación”:

“Te enseñan a sobrevivir, a matar sin miedo y a comer carne humana.”

Los rituales incluían:

  • Arrancar corazones y obligar a morderlos
  • Comer carne cruda de víctimas como prueba de obediencia
  • Mutilar cuerpos frente a nuevos reclutas

Todo esto bajo una lógica perversa: el terror como forma de control interno.

“Siempre andaba drogado, pero prefería la marihuana porque con ella te vale la vida”

Desde los 8 años, Pedro consumía drogas. Su entorno estaba rodeado de marihuana, cocaína y armas. Su vida no conoció reglas, ni límites, ni alternativas.

“Lo que más disfrutaba eran los enfrentamientos. Me daban adrenalina.”

Crimen organizado: anatomía del terror en Guerrero

Grupos dominantes y su guerra por el territorio

La violencia en Guerrero se recrudeció tras la muerte de Arturo Beltrán Leyva en 2009. La fragmentación del narco trajo consigo una disputa abierta por Acapulco y la sierra.

Entre los principales grupos destacan:

  • Los Ardillos: nacieron como brazo armado de los Beltrán Leyva. Controlan el centro del estado.
  • Los Rusos: ligados al Cártel de Caborca. Su exlíder, Ramiro “N”, fue abatido en 2023.
  • Los Tlacos: surgieron de una policía comunitaria y ahora enfrentan a La Familia Michoacana y Los Ardillos.
  • CJNG y otros cárteles nacionales también operan mediante alianzas o células locales.

Según el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, al menos 11 alcaldes han solicitado apoyo directo al gobierno estatal por amenazas.

La descomposición social como semillero del crimen

La psicología del sicario: ¿cómo se forma un verdugo?

La psicóloga Mónica Ramírez Cano, autora de Las puertas del infierno, entrevistó a Pedro y otros criminales de alto perfil. Su diagnóstico es claro:

“La desensibilización frente a la violencia, el abandono familiar y la falta de futuro convierten a un adolescente en verdugo por instinto de supervivencia.”

Ramírez Cano, con más de 20 años perfilando criminales, asegura que Pedro representa una tipología cada vez más común: el joven sicario institucionalizado por el narco, con alta capacidad operativa y nula empatía.

¿Qué pasa cuando el narco sustituye al Estado?

En regiones de Guerrero, los cárteles han tomado el lugar del gobierno. Imponen normas, cobran impuestos, reclutan menores y dictan justicia. El Estado, mientras tanto, aparece solo en forma de estadísticas.

En palabras de Pedro:

“Nosotros no tenemos esas oportunidades; ahí, o te chingas o te jodes.”

¿Hay salida para jóvenes como Pedro?

Pedro espera sentencia por 23 secuestros. Afirma que fue traicionado y que buscará venganza si sale libre. Pero su historia es más que una anécdota: es un espejo de la realidad brutal que viven miles de jóvenes en Guerrero y otros estados marginados.

¿Puede una sociedad que normaliza el terror revertir esta espiral?

La historia de Pedro no es una excepción, sino la norma en muchas regiones olvidadas por el Estado. Guerrero se desangra entre pobreza, crimen y ausencia institucional. ¿Cuántos Pedros más crecerán creyendo que matar es la única salida?

Enfrentar esta crisis exige más que operativos militares. Requiere voluntad política, justicia social y una estrategia que recupere el futuro de quienes hoy sólo conocen el horror.

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