Durante años, en el corazón de Sonora, la riqueza del subsuelo no benefició a los habitantes, sino que alimentó a una organización criminal. La Chapiza, brazo del Cártel de Sinaloa liderado por los hijos de El Chapo Guzmán, explotó minas y ranchos como parte de su red de financiamiento. Hoy, esa historia comienza a cambiar.
El operativo que puso fin a un ciclo de impunidad
Un anuncio que marca un antes y un después
El martes 15 de abril, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública de Sonora, Víctor Hugo Enríquez, encabezó una supervisión clave en Pitiquito, una zona antes bajo el control de grupos criminales. Allí confirmó lo que ya se sospechaba: “La Chapiza” operaba con total impunidad, explotando recursos naturales y humanos.
“Durante más de cinco años, estas minas y ranchos fueron base financiera de células criminales”, declaró Enríquez.
El Plan de Rescate de Ciclos Productivos
Este operativo forma parte del Plan de Rescate de Ciclos Productivos, una estrategia estatal para recuperar territorios cooptados por el crimen organizado y devolverlos a la producción legal. La intervención, que incluye presencia policial, evaluación minera y apoyo social, ha comenzado a dar resultados tangibles.
Minas de oro: el corazón del negocio criminal
¿Qué minas fueron recuperadas?
Las minas La Ciénega y Rancho Colorado, ubicadas en Pitiquito, fueron intervenidas por asesores de seguridad minera. Estas explotaciones, que deberían haber sido fuente de desarrollo local, fueron controladas clandestinamente por el crimen organizado.
¿Cuánto dinero generaban?
Según las estimaciones oficiales, ambas minas pudieron haber generado ganancias de hasta 1.6 millones de dólares mensuales. Estas cifras revelan el poder económico de “La Chapiza” en la región y explican su interés por mantener el control territorial.
“Ese dinero financiaba actividades ilícitas y garantizaba impunidad”, señaló un asesor de seguridad que participó en la operación.
Los ranchos ganaderos: otro pilar del imperio de “La Chapiza”
42 ranchos bajo su poder
Además de las minas, el gobierno de Sonora recuperó 42 ranchos ganaderos usados por “La Chapiza” para la cría y venta de ganado. Este negocio paralelo servía como fachada y fuente de ingresos para la organización.
Explotación laboral y violencia rural
No solo se trata de dinero. La operación reveló que muchos de los trabajadores, en su mayoría habitantes locales, eran víctimas de explotación laboral. Vivían bajo amenaza constante, sin derechos laborales y expuestos a la violencia.
“Sembraron miedo y destruyeron los ciclos productivos locales”, denunció Enríquez.
El impacto en Pitiquito: una comunidad bajo control criminal
Un municipio tomado
Durante años, Pitiquito fue una zona silenciada. El control territorial de “La Chapiza” iba más allá de lo económico. La población vivía atemorizada, con pocas opciones de desarrollo y sin apoyo institucional visible.
Las consecuencias sociales
- Migración forzada de familias enteras
- Interrupción de actividades agrícolas y ganaderas
- Aislamiento de comunidades rurales
- Colapso económico local
Ahora, con la recuperación de estos espacios, se abre una posibilidad real de reconstrucción social y económica.
¿Quiénes son “La Chapiza”?
El brazo de los hijos de El Chapo
“La Chapiza” es como se conoce a la facción del Cártel de Sinaloa liderada por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Este grupo ha sido señalado por el gobierno mexicano y diversas agencias internacionales como una estructura violenta, con alta capacidad operativa y gran poder económico.
Crimen, minería y agricultura: su fórmula de control
La operación en Sonora evidencia el uso estratégico de actividades legales para ocultar ganancias ilegales. En este caso, el oro y el ganado eran parte de una red que permitía a “La Chapiza” expandirse sin llamar la atención directa de las autoridades por años.
Implicaciones nacionales y futuras acciones
¿Es este un caso aislado?
No. La explotación minera y ganadera por parte del crimen organizado no es exclusiva de Sonora. Casos similares han sido documentados en Guerrero, Michoacán y Chihuahua. Lo que hace diferente esta acción es la magnitud del operativo y la recuperación efectiva de los activos.
Posibles escenarios a futuro
- Reactivación económica de Pitiquito con minería legal
- Reconstrucción del tejido social
- Desplazamiento del crimen organizado a otras zonas
- Mayor presión para replicar el modelo en otros estados
¿Puede el Estado recuperar el control?
Este operativo representa un triunfo institucional, pero también lanza un desafío: ¿podrá el Estado mantener el control de los territorios recuperados? La historia de Pitiquito es solo un capítulo dentro de una narrativa más amplia sobre el poder económico del crimen organizado en México.
La recuperación de minas y ranchos es solo el comienzo. Lo verdaderamente importante será garantizar que estos espacios regresen a manos de la ciudadanía, con oportunidades, legalidad y seguridad.