Gerardo Fernández Noroña niega que Teuchitlán sea un sitio de exterminio. Colectivos y políticos reaccionan ante sus polémicas declaraciones desde Francia.
¿Qué pasa en Teuchitlán? Noroña, fosas clandestinas y un país que busca justicia
La desaparición forzada en México no es nueva. Sin embargo, cada nuevo hallazgo reabre heridas que no terminan de cerrar. Esta vez, el epicentro es Teuchitlán, Jalisco, donde el colectivo “Guerreros Buscadores de Jalisco” encontró restos humanos en lo que parece ser una de las mayores fosas clandestinas del país. El escándalo no solo ha movilizado a familias, activistas y autoridades, sino que ha detonado una fuerte polémica política.
Desde el Senado, Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva, ha intentado desestimar el caso con una narrativa que, para muchos, resulta insultante. ¿Estamos ante una estrategia de “golpeteo político” o frente a otra tragedia nacional ignorada por el poder?
Lo que se encontró en Rancho Izaguirre
Un hallazgo que sacudió a Jalisco
El pasado 5 de marzo, integrantes del colectivo “Guerreros Buscadores de Jalisco” localizaron múltiples restos óseos humanos, zapatos, ropa y otras pertenencias en el Rancho Izaguirre, ubicado en Teuchitlán. La zona fue calificada por especialistas forenses como un posible centro de exterminio clandestino.
Aunque no se ha confirmado oficialmente que existan hornos crematorios, el volumen y la naturaleza del hallazgo encendieron las alarmas.
¿Por qué se habla de un “campo de exterminio”?
La magnitud del sitio y la sistematicidad con la que parecen haber operado los criminales ha llevado a medios, expertos y colectivos a compararlo con los llamados “Campos de exterminio”. Aunque jurídicamente esta figura no existe en la legislación mexicana, el término ha sido utilizado como denuncia simbólica del horror y la impunidad.
Noroña niega que Teuchitlán sea un centro de exterminio
Las declaraciones que encendieron la polémica
Desde una transmisión en Estrasburgo, Francia, Noroña minimizó el caso. Según el morenista, no hay evidencia de un campo de exterminio y acusó a “la derecha perversa” de crear un nuevo “Ayotzinapa de la 4T”.
“Un campañón’. Ya se permitió el acceso, ya se cayó la versión. Pueden seguir buscando y no van a encontrar nada”, afirmó.
La falta de sensibilidad y el tono burlón encendieron la indignación pública.
El trasfondo político del discurso de Noroña
Noroña ha insistido que las acusaciones son parte de una ofensiva contra la Cuarta Transformación (4T). Para él, la narrativa del campo de exterminio busca dañar la imagen del gobierno de López Obrador en el tramo final del sexenio y en plena contienda electoral.
Este argumento conecta con una estrategia común dentro del oficialismo: deslegitimar denuncias incómodas atribuyéndolas a intereses políticos opositores.
Las reacciones: del Senado a las calles
Familias de víctimas: “No somos botín político”
Las familias de personas desaparecidas respondieron con contundencia. A través de redes sociales y comunicados, diversos colectivos denunciaron que las declaraciones de Noroña no solo revictimizan a quienes buscan a sus seres queridos, sino que también desinforman y entorpecen las investigaciones.
“El dolor no es campaña. No somos el Ayotzinapa de nadie”, escribió en redes una madre buscadora del colectivo.
El PRI exige la destitución de Noroña
En el Senado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) solicitó formalmente la remoción de Noroña como presidente de la Mesa Directiva. El dirigente nacional del partido, Alejandro Moreno, calificó sus declaraciones como “una vergüenza nacional”.
“Burlarse de las víctimas no es libertad de expresión. Es una irresponsabilidad brutal”, declaró “Alito” Moreno.
El dirigente del PRI, Alejandro Moreno, confirmó que ya presentó la solicitud para destituir a Noroña como presidente del Senado, tras sus declaraciones sobre Teuchitlán: "No nos representa, es una vergüenza para el Senado de la República"🗣️, dijo.#AbriendoLaConversación… pic.twitter.com/4WXAXSISLB
— Grupo Fórmula (@Radio_Formula) March 19, 2025
Morena guarda silencio (hasta ahora)
A pesar del revuelo, la dirigencia de Morena no ha emitido una postura oficial sobre las declaraciones de Noroña. Esto refleja un patrón habitual: respaldar a figuras polémicas mientras su presencia no afecte el capital político del movimiento.
El problema de fondo: Impunidad, crisis forense y discursos oficiales
México: País de fosas y silencio
De acuerdo con cifras oficiales, México suma más de 110,000 personas desaparecidas y más de 4,000 fosas clandestinas documentadas. Estas cifras, por sí solas, colocan al país en una crisis humanitaria estructural.
La crisis forense que nadie quiere enfrentar
El hallazgo en Teuchitlán refleja otro problema profundo: la saturación de los servicios forenses. Sin capacidad para identificar los restos, muchas fiscalías terminan almacenando cuerpos en tráileres o enterrándolos sin nombre.
La narrativa de “No hay campo de exterminio” no resuelve el drama de fondo: La ausencia del Estado frente a una realidad atroz.
¿Narrativa oficial vs. realidad de las víctimas?
El riesgo de banalizar el horror
Negar los hallazgos, poner en duda los testimonios o minimizar el dolor de las víctimas no construye paz ni verdad. Al contrario, profundiza la desconfianza y refuerza la percepción de que el poder solo actúa cuando conviene.
¿Qué sigue para el caso Teuchitlán?
Actualmente, la Fiscalía General de la República (FGR) y la Fiscalía de Jalisco continúan con los trabajos en la zona. Colectivos piden una investigación independiente, con participación internacional y transparencia total.
¿Puede Noroña ser destituido?
Aunque el PRI ha solicitado su destitución, legalmente la remoción de un presidente de la Mesa Directiva requiere mayoría calificada. Esto es poco probable sin el respaldo de Morena y sus aliados. Sin embargo, el costo político podría impactar la imagen del partido y su narrativa de cercanía con el pueblo.
Entre el dolor y la política, ¿Quién escucha a las víctimas?
El caso Teuchitlán evidencia cómo la búsqueda de justicia en México es constantemente atravesada por intereses políticos. Mientras las familias siguen cavando con sus propias manos, los representantes públicos discuten si es o no un “Campo de exterminio”.
Las palabras importan. Y en un país donde la violencia ha dejado cicatrices profundas, minimizar el dolor ajeno es una forma de violencia institucional.
La pregunta clave no es si hay un campo de exterminio. La pregunta es: ¿cuántos más tienen que aparecer para que el Estado actúe con humanidad y responsabilidad?