Un mensaje directo desde Palacio: Sheinbaum y el dilema de la historia
“El poder es humildad”, dijo Claudia Sheinbaum al presentar su carta de 10 puntos a los militantes de Morena. La palabra clave fue clara: ruptura. Ruptura con el viejo sistema, ruptura con el estigma del partido hegemónico, y una negación tajante: Morena no tiene vínculos con la delincuencia.
En un país con una historia política marcada por pactos de silencio, clientelismo y estructuras corporativas, esta afirmación no pasa desapercibida.
El contexto: una carta, 10 principios y un mensaje a la militancia
¿Qué dijo realmente Claudia Sheinbaum?
Durante la Mañanera del Pueblo, tras el sexto Consejo Nacional de Morena, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tomó el micrófono y fue contundente:
“No hay nada que pueda vincular al partido Morena a ninguna situación de vínculo con la delincuencia.”
Este mensaje fue parte de una carta interna con 10 puntos, enviada a las bases de Morena. Entre los temas abordados, destaca la advertencia de no convertirse en un partido de Estado, como ocurrió durante décadas con el PRI.
El poder como humildad
En su misiva, Sheinbaum enfatizó que el poder debe ejercerse con humildad, honestidad y sin los excesos del pasado. Pidió evitar la parafernalia del poder, los símbolos vacíos y el culto a la personalidad.
“Nosotros debemos comportarnos con rectitud, siempre, con humildad, con honestidad.”
Con esta narrativa, marca distancia de la política de antaño, especialmente de los modelos corporativos que definieron al PRI por más de 70 años.
PRI vs Morena: ¿realmente son tan distintos?
¿Qué era el PRI como partido de Estado?
Históricamente, el PRI operaba como una maquinaria corporativa. Integra a organizaciones obreras, campesinas y empresariales dentro de su estructura formal. Estas agrupaciones no solo influían, eran parte del aparato partidista y estatal.
Esto lo convirtió en un partido de Estado, donde el gobierno y el partido eran prácticamente lo mismo.
“El PRI era un partido corporativo […] con organizaciones obreras, empresariales, campesinas participando como tales en el partido de Estado”, recordó Sheinbaum.
La apuesta de Morena: afiliación individual
En contraste, Morena se estructura bajo un principio distinto: la afiliación individual, sin intermediarios corporativos. Esto, en teoría, impide la cooptación vertical de masas organizadas.
Pero, ¿es suficiente para diferenciarse realmente del PRI? Para Sheinbaum, sí. Pero para muchos analistas, la delgada línea entre partido y gobierno aún se mantiene en tensión.
¿Por qué hablar ahora de vínculos con la delincuencia?
Un contexto de sospecha nacional
Aunque Sheinbaum negó categóricamente cualquier vínculo de Morena con la delincuencia organizada, la narrativa no surge en el vacío. México vive una creciente preocupación social sobre los alcances del crimen en la política.
Diversos estudios académicos y reportajes han documentado cómo candidatos locales y regionales —de todos los partidos— han sido cooptados o eliminados por grupos criminales.
¿Prevenir o responder?
Al enviar esta carta y pronunciarse públicamente, Sheinbaum parece estar tomando una postura preventiva. Busca blindar a su partido frente a posibles acusaciones futuras o intentos de penetración desde actores criminales.
“Es un elemento sustantivo que debemos tomar en cuenta siempre”, advirtió Sheinbaum.
El riesgo del poder absoluto
¿Puede un partido en el gobierno evitar ser partido de Estado?
Uno de los puntos más complejos de la carta es el llamado a que Morena no se convierta en un partido de Estado, a pesar de tener la presidencia, la mayoría en el Congreso y el control de 23 gubernaturas.
En la historia de México, el PRI tampoco empezó como partido de Estado. Esa transformación fue paulatina, conforme fue centralizando el poder.
Por eso, la advertencia de Sheinbaum tiene doble filo: reconoce el riesgo y lo señala públicamente, pero también muestra que Morena ya tiene un poder sin contrapesos reales.
Sheinbaum: entre el liderazgo moral y la presión institucional
¿Puede una carta contener la corrupción?
Los 10 principios de Sheinbaum apelan a la ética, la humildad y la historia. Pero México ha demostrado que los documentos morales no siempre resisten las tentaciones del poder.
Por eso, más allá de declaraciones, lo que exigirá la sociedad es ver si Morena sanciona, depura y audita a sus cuadros cuando hay señalamientos.
El legado que quiere construir
Claudia Sheinbaum no solo busca gobernar. Quiere dejar un legado distinto al de López Obrador y al del PRI. Para eso, necesita un partido que no repita los errores de quienes usaron el poder como escudo.
¿Qué podemos esperar hacia el futuro?
Tres escenarios posibles:
- Fortalecimiento institucional real: Morena se profesionaliza, crea órganos internos de fiscalización y limita el poder de sus gobernadores.
- Inercia partidista: el discurso ético no se traduce en práctica, y el poder se centraliza aún más.
- Fragmentación interna: sectores de Morena resisten la “rectitud” impuesta por Sheinbaum y surgen tensiones internas.
En todos los casos, el discurso actual marcará el punto de partida para evaluar el sexenio. Las cartas están sobre la mesa.
Romper con el pasado… ¿es suficiente?
Claudia Sheinbaum ha sido clara: Morena no tiene vínculos con la delincuencia y no debe repetir la historia del PRI. Pero la historia de México enseña que las palabras pesan menos que los hechos.
¿Podrá Morena sostener esta pureza institucional con tanto poder en sus manos? ¿Será Sheinbaum una reformista moral o solo la heredera de un nuevo partido dominante?
Solo el tiempo, y los hechos, lo dirán.