WHAT IF…? La Soberanía alimentaria es una anomalía temporal: Un billón para el silencio y la sed

Análisis mordaz del presupuesto 2026 de Sheinbaum: $1 billón a Bienestar, recorte real al campo y salud. La hipocresía de la "Soberanía Alimentaria".

AL MOMENTO

I. El Evento Nexus

El Paquete Económico 2026, bautizado con la épica pretensión de ser el “Segundo Piso de la Transformación”, no es una carta de gastos; es un manifiesto de guerra fría fiscal. El Evento Nexus es la consolidación de la Hegemonía del Bienestar, un agujero negro presupuestal que absorbe casi un billón de pesos, garantizando una liquidez inmediata a la base social.

La narrativa oficial lo justifica como la inquebrantable defensa de los “derechos sociales” frente a las fuerzas del pasado. Pero para “El Observador,” es la elección utilitaria más cínica: maximizar la rentabilidad electoral a corto plazo a costa de la infraestructura de supervivencia a largo plazo.

La línea temporal se ha rigidizado de manera irreversible. El gasto social es ahora un gasto constitucionalmente ineludible, financiado mediante deuda (4.1% del PIB) y la asfixia quirúrgica de todo lo que huela a inversión productiva. La Secretaría de Agricultura (SADER), encargada de la soberanía alimentaria, recibe un aumento nominal del 0.9%, lo que se traduce, en términos reales e inflacionarios, en una contracción. Es decir, mientras se le dan $100 a un adulto mayor cada bimestre, se le niega al país la capacidad de cultivar los alimentos que ese adulto mayor consume. El sacrificio del campo comercial y de la salud de alta especialidad (Institutos Nacionales con recortes del 30%) es la cuota que el régimen cobra por la paz social urbana y la certeza electoral.

II. El Eco del Pasado

La hemeroteca, esa cruel villana, no olvida. En una línea temporal lejana —allá por 2018, en los albores de la Cuarta Transformación— el discurso fundacional giraba obsesivamente en torno a la “Soberanía Alimentaria”. Se prometió el “Rescate del Campo”, se juró que México dejaría de ser un mendigo agrario de Estados Unidos, dependiendo del maíz amarillo importado.

El eco es ensordecedor: los líderes actuales, incluyendo a la nueva Ejecutiva, clamaban que el neoliberalismo había desmantelado la producción nacional. La solución, aseguraban, era devolver la dignidad al productor, garantizar precios justos que cubrieran costos y, sobre todo, alcanzar la autosuficiencia en granos básicos.

Hoy, la cruda realidad del Paquete 2026 nos obliga a proyectar importaciones récord de maíz, superando los 23 millones de toneladas. La exigencia de los productores de Sinaloa de un precio de garantía de 7,200 pesos por tonelada —el umbral de la dignidad— fue tachada por la administración de “imposible” y “fiscalmente inviable”.

La anomalía reside en esto: el mismo movimiento que prometió emanciparnos de la dependencia alimentaria, ahora la institucionaliza como política de Estado, sacrificando al productor nacional para subsidiar implícitamente al consumidor urbano con maíz importado y barato. El argumento es contundente y cínico: es mejor tener al campesino enojado que al votante urbano con el precio de la tortilla elevado.

III. La Divergencia (El “What If”)

Imaginemos que el multiverso se rompe y la 4T cumple su palabra fundacional. En esta línea temporal divergente, la Soberanía Alimentaria es la prioridad absoluta.

El billón de pesos que hoy va a Bienestar se reorienta de forma radical. SADER y SENASICA no solo crecen; explotan. La investigación agronómica y los sistemas de riego tecnificado reciben una inversión masiva. El precio de garantía del maíz se fija, audazmente, en los 7,200 pesos demandados, pagando el Estado la diferencia con los precios internacionales. Este shock de rentabilidad reaviva el norte granelero. Los productores invierten, la productividad por hectárea se dispara, y México logra la autosuficiencia en maíz blanco para 2026. Los presupuestos de los Institutos de Salud se triplican, enfocándose en la alta especialidad y la investigación, pues la visión es que un país soberano tiene ciudadanos sanos y productivos, no solo dependientes de una tarjeta.

Las consecuencias son inmediatas: el país es más resiliente a los choques geopolíticos y climáticos. La balanza comercial agrícola es superavitaria, y la riqueza se genera en el campo y se dispersa en las regiones productivas, creando empleo formal. Sí, la base electoral asistencialista se debilita, y el partido gobernante debe enfrentarse a elecciones intermedias con menos dinero en las tarjetas, pero con la nación estructuralmente más fuerte y menos endeudada. Habría menos lealtad incondicional, pero más orgullo nacional.

IV. El Colapso

Pero volvemos a nuestro universo, el Universo 2026. En este plano de realidad, el dinero ya tiene dueño. La gobernabilidad se compra con transferencias directas, no con silos llenos de grano nacional.

El billón de pesos del Bienestar es un muro infranqueable. La promesa de Soberanía Alimentaria es solo un lema que se repite mientras el país importa más del 50% de sus granos. El Colapso es la aceptación del pragmatismo electoral: la 4T ha cambiado el ideal de transformar la estructura productiva por el imperativo de asegurar la lealtad de la base social.

La única diferencia tangible entre la retórica del “rescate del campo” de 2018 y la realidad del recorte presupuestal de 2026 no es ideológica; es puramente aritmética. El poder, “El Observador” lo ha notado mil veces en mil universos, siempre elige la opción que garantiza la reproducción del poder, incluso si ello implica el suicidio económico de la nación a largo plazo. El mayor enemigo del político actual no es la oposición; es el fantasma hambriento de sus propias palabras.

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Redacción Noticias Activas
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Editor en jefe, responsable de la dirección editorial y la estrategia integral de contenidos. Cuenta con más de 20 años de experiencia en la creación y desarrollo de historias, liderando equipos multidisciplinarios y proyectos editoriales en entornos digitales y tradicionales. Especialista en comunicación visual y narrativa estratégica con enfoque comercial, orientada al posicionamiento de marca, crecimiento de audiencias y cumplimiento de objetivos de negocio. Su trabajo integra análisis de datos, visión creativa y criterio periodístico para transformar el contenido en una herramienta clave de impacto, relevancia y conversión.
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