Desde tiempos antiguos, el sol ha simbolizado vida y energía. No obstante, hoy se manifiestan dos extremos: la tanorexia, obsesión por el bronceado, y la tanofobia, miedo irracional a los rayos solares. Ambas, aunque opuestas, revelan cómo la relación con el sol puede derivar en problemas psicológicos y de salud.
¿Qué es la tanorexia y cómo afecta la salud?
La tanorexia es considerada un trastorno psicológico ligado a la imagen corporal. Se trata de una adicción al bronceado, donde la persona nunca está conforme con su tono de piel y busca oscurecerlo constantemente, incluso cuando ya presenta daños cutáneos. Este trastorno es alimentado por la presión estética y la creencia de que “estar moreno es más atractivo”.
Síntomas de la tanorexia
- Deseo compulsivo de broncearse.
- Uso excesivo de camas solares o largas exposiciones al sol.
- Negación del riesgo de daño en la piel.
- Percepción distorsionada de la propia imagen.
Consecuencias médicas
- Envejecimiento prematuro (arrugas, manchas, flacidez).
- Quemaduras solares frecuentes.
- Aumento en el riesgo de cáncer de piel, como melanoma.
¿Qué es la tanofobia y cuáles son sus riesgos?
En el extremo contrario está la tanofobia, definida como un miedo irracional al sol y a la exposición a los rayos ultravioleta. Aunque la protección solar es esencial, en este caso el temor es tan intenso que limita la vida cotidiana.
Síntomas de la tanofobia
- Ansiedad al salir de casa durante el día.
- Evitación total de actividades al aire libre.
- Uso obsesivo de bloqueadores solares y ropa cubridora.
- Negativa a exponerse a la luz solar, incluso en horarios seguros.
Consecuencias médicas y sociales
- Déficit de vitamina D, lo que puede debilitar huesos y sistema inmune.
- Aislamiento social y menor calidad de vida.
- Problemas de autoestima y ansiedad constante.
Tanorexia y tanofobia: dos extremos del mismo problema
A simple vista parecen opuestos, pero la tanorexia y la tanofobia comparten un mismo trasfondo: la relación distorsionada con la exposición solar.
La tanorexia nace de la obsesión estética, impulsada por estándares de belleza. La tanofobia surge del temor desproporcionado a enfermar, especialmente de cáncer de piel. Ambos extremos afectan tanto la salud física como la salud mental, recordándonos que el equilibrio es la clave.
El punto medio: disfrutar del sol sin excesos
La clave está en adoptar una exposición solar responsable. Los expertos recomiendan:
- Usar protector solar de amplio espectro (FPS 30 o más).
- Evitar las horas de mayor radiación (10:00 a 16:00).
- Aprovechar la luz solar de la mañana para estimular la vitamina D.
- Mantener un balance entre actividades al aire libre y cuidado dermatológico.
El sol puede ser tanto aliado como enemigo: depende de cómo nos relacionemos con él.
El amor y el odio al sol, encarnados en la tanorexia y la tanofobia, son una muestra de cómo los extremos dañan la salud. Reconocer estas conductas es el primer paso para buscar ayuda profesional y encontrar un equilibrio saludable que permita disfrutar del sol sin poner en riesgo la piel ni la mente.