Influencers bajo fuego: la guerra narco que silencia a los creadores en Sinaloa

Influencers en Sinaloa están siendo asesinados en una guerra narco liderada por La Mayiza. Camilo Ochoa rompe el silencio en YouTube.

AL MOMENTO

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Un restaurante en Ensenada se convirtió en el escenario de un nuevo crimen. Jesús Gail Castro, hermano del influencer Markitos Toys, fue asesinado a tiros.

Días después, Camilo Ochoa, exjefe del Cártel de Sinaloa y ahora youtuber, denunció una guerra sistemática contra influencers orquestada por La Mayiza. La violencia ya no distingue: ahora los “blancos” son creadores de contenido.

¿Qué está pasando en Sinaloa? Una violencia que muta

Un nuevo frente de guerra: redes sociales en la mira

Durante décadas, el narcotráfico en México ha sido sinónimo de control territorial, ajustes de cuentas y enfrentamientos entre cárteles. Pero en 2024, un nuevo objetivo ha surgido: los influencers, youtubers y músicos sinaloenses.

No tienen códigos ni límites”, sentenció Camilo Ochoa en un video de 35 minutos donde alertó sobre esta nueva modalidad de violencia. La ofensiva, según él, no busca eliminar a rivales del narco, sino aterrorizar a figuras públicas civiles.

“Es una guerra contra todos menos contra los de La Chapiza”, dijo, refiriéndose al grupo rival de La Mayiza.

¿Quién es La Mayiza y por qué ataca?

La Mayiza es una facción liderada por Ismael Zambada Sicairos, alias “El Mayito Flaco”, hijo de El Mayo Zambada. Esta célula ha sido señalada por múltiples actores como responsable de una nueva ola de terror:

  • Amenazas sistemáticas contra creadores de contenido

  • Asesinatos selectivos en Baja California, Nuevo León y Sinaloa

  • Difusión de listas negras con nombres de influencers marcados como objetivos

De creadores a objetivos: los rostros de la ofensiva

Gail Castro: el asesinato que encendió las alarmas

El 28 de marzo, Jesús Gail Castro Cárdenas fue asesinado mientras comía con su esposa en Ensenada. Según testigos, fue ejecutado con al menos 15 disparos por hombres armados que lo interceptaron frente al restaurante Villa Marina.

Camilo Ochoa lo definió como “el más tranquilo” de los hermanos Castro, asegurando que no tenía vínculos delictivos. Su crimen, dijo, fue “una cobardía”.

“El Jasper”, “El Chilango”, “Gordo Peruci”: víctimas en serie

Otros nombres también han caído en esta espiral de muerte:

  • Jesús Miguel Vivanco “El Jasper”: asesinado con más de 50 disparos en noviembre de 2024.

  • Leovardo Aispuro Soto “Gordo Peruci”: atacado frente a su hogar en diciembre, junto a su esposa.

  • El Chilango: ejecutado mientras vendía dulces en Culiacán.

“Están eliminando uno por uno a los que salimos en los volantes”, advirtió Ochoa.

Los volantes de la muerte: el 9 de enero que marcó un antes y un después

La lista negra lanzada desde el cielo

El 9 de enero de 2024, una avioneta sobrevoló Culiacán arrojando panfletos con los rostros de 25 personas. Camilo Ochoa estaba entre ellos. También Gail Castro. En los papeles, se les vinculaba con Los Chapitos, acusándolos de ser prestanombres, colaboradores o financieros.

Desde entonces, al menos cinco personas de esa lista han sido asesinadas.

¿Quién los puso ahí y con qué propósito?

La inclusión en esos volantes ha funcionado como una sentencia de muerte. Lo más preocupante, según Ochoa, es que ninguno de los crímenes ha sido esclarecido. En algunos casos, ni siquiera las autoridades encontraron los cuerpos: fueron los familiares.

¿Por qué los influencers se han convertido en enemigos del narco?

El poder narrativo de las redes sociales

Las redes sociales han dado voz a una nueva generación de sinaloenses que documentan su vida diaria, muchas veces desde lujos, autos deportivos o fiestas. Esto incomoda a ciertos sectores del crimen organizado, que ven en esta exposición una amenaza.

  • Pueden alterar la percepción pública

  • Influyen en los jóvenes

  • Atraen atención mediática y judicial

“Es tan fácil tomar una foto… mandarla a los grupos criminales y darte seguimiento”, explica Ochoa.

¿Criminalización por percepción?

Camilo insiste en que muchos de los atacados no tenían relación con el narco. “Se meten con inocentes solo para hacer daño”, dijo. Esta violencia no es estratégica: es simbólica. Busca infundir miedo en quienes tienen voz pública.

El silencio del Estado: impunidad, omisión y complicidad

“Hasta que no les pase a ellos…”

Camilo Ochoa acusó directamente a autoridades locales y federales de ignorar o incluso permitir el crecimiento de La Mayiza.

“Hasta que no le pase algo a alguien de las autoridades que los protegen, no van a poner atención”, denunció.

Los casos siguen sin líneas claras de investigación, sin detenidos, sin protección a víctimas. Esta inacción ha llevado a muchos influencers a cerrar sus redes o abandonar el estado.

Consecuencias sociales: el miedo digital y la autocensura

Del entretenimiento al exilio

Influencers como Ochoa han cambiado por completo su contenido. Ya no suben videos de viajes, fiestas o familia. Ahora se graban desde sitios seguros, con mensajes de advertencia y testimonios.

“Mi vida cambió drásticamente. Trato de exponerme menos, pero voy a exponer más la injusticia”.

La autocensura es evidente. El miedo ha migrado al algoritmo.

Impacto en la juventud y la cultura digital

Esta ola de violencia también afecta a millones de jóvenes que siguen a estos creadores. Se normaliza la muerte de figuras públicas, se genera un clima de paranoia y se erosiona la confianza en el Estado.

¿Qué sigue? Posibles escenarios y riesgos latentes

1. Radicalización de contenidos

Si los influencers que sobreviven optan por confrontar a grupos criminales desde sus plataformas, podríamos ver una escalada aún mayor de violencia.

2. Éxodo digital desde Sinaloa

Muchos ya han salido del estado. Si la tendencia continúa, Sinaloa perderá a su comunidad más visible en internet, afectando también la economía digital local.

3. Inacción institucional

De no actuar, el gobierno federal enfrentará una crisis de derechos humanos y libertad de expresión sin precedentes en regiones controladas por el narco.

¿Quién tiene derecho a contar su historia?

El caso de Camilo Ochoa y la muerte de Gail Castro exponen una verdad incómoda: en México, tener una cámara puede costarte la vida. ¿Hasta qué punto una sociedad puede tolerar que los nuevos narradores de su realidad sean silenciados con balas?

El futuro de la libertad digital en regiones como Sinaloa dependerá no solo del Estado, sino de la valentía colectiva para exigir verdad, justicia y protección.

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