Eran los años noventa y el PRI aún parecía invencible. Pero una grieta silenciosa, nacida entre dos de sus figuras más poderosas, lo cambiaría todo. Zedillo vs Salinas: la batalla interna que transformó al partido dominante en un espejo roto.
¿Cómo empezó el conflicto entre Zedillo y Salinas?
La sucesión menos planeada del PRI
Ernesto Zedillo no estaba destinado a ser presidente. Tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio en marzo de 1994, Carlos Salinas de Gortari tuvo que improvisar. El entonces secretario de Educación Pública fue impulsado a la candidatura presidencial casi de emergencia.
Pero esa elección apresurada no fue casual. Muchos dentro del PRI la interpretaron como una jugada para mantener el control desde Los Pinos.
“Zedillo era un tecnócrata leal, sin estructura propia, ideal para ser manejado”, decían analistas de la época.
Lo que nadie anticipó fue que, una vez en el poder, Zedillo no seguiría el libreto de su antecesor.
La crisis del 95: punto de quiebre
Pocos meses después de su toma de protesta, Zedillo enfrentó una de las peores crisis financieras en la historia moderna de México: el error de diciembre.
Aunque técnicamente fue una acumulación de decisiones tomadas durante el salinismo, Zedillo cargó con el costo político… y lo devolvió con una narrativa distinta:
“No se trató de un error de este gobierno, sino de lo que heredamos”, declaró Zedillo en cadena nacional.
Ahí comenzó la distancia irreconciliable entre los dos presidentes.
Zedillo marca el fin del salinismo
El juicio mediático a Raúl Salinas
Uno de los momentos más tensos llegó en 1995: el arresto de Raúl Salinas de Gortari, hermano del expresidente, acusado de enriquecimiento ilícito y señalado en casos de asesinato político.
Aunque Zedillo negó una persecución, el mensaje fue claro: la era de impunidad priista se estaba terminando. Y, para Salinas, ese golpe fue personal.
“Es un ataque directo a mi familia y al legado de mi gobierno”, respondería más tarde Salinas.
Con ese gesto, Zedillo se posicionó no como heredero, sino como rupturista.
Una narrativa de distanciamiento
Zedillo impulsó la creación del IFE autónomo, promovió reformas democráticas y fue el primer presidente priista en reconocer la derrota de su partido, entregando el poder en 2000 a Vicente Fox.
Nada de eso habría sido posible bajo el antiguo orden salinista. La ruptura ya no era solo personal, era ideológica y estructural.
Consecuencias dentro del PRI: división, caída y desconfianza
El PRI se fractura en bandos internos
Desde la presidencia de Zedillo, el PRI vivió su primera gran división interna pública. Por un lado, los llamados “tecnócratas”, encabezados por él mismo. Por otro, los “duros” o salinistas, que veían con desconfianza la nueva apertura democrática.
Este cisma debilitó al partido rumbo al año 2000.
- Viejas estructuras perdieron influencia
- Se quebraron pactos de impunidad
- El PRI dejó de ser una máquina monolítica
El ocaso del “dedazo”
Con la postulación de Francisco Labastida como candidato en 2000, sin la típica imposición presidencial tan evidente, Zedillo cambió otra regla no escrita: el presidente ya no era el gran elector absoluto.
Ese giro debilitó al partido, que ya no supo operar en democracia. Fue el principio del fin de su hegemonía.
Salinas responde: libros, entrevistas y descalificaciones
“México: un paso difícil a la modernidad”
En 2000, Carlos Salinas publicó un extenso libro donde acusa a Zedillo de traición, de inventar un juicio político a su familia y de provocar innecesariamente la crisis económica.
Es el documento más claro del enojo del expresidente:
“Zedillo destruyó el capital político que tanto costó construir”, escribió Salinas.
Guerra de narrativas
A partir de ese momento, cada entrevista, conferencia o aparición pública de Salinas incluyó dardos hacia su sucesor. Mientras tanto, Zedillo optó por el silencio diplomático… y una carrera internacional en organismos multilaterales.
Impacto en la historia política de México
La alternancia se hizo inevitable
La ruptura entre Zedillo y Salinas rompió con la continuidad política del PRI. Ya no había una voz única ni una línea clara. Ese vacío fue aprovechado por la oposición, sobre todo por el PAN.
Vicente Fox ganó en 2000 con un discurso simple: “Sacar al PRI de Los Pinos”. Y Zedillo, contra todo pronóstico, lo permitió.
Legado de ruptura democrática
Aunque ambos expresidentes son criticados por diferentes razones, el conflicto entre ellos abrió la puerta al pluralismo, a la transparencia electoral y al nuevo mapa partidista mexicano.
¿Quién ganó la batalla Zedillo vs Salinas?
No hay una respuesta simple. Políticamente, Salinas perdió el control del partido, su legado fue cuestionado y su hermano encarcelado. Zedillo, en cambio, preservó su reputación como reformista, aunque cargó con el estigma de la crisis.
Pero el verdadero impacto fue colectivo: México dejó atrás el presidencialismo absoluto, el PRI perdió su aura de invencibilidad, y la sociedad ganó más poder sobre las urnas.
La ruptura entre Zedillo y Salinas no fue solo una pelea entre egos: fue el síntoma de un sistema en transición. Hoy, cuando las tensiones entre líderes reaparecen en todos los partidos, vale la pena preguntarse: ¿cuánto poder debe tener un expresidente en la política nacional?