Restaurantes en Quintana Roo enfrentan crisis: baja de comensales golpea al sector

Los restaurantes en Quintana Roo sufren una baja crítica de comensales. Antes eran 4 visitas semanales por familia, hoy apenas 1.5. ¿Qué está pasando?

AL MOMENTO

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En las cocinas de Cancún ya no suenan tantas órdenes como antes. Los restaurantes en Quintana Roo enfrentan una de sus peores crisis de consumo, con familias que pasaron de salir a comer fuera cuatro veces por semana a apenas 1.5. ¿Qué está detrás de esta alarmante caída?

Una baja que preocupa: ¿por qué ya no comemos fuera?

La industria restaurantera en Quintana Roo vive un periodo crítico. La reducción del consumo familiar en restaurantes no solo afecta a los pequeños negocios, también sacude a las cadenas y franquicias que tradicionalmente dependían del turismo y el gasto local.
Si antes una familia salía a consumir cuatro o cinco veces a la semana, hoy tristemente estamos hablando de 1.5 veces“, advirtió José Julio Villarreal Zapata, presidente de CANIRAC Cancún y Quintana Roo.
La caída en comensales se traduce en pérdidas operativas, reducción de personal y una lucha constante por mantenerse a flote. Aunque la ocupación promedio en marzo fue del 60%, el sector considera esa cifra apenas suficiente para sobrevivir.

Factores que explican la caída de comensales

  1. Menores ingresos familiares
    Uno de los principales motivos detrás del fenómeno es el deterioro del poder adquisitivo.
    La inflación acumulada en los últimos años ha encarecido alimentos, rentas y servicios.

Muchas familias priorizan alimentos caseros y reducen gastos en salidas.

El aumento en el precio del transporte también desincentiva el consumo fuera de casa.

“Algunos simplemente dejaron de consumir porque mermaron sus ingresos”, explicó Villarreal Zapata.
2. Cambio en hábitos postpandemia
Aunque la emergencia sanitaria quedó atrás, dejó huellas profundas en los hábitos de consumo:
Mayor preferencia por comida a domicilio.

Adaptación a plataformas como Uber Eats o Didi Food.

Más conciencia financiera tras una crisis global.

  1. Turismo más cauteloso
    Aunque la llegada de turistas sigue alta, su gasto ha disminuido considerablemente.
    “Hay muchos turistas, pero no están gastando lo que gastaban antes”, lamenta el representante de CANIRAC.
    Esto genera una “falsa bonanza”: los restaurantes se llenan visualmente, pero el ticket promedio es bajo.
    Semana Santa: la esperanza de respiro
    Con la llegada del periodo vacacional, los restauranteros esperan un repunte en ventas que les permita salvar abril y amortiguar mayo, tradicionalmente bajo.
    La ocupación hotelera podría superar el 85%.

Sin embargo, la clave estará en convertir ese flujo turístico en consumo real.

Los empresarios ya prenden veladoras, esperando que la derrama económica se materialice y no se quede solo en playas y hoteles todo incluido.
Reinventarse o morir: estrategias para enfrentar la crisis
Alianzas digitales al rescate
CANIRAC ha impulsado la digitalización del sector con alianzas estratégicas:
Integración con plataformas como Didi Food.

Colaboraciones incipientes con Airbnb para promover restaurantes locales a turistas hospedados en casas particulares.

Capacitación en marketing digital y manejo de reseñas online.

Innovación en el menú y servicio
Algunos restaurantes están apostando por:
Menús más cortos pero rentables.

Ofertas dinámicas y promociones semanales.

Experiencias gastronómicas temáticas que atraigan tanto a locales como turistas.

Programas de fidelización local
El turismo no basta. Por ello, recuperar al comensal local es clave:
Tarjetas de lealtad con descuentos.

Campañas comunitarias para promover el consumo responsable.

Participación en ferias gastronómicas y eventos culturales.

Inseguridad y regulación: el otro frente de batalla
Además de la crisis económica, los restaurantes enfrentan una creciente presión regulatoria y de seguridad.
Una medida reciente exige que los establecimientos instalen cámaras de vigilancia conectadas al C2 municipal.
“La meta es salvaguardar los intereses de todos y coadyuvar en estrategias para inhibir delitos”, subraya Villarreal Zapata.
Aunque se trata de una medida preventiva, implica un costo adicional para pequeños empresarios que ya enfrentan recortes.
Datos duros que explican la magnitud del problema
En 2019, un hogar promedio en Quintana Roo visitaba restaurantes 3.8 veces por semana.

Para 2024, esa cifra cayó a 1.5 veces.

El ticket promedio bajó 25% respecto a los niveles prepandemia.

El sector restaurantero genera más de 80 mil empleos en el estado.

Al menos un 15% de los restaurantes han cerrado desde 2020, según datos de CANIRAC.

El reto de sostener un motor económico clave
La industria de alimentos preparados representa uno de los pilares de la economía estatal, especialmente en zonas turísticas como Cancún, Playa del Carmen y Tulum.
Su salud financiera impacta directamente en el empleo, el turismo y la imagen del destino.
Un ecosistema restaurantero robusto:
Mejora la experiencia del visitante.

Activa la economía local.

Ofrece espacios de convivencia comunitaria.

¿Y si no se logra revertir la tendencia?
Si no se logra detener la baja de comensales, el escenario para el segundo semestre de 2025 podría ser:
Más cierres de negocios.

Incremento en la informalidad gastronómica.

Deterioro de la imagen turística por menor diversidad culinaria.

Desempleo en sectores vulnerables, como cocineros, meseros y repartidores.

Claves para revertir la tendencia
Apoyos fiscales temporales a negocios en crisis.

Promoción turística con enfoque gastronómico.

Incentivar el consumo local responsable.

Mayor inversión en seguridad pública para zonas comerciales.

Educación financiera y digitalización para emprendedores del sector.

Una industria en el filo de la navaja
La caída en el consumo en restaurantes de Quintana Roo no es solo un dato: es un síntoma social y económico.
Es el reflejo de una familia que cuida cada peso. De un turista que viaja, pero no gasta. De un restaurante que resiste con creatividad. Y de una economía que necesita reinventarse para no dejar atrás a uno de sus sectores más vibrantes.
¿Podrá la Semana Santa ser el punto de inflexión? ¿O se consolidará una nueva normalidad con menos salidas, menos consumo y más retos?

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